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De cómo Isabel Allende liberó a una esclava

Mujer, mulata y esclava era Zarité, que con apenas 9 años fue vendida a un francés dueño de una de las más importantes plantaciones de azúcar de Haití. Pero como ella misma relata, “he tenido mejor suerte que otras esclavas. Voy a vivir largamente y mi vejez será contenta porque mi estrella brilla también cuando la noche está nublada. Conozco el gusto de estar con el hombre escogido por mi corazón cuando sus manos grandes me despiertan la piel. He tenido cuatro hijos y un nieto, y los que están vivos son libres”.

Heroína

De esta forma enmarca Isabel Allende a la protagonista de La isla bajo el mar, su última, comprometida, durísima y cautivadora obra. Un libro sobre la esclavitud en el que ha estado enfrascada durante más de dos años, recabando datos, visitando lugares y trasladando toda esta tragedia al papel.

“Esta escritura me costó una enfermedad de estómago y muchos días de sufrimiento por el impacto atroz de constatar lo que el ser humano puede llegar a hacer con otro ser humano”.

La historia de Zarité es la de una heroína. La de una luchadora que se rebela y aspira a tomar las riendas de su vida aunque al final y por sus hijos renuncie de una forma heroica a su libertad personal, aunque sigue batallando no sólo por su propia transformación sino por la de su entorno.

En el momento en que el libro se desenvuelve, en Haití vivían algo más de 30.000 personas libres y más de medio millón de esclavos que soportaban un trato infrahumano y eran explotados en jornadas laborales de veinte y más horas hasta la muerte. De hecho, quienes trabajaban en las plantaciones morían por término medio a los cinco-seis años de haber sido esclavizados.

“El tema me salió al encuentro y desde ese momento tenía que contarlo, explica la escritora. Tenía que hacerlo porque siempre me han preocupado las desigualdades y la esclavitud es el paradigma de esa situación. Además, estamos también hablando del mundo de hoy. No hace falta irse lejos ni en el tiempo ni en el espacio, porque si consideramos esclavo a quien es retenido contra su voluntad y obligado a trabajar sin pago y bajo amenaza de violencia, en el mundo de hoy la esclavitud no ha desaparecido. Más de 27 millones de personas viven esa dantesca situación. Ahí están los niños soldados de África, las niñas recluidas en prostíbulos de Camboya, los esclavos del carbón en la Amazonia…”

Rebelión

Pero Isabel Allende se rebela y a través de la escritura libera a Zarité cuando ésta relata: «Golpeo el suelo con las plantas de los pies y la vida me sube por las piernas, me recorre el esqueleto, se apodera de mí, me quita la desazón y me endulza la memoria. El mundo se estremece. El ritmo nace en la isla bajo el mar, sacude la tierra, me atraviesa como un relámpago y se va al cielo llevándose mis pesares».

Asume esta escritora, que desde que sorprendiese al mundo con La casa de los espíritus ha vendido más de 60 millones de libros traducidos a 27 lenguas, que la paz es la lucha mayor de las mujeres porque son las únicas que no ganan nada con el militarismo.

Se rebela contra esta situación y crea una novela y un personaje que dentro de la tragedia atisba algún horizonte. Cierto es que Zarité aunque sufre los caprichos del deseo de su amo, no ha conocido el látigo de los capataces o el hambre que ha matado a muchos de los suyos.

Cierto es que eso no es suficiente para ella pues anhela el derecho a ser libre, como lo fue en algún momento su abuela en su África natal. Deseos que se estrellan ante la realidad cruel que establece que una esclava carece de derechos tan elementales como el de mantener a su lado al hijo que ha concebido de su amo.

A su modo, quien le da forma a esta esclava/heroína la libera, le da alas y la anima para que viva al decirle «baila, baila, Zarité, porque esclavo que baila es libre…mientras baila».

La isla bajo el mar
Isabel Allende
Plaza Janés/Círculo de Lectores