A diferencia del pobre turista, tan alegremente denostado por Gombrich, que visita a contrarreloj el Prado o el Louvre, Del Amor es uno de esos privilegiados que puede frecuentar pinacotecas y galerías de arte con tiempo e incluso vacías; por motivos laborales, sí, pero también por talento, el que demuestra en sus crónicas culturales para la televisión pública española.
Como el mismo autor dice en la introducción, hay que ponerse frente a un lienzo como el que asume un reto: “atravesar las capas de pintura y adentrarnos en el misterio o los secretos que tiene cada obra”. Sin miedo, incluso, a encontrarle un sentido que puede diferir del que buscó el artista porque, de alguna manera, aquella “siempre concluye en los ojos del espectador”. Da igual que unos cuadros sean bastante populares (el Perro semihundido de Goya, la Casa junto a la vía del tren de Hopper, Las estaciones de Arcimboldo…) y otros mucho menos como las coloridas canicas (Triple Swirl Fade to Black) de Charles Bell. En ocasiones opta por el trabajo más célebre del artista –véase El origen del mundo, de Courbet, Gótico americano de Grant Wood o Un mundo de Ángeles Santos- y en otras por pinturas menos previsibles cuando pensamos en Monet, Picasso, Dalí, Vermeer o van Gogh.
En todos los casos procede igual. Por un lado, arriesga interpretaciones, imagina historias, especula con posibles antecedentes y, del mismo modo, conjetura consecuencias de lo que acontece ante nuestros ojos. Por otro lado, con diferente tipografía, nos facilita la mínima información necesaria sobre el artista y su tiempo, sobre la obra y las circunstancias que rodearon su creación. Felizmente los ejercicios más literarios de la primera parte no se compensan con la fría objetividad de datos y fechas de la segunda. Al contrario: escuchamos siempre la voz del autor, que nos cuenta las razones de su elección y su vínculo emocional con el cuadro en cuestión evitando apabullarnos con detalles que cualquier interesado puede encontrar a golpe de clic.
Unos disfrutarán más con el monólogo interior de un Rembrandt ya anciano, con un joven Dalí que charla con su hermana mientras la retrata, con el modo en que Coubert convenció a una tal Constance para que posara abierta de piernas y pudiera pintar el cuadro más escandaloso del siglo XIX que aún sigue provocando escándalo en el siglo XXI, con la meticulosidad patológica con que Antonio López preparaba sus jornadas de trabajo para capturar la luz de Madrid que tanto le obsesiona… Si se trata de hacer honor al título del libro y conmoverse con cuadros y artistas, uno se queda con la peripecia de María Blanchard y con esa mirada que apenas ve de Sofonisba Anguissola que pintó Anton van Dyck.
Del Amor cierra esta oda al arte que “quita el polvo de la vida diaria de nuestras almas (Picasso)”, con El abrazo de Juan Genovés. Seguro que quienes hoy contemplen el lienzo del artista valenciano, fallecido el pasado mes de mayo, verán mucho más que el símbolo de la reconciliación nacional que necesitaba España en los años de la Transición. Verán un gesto bastante más común y necesario de lo que pensábamos.
Emocionarte
Carlos del Amor
Editorial Espasa
232 páginas
19,90 euros