«Al contemplar, ahora con tres siglos de distancia, los jalones que se sucedieron en la fundación de la Real Academia Española y el alumbramiento de su espléndida obra primera, llama la atención una peculiar circunstancia que es la reiteración, se diría que casi cabalística, aunque indudablemente casual, del número trece en los intervalos de aquellos hitos». Así da comienzo el preámbulo de esta nueva edición del diccionario de la lengua española. Trece años tomaron para la elaboración del primer tomo en 1726. Trece años pasarían hasta que fuera alumbrado el segundo. Y trece años han pasado desde la publicación de la vigesimosegunda edición, allá por 2001. El número del malfario, sin embargo, no parece traer mala suerte a una obra que sigue en plena forma.
Unos 6.000 términos nuevos con respecto a su edición anterior dan lugar a las 93.000 entradas que conforman el presente volumen. Como siempre destacan las nuevas incorporaciones, en su mayoría hijas de nuestro tiempo. Así, la red de microblogging Twitter ha entrado por la puerta grande con «tuit», «tuitear» y «tuitero». Palabras como «amigovio», procedente de Argentina, México, Paraguay y Uruguay, dan muestra del carácter de las relaciones actuales. Otras más propias de nuestro país forman parte de las páginas de lo nuevo de la RAE, como «blaugrana» o «birra», si bien también se han introducido extranjerismos como «backstage«, «establishment» o «chaise longue«.
Omisiones y nuevas acepciones
Una vez más sorprende la omisión de algunas palabras esperadas, como «escrache», palabra del año 2013 según la Fundéu, o «selfie«, la consabida autofoto que tan de moda está en nuestros días. Otras de acervo popular como «finde», «choni» o «pibón» se encuentran en fase de estudio, quizá para una futura inclusión. Sin embargo, las páginas del diccionario se modernizan cada vez más con términos informáticos como «hacker» o «gigabyte«.
La vigesimotercera edición del diccionario de la lengua española incluye, además, nuevas acepciones para palabras que ya habían sido incluidas en anteriores ocasiones. Así, «affaire» se acepta plenamente como una aventura amorosa, «alfombrilla» es reconocida como la pieza por la que deslizar el ratón del ordenador, «colchón» puede ser entendido como un margen favorable en alguna situación y «gaita» se alza como una tontería o cosa sin importancia.
La Real Academia Española ha trabajado con las veintidós corporaciones integradas en la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) para conformar una obra panhispánica que bebe incluso de ciertos términos de Guinea, que ha facilitado vocablos de plantas y animales a través de una incipiente Academia. De hecho, se planea el lanzamiento de una edición popular destinada a América, además de un volumen para coleccionistas que respeta el diseño de la serie antigua.
Los trescientos años de una de nuestras instituciones más venerables son una oportunidad única para hacerse con un tomo tan necesario, consejero en momentos de duda y fiel retratista de una época, una filosofía y una sociedad.
Diccionario de la lengua española. Vigesimotercera edición. Versión normal [2]
Real Academia Española
Espasa
2.432 páginas
99 euros