“Lo cierto –confiesa– es que tuve muchísima suerte en mis años jóvenes porque conocí una profesora encantadora que, motu proprio y de forma gratuita, me dio clases particulares; de su mano aprendí cosas que no figuraban en el currículum, como la estructura del átomo, por ejemplo. También me regaló esa obra sobre los ácidos nucleicos, la primera que empezó a hablarme de la estructura del ADN y que fue un detonante para que experimentara una verdadera fascinación por la bioquímica”.
Y sin esa fascinación cabe especular si no nos hubiéramos perdido algunos hallazgos pioneros sobre el modo en que las células sanas mutan y se convierten en células malignas. Un ámbito de investigación en el que Barbacid ha estado a la vanguardia con sus trabajos sobre el oncogén (responsable de la transformación de la célula) publicados en los años ochenta. A finales de la década siguiente, tras volver de Estados Unidos, impulsó y fue el primer director del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), donde actualmente continúa trabajando en la búsqueda de nuevas dianas terapéuticas como jefe del grupo de Oncología Experimental.
Miedo injustificado
Sería un error que el interés por la ciencia quedara ceñido casi en exclusividad a los propios científicos. #LaCienciaNoMuerde y cualquier edad es buena para acercarse a ella a través de libros o documentales. Para Barbacid, que desde hace varias décadas encarna para mucha gente la imagen de la investigación médica española de laboratorio, resulta complicado concebir que alguien pueda rehuir el contacto con la ciencia siendo como es la herramienta más eficaz a nuestro alcance a la hora de abrir camino y afrontar cuanto ignoramos. “Sin ella”, recalca, “no tendríamos el bienestar de que hoy gozamos. La ciencia debe despertar cualquier sentimiento menos miedo o rechazo. Debe suscitar interés, curiosidad, ganas de conocer lo desconocido. Por tanto, hay que verla como una amiga, como alguien a quien conviene tener siempre a nuestro lado”. De hecho, sin ciencia, nos ha advertido Barbacid más de una vez, los países se quedan obsoletos.
De su estancia en Estados Unidos, tiene aún fresco el recuerdo emocionante que supuso descubrir la serie de documentales protagonizados por ese clásico de la divulgación científica que fue el astrofísico Carl Sagan, fallecido en 1996. “Seguro que ahora hay nuevas maravillas en formato televisivo o en letra impresa con un efecto similar, que favorezcan la inmersión en el mundo de la ciencia y que contribuyan a despertar esa curiosidad que es innata al ser humano”.
También en #LaCienciaNoMuerde
– Christian Gálvez: “Leonardo era un científico que hacía arte para poder seguir investigando”
– Juan Luis Arsuaga: “La ciencia no tiene que ser divertida sino interesante”
– Irene Villa: “Soy claro ejemplo de cómo la ciencia nos ayuda a vivir mejor”
– Álvaro Urquijo: “Pasar de la ciencia es pasar de lo que somos y nos rodea”
– Rubén Amon: “Los de letras crecimos viendo a las ciencias como el enemigo”
– Xurxo Mariño: “La ciencia es comprender el mundo con ilusión”
– Carmen Iglesias: “Los libros de ciencia ayudan a saciar el hambre de curiosidad”
– Antonio Muñoz Molina: “Necesitamos libros de ciencia para saber estar en el mundo”
– Rosa Montero: “Hay libros de ciencia que enganchan como la mejor novela”
Más cultura científica
#LaCienciaNoMuerde es un proyecto de la Fundación Lilly y hoyesarte.com que tiene entre sus objetivos contribuir al enriquecimiento de la cultura científica de la sociedad española. A través de esta iniciativa, personalidades de la cultura y la investigación animan a perderle el miedo a la ciencia recomendando obras de divulgación.
Por él han pasado personalidades como Álvaro Urquijo, cantante de Los Secretos, los novelistas Rosa Montero y Antonio Muñoz Molina, la historiadora Carmen Iglesias, autores como Rubén Amón, Irene Villa o Christian Gálvez, y nombres ligados a la ciencia española como Juan Luis Arsuaga, Xurxo Mariño, Mariano Barbacid, José Antonio Sacristán o José Manuel Sánchez Ron.