Para que superara su miedo a escribir, Arciniegas le instó a que le relatara sus historias por medio de cartas. Así fue como la artista colombiana, que había aprendido a leer y escribir a los 19 años, comenzó a rememorar su dura infancia cuando contaba con medio siglo de vida. El intelectual colombiano, que recibió las cartas desde 1969 a 1997 y que obtuvo su consentimiento para publicarlas tras su muerte, estaba entusiasmado con el correo de Emma, tanto que llegó a mostrárselo a Gabriel García Márquez, lo que molestó profundamente a la pintora.
De Reyes se conocía su capacidad artística, su valentía y su forma de afrontar la vida, un carácter que la llevó por medio mundo hasta establecerse finalmente en Francia. Pero nadie sabía cómo había sido su vida antes de ser una artista consumada hasta la publicación de Memoria por correspondencia.
La mirada de una niña
Esta autobiografía en formato epistolar no muestra a una gran escritora. En su relato utiliza palabras y oraciones simples, la artista atropella el lenguaje y comete faltas de ortografía. Pero poco importa el estilo cuando se logra cautivar al lector. Emma seduce con historias trágicas que están cargadas de un lenguaje ingenuo, de honestidad, poesía, crudeza y belleza.
La pintora revive su infancia y su adolescencia en la Colombia de los años 20 del siglo pasado con la mirada de la niña que fue, como si nunca hubiera sido adulta, sin completar las sensaciones que escribe tras verlas en la distancia, con un detallado y preciso recuerdo, y sin autocompasión. El lector se convierte en testigo directo de la historia de una niña observadora y sensible que en medio de la pobreza y el abandono va descubriendo algunas cosas del mundo. Un mundo dickensiano lleno de dolor, tristeza, carencias, abusos y miedos, que también esconde momentos de sorpresa, ingenuidad y alegría.
Sus primeros años de vida transcurren en la miseria más absoluta, encerrada junto a su hermana Helena en un cuartucho en Bogotá. De ellas se ocupaba la señorita María, que les prodigaba un trato desconsiderado y sin ningún afecto y de la cual no se sabe qué parentesco tiene con las niñas. Esos son los primeros recuerdos de Emma que después vivirá en Guateque y Fusagasugá, hasta que es abandonada por la señorita María y acaba con su hermana en un convento, donde vivirán como sirvientas durante 15 años.
Relato íntimo
En las páginas de estas cartas, el lector va a encontrar un análisis profundo y detallado de los conventos de la época en Colombia, un lugar lleno de ignorancia y autoritarismo, obsesionado con el diablo y el infierno, donde la distinción entre clases se aprecia incluso más que en el exterior. Es en este lugar donde la autora se muestra más profunda e íntima, donde conoce el amor y de donde escapará para no volver.
Memoria por correspondencia es un libro de recuerdos, en el que se deja a un lado la nostalgia, ya que Emma sabe encontrar luz en los peores momentos e, incluso a veces, humor. Esta historia hará que el lector quiera saber cada vez más de una mujer única rodeada de interrogantes.
El relato que conmovió a García Márquez llegó al público español con un prólogo de Leila Guerriero, un artículo de Germán Arciniegas titulado De Flora Tristán a Emma Reyes y el reportaje ¿Qué pasó con Emma Reyes? de Diego Garzón.
Memoria por correspondencia [2]
Emma Reyes
Prólogo de Leila Guerriero
Libros del Asteroide
Leer las primeras páginas [3]
232 p
17,95 euros