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Cuando los gigantes de la ciencia también comunican ciencia

«El nombre de uno de los narradores más altos del siglo XIX no se encuentra nunca en los manuales de literatura. A un lector de Dickens, de Flaubert, de Galdós, de Tolstói, rara vez se le ocurrirá que un constructor de palabras tan asombroso como cualquier de ellos fue Charles Darwin, cuya vida larga y fértil coincide con la gran edad de las novelas, y cuya prosa, que cambió para siempre la comprensión científica de la vida sobre la tierra, posee una fuerza narrativa que solo puede compararse con la de las grandes novelas» (El País, 31.01.09). Así celebraba el novelista Antonio Muñoz Molina una nueva edición del Viaje de un naturalista alrededor del mundo, la excursión de cinco años de la que extraería los conocimientos y las pruebas con los que acabaría veinte años después cambiando nuestra visión del mundo. «Estoy casi convencido de que las especies no son inmutables», escribió en otra carta el mismo hombre que zarpó en un buque de la marina real inglesa un 27 de diciembre de 1831 creyendo en Adán y Eva y volviendo sin noticias de Dios.

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Aquel diario aventurero de un tipo de apenas veintidós años embarcado en el Beagle en calidad de naturalista es uno de los cien libros capitales incluidos en El canon oculto. Una nueva biblioteca de Alejandría para la ciencia (Crítica) del profesor José Manuel Sánchez Ron, una selección con la que nos recuerda que lo mejor de la cultura impresa no estaría completa si en ella solo hay literatura y filosofía.

De la importancia de ese mismo viaje también habla Bienvenido León por ser Darwin uno de los diez Grandes comunicadores de la ciencia. De Galileo a Rodríguez de la Fuente (Comares Editorial y Fundación Lilly), trabajo en el que arroja luz sobre las estrategias y técnicas narrativas de que se han valido con éxito gigantes de la ciencia (Darwin, Galileo, Humboldt, Ramón y Cajal) y de la divulgación (Jane Marcet, Rachel Carson, Carl Sagan, David Attenborough, Jane Goodall, Félix Rodríguez de la Fuente).  

Sánchez Ron clasifica libros y autores por eras (la de los manuscritos, la de la imprenta, la de la Ilustración y la de los siglos XIX y XX) y abunda en ese vicio confesable que son las listas, con selecciones más breves de autobiografías científicas (con maravillas como la de Einstein o las memorias de Rita Levi-Montalcini), de los libros más influyentes o de obras cumbre que puede degustar cualquiera, como esa joya de Oliver Sacks que es El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. Bienvenido León, por su parte, cierra cada semblanza con una breve entrevista a especialistas sobre las habilidades comunicativas de los protagonistas de su libro.

Ya hemos visto que ambos autores coinciden, como no podía ser de otra manera, en Darwin y sus ganas de hacerse entender. Otro tanto pasa con el padre de la neurociencia moderna, Santiago Ramón y Cajal. Sánchez Ron se detiene en la obra –Textura del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados (1899-1905)– con la que consiguió desentrañar secretos del cerebro como nunca antes nadie lo había logrado. Bienvenido León se centra más en sus destrezas, incluidas las pictóricas, para difundir el conocimiento científico. Otras coincidencias incontestables las encontramos en Raquel Carson y Carl Sagan, con dos clásicos de la literatura de divulgación, Primavera silenciosa y Cosmos, respectivamente.

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De la obra precursora de la ecología moderna, León pondera la pericia de Carson para maridar de forma natural arte y ciencia y con ese fin seducir al lector: «La razón por la que Carson utiliza este estilo es puramente pragmática: considera que es la mejor forma de proporcionar conocimiento que pueda ser entendido, lo que constituye un requisito para pasar a la acción. No se trata, por tanto, de un ejercicio literario cuyo objetivo se agote en el mero placer de la lectura, sino que el goce provocado por la contemplación de la obra de arte facilita la asimilación del conocimiento y el cambio de comportamiento que la autora propone».

¿Por qué no esforzarse literariamente, con todas las metáforas que sean necesarias, si así se explican mejor los efectos de los principales insecticidas? El libro de Carson, que ayudó a cambiar la legislación sobre el uso de pesticidas, se convirtió en un superventas, como también lo fue Cosmos de Sagan, astrofísico sí, pero sobre todo estrella de la televisión de los años ochenta, auténtico showman de la ciencia cuando convirtió su libro en serie que él mismo protagonizó y dirigió.

Al ver a Sagan ante la cámara uno se acuerda de Leonard Bernstein por ese don natural que ambos tenían para estar enamorados de su materia de estudio y saber transmitir al gran público ese amor sin aparente esfuerzo. Sagan creía que la divulgación era clave no solo para superar mitos y tumbar seudociencias, sino para que los ciudadanos sean conscientes de las bondades de invertir en la investigación científica; dicho de otro modo: esencial para saber en qué se gastan el dinero de todos.

En nuestra televisión (cuando solo había dos canales), Cosmos llegó cuando se iba poniendo fin a uno de los hitos de la pequeña pantalla de los setenta, El hombre y la tierra (1974-1981) de Félix Rodríguez de la Fuente, el gran divulgador de la naturaleza española, como lo define Bienvenido León. Nunca antes ni después los lobos o las águilas ocuparon tanto espacio en horario de máxima audiencia. Varias generaciones marcadas por las competencias comunicativas de un naturalista que era dueño de una voz única e inolvidable.

Grandes comunicadores de la ciencia [2]
Bienvenido León
Editado por Fundación Lilly y Comares
300 páginas
26,60 euros

El canon oculto [1]
José Manuel Sánchez Ron
Editorial Crítica
560 páginas
29,90 euros

Informando de ciencia con ciencia

Bienvenido León es uno de los coordinadores de un manual esencial para cualquier interesado en la divulgación científica, Informando de ciencia con ciencia [3], impulsado por Fundación Lilly y editado hace justo un año por Debate.

Periodistas científicos e investigadores abordan en él algunas de las cuestiones a las que los comunicadores de ciencia se enfrentan en el ejercicio de su profesión: ¿Cuáles son las particularidades del periodismo especializado en ciencia? ¿Cómo comunicar un riesgo al público? ¿De qué manera incluir la perspectiva de género en la cobertura de noticias científicas? ¿Cómo transmitir de manera responsable esta información? ¿Se deben explicar las incertidumbres que rodean a la ciencia?

La obra se complementa con el pódcast La ciencia de informar [4].