Este experto en las bondades y amenazas que ha traído consigo la última gran revolución tecnológica cree que la complejidad del mundo actual supera claramente nuestra capacidad de comprensión. Necesitamos relatos que nos ayuden a entender, y eso ha hecho Bridle: contar una historia angustiante a la que ha llamado La nueva edad oscura protagonizada por internet y las redes sociales, la vigilancia masiva, la ideología capitalista, las conspiraciones, el big data y otras muchas cosas más que conocemos bien pero sobre las que no reflexionamos lo suficiente.
Aunque a lo largo de trescientas páginas describe un panorama ciertamente desolador, se despide con un mensaje optimista. “No estamos indefensos, no carecemos de capacidad de actuación, ni estamos limitados por la oscuridad. Solo tenemos que pensar, repensar y seguir pensando”. En realidad, nos emplaza a pensar de otro modo, de una manera novedosa, a repensar el mundo para poder vivir en él de una forma diferente.
Se avecina una nueva edad oscura y lo primero es entender cómo es posible que eso suceda si tenemos más información y estamos más interconectados que nunca, y ya no hay barbaridad que escape a nuestros ojos. ¿Cuanta más información menos capacidad para procesarla y responder en caso preciso? Bridle cita a un prestigioso meteorólogo computacional que vislumbra una época en la que nuestros nietos sabrán menos sobre el mundo en el que van a vivir de lo que nosotros sabemos hoy. La idea es que aunque ya no haya forma de entender las cosas plenamente, hay que aspirar a entenderlas para poder sobrevivir.
Por cada miedo que nos mete en el cuerpo Bridle nos proporciona un montón de datos e historias con afán pedagógico y ganas de concienciar. Así en el capítulo dedicado al clima, para que nos conste el ritmo destructivo que llevamos, nos alerta de que hace solo un siglo en la India había más de cien mil variedades de arroz mientras que hoy apenas son unos pocos miles. O que los cinco mil tipos de manzana que había en el continente americano se han quedado en unos pocos cientos. Sin salir del cambio climático y para desgracia de los que no disfrutan metidos en un avión, nos recuerda que la incidencia de turbulencias en cielo despejado aumenta cada año y seguirán haciéndolo a causa de los niveles crecientes de dióxido de carbono en la atmósfera que no paramos de generar.
Ahora bien, si el relato de Bridle tiene un gran villano, ése es el conglomerado de empresas que hoy controlan las tecnologías que dominan nuestras vidas. Nunca tan pocos tuvieron tanto poder sobre tantos. La desigualdad y la precariedad campan a sus anchas. La sensación, sin embargo, puede parecer la contraria: que cualquiera tiene hoy herramientas para poder hacer cosas impensables un par de décadas atrás y globalmente buenas para la sociedad. “Nuestra visión”, sostiene el autor, “es cada vez más universal pero nuestra capacidad de actuar es cada vez menor. Cada vez sabemos más sobre el mundo, pero somos menos capaces de hacer algo al respecto”.
Pasamos asimismo demasiado tiempo consumiendo mensajes en espacios poco o nada transparentes. “Cuando vemos un vídeo tras otro, cuando leemos los muros de actualizaciones de estado y las sucesiones de tuits, es inútil intentar discernir entre bazofia generada por algoritmos y noticias falsas cuidadosamente diseñadas para generar dólares publicitarios; entre ficción paranoica, acción estatal, propaganda y contenido basura; y entre desinformación deliberada y verificación de hechos bien intencionada”.
Hay, ya se ha dicho, un mensaje esperanzador en sus páginas pero los que se acerquen al libro de Bridle con la idea previa de que sus hijos serán más ignorantes y vivirán peor que ellos encontrarán unos cuantos argumentos para respaldar ese temor. Esa desgracia.
Traductor: Marcos Pérez Sánchez
Editorial Debate
320 páginas
21,90 euros
Categorías: Ensayo
Etiquetas: Editorial Debate, James Bridle, Luis Pardo, Marcos Pérez Sánchez