Cuenta Levy que una tarde de noviembre de 1994 sonó el teléfono de su despacho. «Yo era director financiero y vicepresidente de una empresa de Silicon Valley que desarrollaba productos para el activo sector de la edición en color por ordenador.
– Hola, ¿hablo con Lawrence?
– Sí, soy yo.
– Soy Steve Jobs, dijo la voz al otro lado de la línea… Quisiera hablarte de una empresa que tengo. La empresa se llama Pixar.
Mi primera reacción fue de asombro. Que Steve Jobs me llamara de pronto era sorprendente. Pero la excitación inicial se desvaneció pronto; una somera pesquisa me reveló que Pixar tenía una historia de lo más accidentada. Steve había comprado esta empresa, que George Lucas había fundado como filial de Lucasfilm, ocho años antes, tras lo cual, al parecer, había invertido en ella varios millones de dólares con la esperanza de desarrollar un potente ordenador gráfico con el consiguiente software. ¿Resultado? Poca cosa. Pixar había renunciado hacía tiempo a desarrollar ese ordenador gráfico y ninguna de las personas a las que pregunté sabía muy bien cómo se mantenía Pixar en aquel momento. Conectamos enseguida. Me pasé casi una hora sentado escuchando a Steve, que me explicaba la función que esperaba que yo desempeñara. Me dijo que quería a alguien que se encargara de Pixar. Alguien que dirigiera el negocio, que ideara una estrategia, que la sacara a bolsa…».
Levy aceptó la propuesta y entre él, Jobs y un magnífico equipo de creativos redefinieron los objetivos de Pixar, que pasó a centrarse en la producción de películas animadas. Además recabaron la ayuda de bancos de inversión y de potenciales accionistas para salir a bolsa –cosa que hicieron con un resultado muy superior al de sus expectativas– y en 1995 consiguieron un inmenso éxito con su primer largometraje, la hoy legendaria Toy Story.
Con una notable habilidad narrativa que hace que el lector tenga la sensación de estar ante una novela, Levy reconstruye en este libro las difíciles decisiones empresariales que tuvo que adoptar para levantar el estudio; no sólo las de carácter estratégico, sino también las que afectaron a las relaciones humanas.
También traza un retrato sincero y cálido de la cultura del trabajo en el sector de la alta tecnología y la creatividad de California, y esboza un perfil profundo y afectuoso de Steve Jobs, un genio que tras el éxito de Pixar volvería a recuperar su notoriedad. Y además refleja con lucidez los equilibrios que un director financiero debe mantener entre el lado creativo de una empresa y su contraparte administrativa. Se trata, en suma, de un seductor viaje empresarial y personal por la exitosa compañía que ha concebido algunos de los personajes animados más célebres de nuestro tiempo.
En la parte final de este libro lleno de puntos de interés, Levy, que había abandonado la productora relata su regreso años más tarde. Lo hace en un tono marcado por la nostalgia: «De camino a Pixar pasé por la casa de Steve, que seguía a unas calles de la mía. Hacía tres años y medio que había muerto. Tres años y medio. ¿Cómo podía haber pasado tanto tiempo? El recuerdo del tiempo que pasamos juntos era tan vívido como si nos hubiéramos visto el día anterior. Aquel día, yendo a Pixar por primera vez en varios años, al pasar por la casa de Steve, reduje la velocidad. Me sentí embargado por una mezcla de tristeza y nostalgia. ¡Qué bonito habría sido parar una vez más para ver si estaba!».
De Pixar al cielo
(Mis años con Steve Jobs y cómo reinventamos la industria del cine)
Lawrence Levy
Ediciones Deusto
268 páginas
19,95 euros