El jurado destaca Sonora por «ser una obra experimental, una expansiva y concentrada conversación entre el poema y la muerte, aquella que, tras la orfandad de la madre, arrastra a los lectores hacia los abismos del propio linaje. Auténtico fulcro de la poesía gallega, Chus Pato explora nuevas formas de deconstruir y reconstruir los marcos del pensamiento poético tradicional».
Asimismo, el fallo señala que el poemario «crea espacios textuales repletos de fugas: retóricas, semánticas, capaces de hibridar distintos códigos en los que se despliega toda su inextinguible potencia sonora. En Sonora, memoria personal, social y política susurran las múltiples voces de una de las más audaces poetas contemporáneas. En su obra, Chus Pato nos muestra el enfoque de la poesía como elemento transformador del lenguaje».
Huyendo de cualquier atisbo de encorsetamiento, Pato califica su propia poesía con el término «expandida», en la que en la práctica cabe cualquier género literario o artístico. Ella lo demuestra mezclando en sus poemas diálogos y prosas que rozan con lo que habitualmente se considera pieza teatral o textos corridos, didácticos y reflexivos, que entroncan con el ensayo. Todo ello sin dejar de ser poesía; profunda poesía que tiene sus ejes en la memoria, la identidad, el paso del tiempo y la muerte, que en Sonora vuelve a ser tema esencial.
«Me resultaba ridículo pensar en ser huérfana cuando ya tenía una edad, pero lo cierto es que la orfandad se produce: el cuerpo de mi madre, fallecida en 2018, me protegía de un tú a tú con la muerte», ha señalado la autora.
Integran su poesía, originalmente escrita en gallego, poemarios como Urania (1991), Heloísa (1994), Fascinio (1995), Nínive (1996) o Carne de Leviatán (2013), traducidos a una decena larga de idiomas. En español, su Poesía Reunida [1] está recogida en dos volúmenes editados por el sello Ultramarinos.
Sirva este ejemplo como muestra de su peculiar visión poética:
Me esfuerzo por recordar un sueño
la piedra comida por la sal, por el frío
es invierno
o bien son las aguas torrenciales de los equinoccios
o mejor la luz es reflejada por la piedra
el sueño, el espejo (ría)
en la juntura de las pizarras
vertiginosa
en el bordillo, atizada (nadie podría vivir aquí)
Resistencia
igual que resisten las palabras
una flor
una flor imposible
un níscalo
marino
un relato nupcial
de amor
de intercambio
una transferencia
mercurio, azogue, algo relacionado con la luz
con las metamorfosis del espíritu
cobre diluido
disolución
espejo y brasa
encuentro la palabra «solimán» en los escritos de Kratevas
en la versión que de Kratevas me hace llegar Antonio Gamoneda
ecos
en los atrios
el poder benéfico del hongo
(obsesión por el mar, por la pérdida)
fragmentos de Ingeborg
la canción que se pronuncia
¿quién pronuncia la canción, sin comprender
las palabras, el significado?
marco en esa lengua que desconozco la pulsión
—quiero ser jinete
imán
—No podría precisar si busco la definición canónica de metáfora
o si ya aquí, en este fragmento, reflexiono o no sobre la metáfora
sobre un nuevo concepto de metáfora que no puedo aceptar
respecto del lenguaje poético
naturaleza, esta, la única que puedo reconocer
el deseo, un escritorio de castaño
la herencia del padre
Mefisto frente a la herencia paterna
cápsula nupcial
son yo quien se desposa
imposible flor marina
fuera de la perpetuación
mi tránsito en el frío.
En 2015, su voz fue incorporada a las grabaciones de la Woodberry Poetry Room, de Harvard, en donde se recogen las palabras de figuras de las letras universales como Elizabeth Bishop o W.H. Auden.
El Premio Nacional de Poesía reconoció en la edición del pasado año a la también gallega Yolanda Castaño, uniéndose a una nómina en la que, entre otras poetisas, figuran Miren Agur Meabe, Aurora Luque, Olga Novo, Pillar Pallarés o Antònia Vicens.