En sus imágenes, Madrid habla y parece casi suspendida en un aire translúcido, como un mundo encantado. La mirada personal de Manso expone toda la belleza y riqueza de la Comunidad de Madrid y logra que cada fotografía tenga un sello personal, rebosante de suave estética, que nos acerca a su estilo íntimo, bello e impecable.
La Comunidad de Madrid está representada en esta obra por lugares y paisajes tan simbólicos como la Puerta de Alcalá, la Gran Vía, la Cibeles, el Templo de Debod, el Río Manzanares, el estanque del Retiro, el viaducto de Gargantilla de los Montes, la Magistral de Alcalá de Henares, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Monasterio de San Lorenzo del Escorial, el Puerto de la Fuenfría, Chinchón o Buitrago de Lozoya.
La sensibilidad de Manso y su metodología rigurosa de trabajo le han permitido crear imágenes contundentes de la Comunidad de Madrid donde consigue realzar, de forma continua, las huellas del paso del tiempo. Las nuevas tecnologías no han influido en este fotógrafo que ha sido capaz de trabajar en el final de la primera década del siglo XXI con las cámaras más tradicionales y clásicas del pasado siglo. Sus fotografías, tanto las creadas en el más crudo invierno como las realizadas ante el fuego de los agostos madrileños, poseen la misma unidad de estilo, el mismo rigor técnico y los mismos valores formales y conceptuales.