El mundo entero se ha horrorizado de las consecuencias del nazismo en los últimos 70 años. La investigación ha revelado que muchos funcionarios, trabajadores ordinarios, médicos y maestros de escuela, lejos de ser espectadores inocentes, desempeñaron un papel capital en la consolidación del poder del tirano, incluso artistas y músicos han figurado vergonzosamente entre los colaboradores.
Pero hasta ahora nadie había examinado el papel que tuvieron los filósofos, en apariencia un grupo pacífico y no comprometido. Yvonne Sherratt, con el estilo de un docudrama minuciosamente investigado, analiza en Los filósofos de Hitler los pensadores que circundaron a Hitler antes, durante y después del Holocausto.
Hitler profesó adoración por Nietzsche, simpatizó con las interpretaciones alemanas de Darwin y descubrió vestigios de antisemitismo en la filosofía alemana, con los que legitimó diversos conceptos. De Kant a Nietzsche, de Alfred Bäumler a Kurt Huber, de Theodor Adorno a Walter Benjamin, todos estos filósofos debatieron en torno a las mismas ideas que fueron utilizadas por el dictador alemán para sus propósitos.
Sherratt se adentra en cuestiones como por qué estos y otros filósofos eran tan atractivos para Hitler. ¿Por qué tuvo la colaboración de filósofos como Schmitt, redactor de la constitución legal de los nazis, o de Heidegger? Probablemente vieron en ello la oportunidad de ascenso dentro de las universidades alemanas. Pero, ¿cuáles fueron sus historias y por qué se adhirieron al racismo y a la guerra? ¿Qué hay de la curiosa historia de Hannah Arent, judía alemana enamorada de un nazi convencido?
El libro concluye con los juicios de Nuremberg, examinando si algunos filósofos fueron enjuiciados y si las universidades alemanas fueron purgadas de nazis después de 1945.
