Directo y con su ‘punto’ provocativo, el autor comienza por señalar que la idea de que el arte español es un invento “no debería producirnos hoy sorpresa, ni, aún menos, generar polémica”.
En cualquier caso, “si queda alguien que discrepe de semejante afirmación por razones o sentimientos de corte nacionalista, quiero añadir que el arte español me parece un invento como el de cualquier otra nación; esto es, que considero que el único sustrato real que avala esta concepción nacional del arte histórico es el que indubitablemente posee como relato, como un producto literario más, cuya fuerza de convicción no reside en la verdad, sino, como reclamaba Aristóteles en su Verosimilitud, una categoría estética no revalidable fuera el ámbito retórico-formal”.
Cronología inversa
Tras señalar que ese descubrimiento se hizo en un sentido cronológico inverso al natural, –desde el casi contemporáneo Francisco de Goya, fallecido en 1828, hasta El Greco, cuya reivindicación data de finales del siglo XIX y principios del XX–, en realidad, puntualiza el libro, hasta el viaje de Manet a Madrid en 1865 no se produjo el arco crítico definitivo que señalaba como los tres puntos culminantes del arte español a El Greco, Velázquez y Goya.
A partir de entonces, no hubo un solo movimiento de vanguardia que no estuviera influido por la Escuela Española, por lo menos, hasta fines de esta centuria. Así ocurrió con el romanticismo, el realismo, el naturalismo y, aunque parcialmente, también con el impresionismo y el simbolismo.
Intensa actividad
A esta fascinación internacional por el arte español durante el XIX le siguió otra basada en la destacada actividad de los artistas españoles de vanguardia, al menos durante el primer tercio del siglo XX.
El redescubrimiento tardío de El Greco, puntualiza Calvo Serraller, dejó una impronta en la génesis del expresionismo y el cubismo. “Fueron dos españoles, Picasso y Gris, quienes dieron un impulso más relevante para el cubismo, lo mismo que los expresionistas alemanes o centroeuropeos tuvieron en cuenta la influencia de Zuloaga o Anglada Camarasa, muy estimados, en general, por toda Europa hacia 1900”.
Tampoco deja de ser sintomático que fueran artistas españoles como Miró, Dalí, Buñuel u Óscar Domínguez figuras capitales del surrealismo.
Dividido en dos grandes apartados: “El tiempo, la verdad y la historia” y “Picasso: tradición y vanguardia”, la gran conclusión del libro de Calvo Serraller es que desde finales del siglo XIX hasta hoy, los artistas españoles han sabido transformar sus hipotéticas peculiaridades identitarias en una dinámica innovadora de naturaleza marcadamente cosmopolita.
La invención del arte español
De El Greco a Picasso
Francisco Calvo Serraller
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores
190 páginas
23,90 euros