«Yo, para todo viaje
-siempre sobre la madera
de mi vagón de tercera-,
voy ligero de equipaje.
Antonio Machado».
Se cumplen ahora 71 años de la muerte, apenas unos días más tarde, de una de las personas que hicieron aquel dramático viaje. Cuando murió Antonio Machado en una pequeña y humildísima habitación en la población francesa de Collioure, el 22 de febrero de 1939 a las tres y media de la tarde, tuvieron que sacar el cadáver alzándolo sobre la cama donde su madre Ana estaba inconsciente. El poeta estuvo de cuerpo presente en la habitación de al lado. Luego, siguiendo su expreso deseo, fue amortajado con una simple sábana. El entierro fue estrictamente civil, también por decisión comunicada a su hermano unos dias antes, y de una sobriedad acorde con su pensamiento y manera de ser.
Obra de aliento permanente
Lo cuenta el historiador Ian Gibson en Ligero de equipaje, la biografía publicada hace un par de años en la que trabajó a lo largo de ocho para trazar en 700 páginas una imagen humana, próxima y muy documentada de uno de los poetas españoles más leídos y venerados de todos los tiempos. Los 70 años sin Machado bien merecen el rescate de este libro que nos acerca a una vida y a una obra, sobre todo una obra, de aliento permanente.
Nacido en una familia sevillana intelectual con hondas raíces republicanas, ciudadano de Madrid a partir de los 8 años, el paso de Machado por la Institución Libre de Enseñanza lo marcó indeleblemente, como su estancia en París en donde la poesía simbolista le quedaría impresa para siempre.
A partir de 1907 fue catedrático de Lengua Francesa en institutos de Soria, Baeza, Segovia y Madrid. En su destino soriano se casaría con una casi niña Leonor Izquierdo, una de las dos grandes pasiones femeninas de su vida, que moriría poco tiempo después sumiendo al escritor en una muy honda melancolía.
Vehemencia arrebatada
Contrasta una vez más con la apariencia de persona tranquila que el autor conservó y conserva, la vehemencia arrebatada de sus pasiones. Una forma de sentir que su obra literaria, aparentemente reposada, trasluce.
Participó de forma muy activa en las iniciativas culturales de la Segunda República y a lo largo de la Guerra Civil fue un entusiasta defensor de las tesis republicanas. Entretanto, en Burgos, su hermano Manuel cantaba las proezas del bando franquista como desgarrado exponente de la tragedia de las dos Españas.
Sus ideas le obligaron a cruzar en compañía de su madre y en unas condiciones vergonzosas, la frontera francesa. Sólo tres semanas más tarde, a los 64 años, moriría.
Mañana, unos pocos españoles se acercarán a Coillure, depositarán unas flores y una bandera republicana sobre su lápida y entonarán aquellos versos que más que escribir, sangró un hombre a cuyos ideales fue fiel hasta el último día: «Españolito que vienes / al mundo, te guarde Dios. / Una de las dos Españas ha de helarte el corazón».
Setenta y un años sin Machado. Siete décadas creciendo una poesía de humanismo profundo e inabarcables horizontes.
Ligero de equipaje.
(La vida de Antonio Machado).
Autor: Ian Gibson.
Editorial Aguilar.