Tres son los pilares sobre los que se apoya el libro de Romero: Carmen Díez de Rivera, el Rey y Adolfo Suárez. Tres figuras clave de la Transición. Los tres muy buenos amigos y comprometidos en la difícil tarea política que compartieron. El eje central de este triángulo es Díez de Rivera, a quien se obligó a ser fuerte ante las difíciles circunstancias que le tocó vivir.
Que una mujer joven y muy atractiva como era Díez de Rivera ocupara un puesto de responsabilidad era algo que llamaba la atención en la España de los 70. No faltaron los comentarios suspicaces acerca de su estrecha relación con Suárez y el Rey. Díez de Rivera tuvo que hacer frente a los rumores para demostrar que había llegado a su cargo gracias a su valía profesional.
Adelantada a su tiempo
Quien fuera mano derecha de Suárez, como jefa de Gabinete en el segundo Gobierno de la Monarquía, ya denunciaba en los años 90 el déficit democrático del sistema político español, déficit que no ha hecho más que incrementarse y hacerse más evidente en los últimos años.
«La política no puede ser una profesión permanente o una renta vitalicia. Creo que hay que estar siempre en transición. Desgraciadamente, la clase política y la periodística en España están convencidas de que ya lo hicieron. Se equivocan», afirmaba, demostrando una visión premonitoria.
Una mujer rebelde que no acostumbraba a guardarse nada para sí. Aunque su amistad con Adolfo Suárez acabó siendo muy íntima, no dudó en entrar en el despacho del entonces secretario general del Movimiento (el partido único franquista) y lanzarle un «¿Cómo usted, tan joven, puede ser fascista?».
Documento histórico
La autora ha revisado a fondo una obra que fue un éxito de ventas hace más de una década y que venía siendo reclamada por muchos lectores, y ha completado el texto inicial con nuevas aportaciones y matices que revalidan la frescura del relato.
El triángulo de la Transición nos devuelve íntegro a este personaje extraordinario, a la vez que nos recuerda un periodo de la historia reciente de España no menos extraordinario. El libro se beneficia, como Carmen Díez de Rivera en su día, de una información privilegiada y de primera mano: sus diarios y las numerosas confesiones que le hizo a la autora.