Otto Frank. Lo que tenemos por hacer nunca terminará es un pequeño volumen dedicado a Ana Frank y a su legado, una edición que ha contado con la colaboración de la Anne Frank Fonds, de cuyos archivos proceden las numerosas fotografías familiares que ilustran el libro, así como de las transcripciones de las entrevistas realizadas por Alfonso Fornieles Ten.
Héroe sencillo
Durante casi dos años vivió la familia Frank en un ático de Ámsterdam. Otto se vio obligado a esconder de la barbarie nazi a su mujer y a sus hijas junto con otros amigos. Tras un chivatazo, la familia fue descubierta y llevada a los campos de exterminio, donde murieron todos salvo Otto Frank. Confluencia recupera ahora el recuerdo del padre de Ana Frank en dos entrevistas inéditas.
La primera de ellas tuvo lugar en 1967 y fue con el periodista italiano Arnoldo Foá. Se trata de un relato breve que originalmente fue emitido por la RAI. La segunda conversación la mantiene con el estadounidense Arthur Unger, en 1977, en ella Otto y su segunda esposa, también superviviente de los campos de concentración alemanes, responden a preguntas de todo tipo en lo que fue un largo encuentro.
En las palabras íntimas y emotivas de Otto se recoge que sabía del deseo que tenía su hija de convertirse en escritora, aunque reconoce que jamás fue consciente de que escribía aquel diario. Por esta razón editó y publicó las páginas de Ana. Entre los cambios que introdujo recuerda que omitió algunas anotaciones de su hija, ya que sabía que a ella no le hubiera gustado publicarlas, porque eran notas muy personales e infantiles; además censuró una palabra, y explica por qué.
Este héroe sencillo recuerda momentos de su convivencia cuando estaba escondido con su familia, y de sus miedos y penurias en aquellos años. Frank comparte, además, las felices consecuencias de haber publicado El diario de Ana Frank, y no tiene reservas al hablar de los alemanes de su tiempo.
Protectora de escondidos
Un papel importante en la vida de los Frank lo tuvo Miep Gies (1909-2010), la secretaria de Otto, que ayudó a la familia durante el tiempo que permanecieron en el escondite, les proporcionaba víveres y cursos para que las niñas pudieran aprender y, además, encontró y guardó los escritos de Ana para devolvérselos a su padre después de la guerra, tras confirmarse la muerte de Ana en el campo de Bergen-Belsen.
En el volumen de Confluencia, Miep Gies también cuenta con un apartado en el que relata su experiencia en unos años muy duros, «todos sabíamos que (Ana) escribía un diario, porque le conseguíamos papel, pero para escribir se aislaba por completo», rememora Giep en su entrevista con Menno Metselaar en 1998.
Otto Frank. Lo que tenemos por hacer nunca terminará
Traducción: José Miguel Parra Ortiz
Confluencia
148 páginas
12 euros
Primeras páginas