Tras la universalmente celebrada serie Corazón de tinta, Funke publicó Carne de piedra y Sombras vivas, dentro de la colección Reckless, el mundo de los espejos. Ahora, con motivo de la publicación en español de la tercera entrega de esa serie bajo el título El hilo de oro (Siruela), el lector vuelve a colocarse al otro lado del espejo, esta vez con el hilo conductor de los cuentos populares rusos.
Rusia y más
«Desde las guerras napoleónicas en Rusia hay un profundo respeto de las clases sociales altas hacia el campesinado pues tuvieron que luchar hombro con hombro. También un gran respeto hacia la tierra. Eso se refleja en los cuentos populares. Hay una gran comprensión de lo que supone el paisaje y la naturaleza. Eso también se percibe en la música rusa y en la tradición chamánica que aún pervive hoy en día. En los cuentos rusos los dioses son dioses de la naturaleza que surgen de las rocas, de los árboles, de los animales, del clima… El invierno es un gran dios. También hay mucha presencia de personajes femeninos muy potentes. Los cuentos rusos siguen muy vivos en la cultura de hoy pues Puškin los reinventó. Él se declaraba en parte moro, por lo que sus versiones tienen esa magia de los relatos orientales. Por eso utilizar la literatura popular rusa ha sido magnífico».
Con motivo de la presentación de este nuevo desafío a la imaginación de la escritora alemana afincada en Los Ángeles, nos encontramos con Funke en Madrid, «una ciudad que me recarga las pilas, algo que me sucede con muchas de las cosas que tienen que ver con este extraordinario país que es España».
«Mis cuentos se basan en verdades históricas. Todos esos monstruos, ogros y brujas, que tanto nos dicen de nuestro pasado, de paisajes y dioses perdidos. Para mí el siglo XIX es el siglo en el que decidimos ser dioses y reinventar el mundo y vemos las secuelas hoy en día, tanto secuelas maravillosas como terribles. Como narradora de relatos es magnífico poder jugar con los cuentos populares tradicionales y con la historia del siglo XIX».
Anunció Funke que la serie Reckless la integrará definitivamente seis libros. El cuarto, que será el próximo, se basará en cuentos japoneses; el quinto viajará hacia los relatos de América, tanto la de Norte como la del Sur, «un legado tan rico que permitiría escribir cien libros». El sexto libro abordará relatos de África para terminar con los cuentos populares españoles. «Ese es el plan trazado, aunque puede variar porque siempre sigo la ruta que los cuentos me marcan».
El cuento como laberinto
Extremadamente meticulosa, la escritora confiesa que en ocasiones y antes de dar por definitivo un texto lo reescribe hasta quince veces «porque tienes que encontrar el tono y un cuento es un laberinto que intenta esconderte su corazón. Tu obligación es encontrarlo y darle la forma que está pidiendo. A veces tengo la sensación de que cuanto más tiempo trabajas en esto de escribir, más grande e intrincado se vuelve ese laberinto. Pero cuando encuentras el secreto, la satisfacción es enorme».
A la pregunta de si ha encontrado diferencias sustanciales en el fondo de los cuentos dependiendo de su procedencia o los temas fundamentales son en todas las culturas similares, responde que las dos cosas tienen su parte de verdad. «Hay cuestiones que están conectadas con la naturaleza humana en todos los sitios, como las relaciones entre hijos y padres, el amor… Pero también hay ciertos patrones de jerarquías sociales, creencias espirituales o paisajes que han formado los cuentos y que son específicos de cada zona del mundo. En África, por ejemplo, el sol es muy feroz y está muy presente. En Alemania es muy benévolo y está menos presente en la literatura. Los paisajes exteriores moldean los paisajes interiores y un cuento de hadas de Galicia es muy diferente a un cuento de hadas de Cataluña. Eso es fascinante. Cuando visito un país o una región leo sus cuentos populares porque revelan cómo es lo que voy a visitar. Los relatos nos muestran lo que es común y también lo que nos separa».
La verdad de la fantasía
«Los cuentos están en nuestra vida real. A veces nos olvidamos hasta qué punto la fantasía expresa la verdadera naturaleza de nuestras vidas. Cuando ves los resultados de los científicos que nos cuentan cuál es la realidad del universo vemos que todos los cuentos fantásticos parecen muy cercanos. No nos imaginamos que estamos en un planeta que es una bola que circula en torno a otra bola más grande de fuego, pero esa es la realidad. En España y en la literatura hispanoamericana hay una tradición interesantísima que refleja que la realidad y la fantasía no están en contradicción».
«En Alemania», prosigue, «el vacío negro del fascismo en cierto modo devoró nuestros cuentos populares y provocó una desconexión con la fantasía. Eso no ha sucedido en España. Veo que los niños españoles tienen una comprensión muy natural de los aspectos fantásticos de la realidad. Por eso me satisface mucho estar traducida al español pues sé que es un público que me comprende».
Conexión con la cultura hispana
«En Los Ángeles sobre todo trabajo con artistas mexicanos. Ahora lo estoy haciendo en un proyecto literario con el director de cine Guillermo del Toro. Él está fascinado por la tradición de los cuentos de hadas. Durante ocho años he tenido en una de las paredes de la casita en donde habitualmente escribo un cartel de El laberinto del fauno que es para mí una obra maestra para disfrutar a cualquier edad, que expresa de una manera perfecta una realidad política a través de la fantasía. Yo había trabajado con Guillermo en algunos proyectos para la productora DreamWorks, pero el año pasado recibí una llamada de su agente que me preguntó si me gustaría hacer una novela de esa película que me fascina. Contesté inmediatamente que sí. Ahora he firmado los contratos y ya tengo el primer borrador. No es fácil lograr que esas imágenes tan maravillosas se vuelvan palabras, pero el desafío es apasionante».
«Voy a contar El laberinto del fauno desde la perspectiva del bosque, una idea que le gustó mucho a Guillermo del Toro. Además nos une el hecho de que los dos estamos enamoradísimos de los libros. Él tiene una biblioteca increíble, en realidad en cada uno de los sitios en los que vive se rodea de muchísimos libros y acaba por levantar en cada una de sus casas unas bibliotecas maravillosas».
«También colaboro con Raúl García, un director español, sobre la animación y la interpretación de mis libros. Por todo ello tengo una conexión muy gratificante con la cultura española».
Imaginación y cine
Cuando se le pregunta sobre lo que es la imaginación se refiere a un acto celebrado aquí, en Madrid. «Un niño como de diez años me preguntó: «Cornelia, qué es la imaginación?». Tras meditarlo muy seriamente le contesté: «es la capacidad humana de imaginar que tienes escamas. Un gato, por ejemplo, no tiene la capacidad de imaginarse que podría ser un perro, pero nosotros sí». Y el chico me miró y me dijo: «ahora entiendo lo que es la imaginación».
Respecto a su relación con el cine, «un arte por el que siempre he estado cautivada, lo que ha llevado a que tenga una bien nutrida colección de libros de cine, casi tantos como los que tengo de literatura», se muestra disconforme con las adaptaciones de sus libros a la pantalla. «Siempre me he llevado una desilusión al verlas. He sufrido, he padecido nueve adaptaciones y ninguna me ha gustado. Por eso, por ahora, me he negado a que Reckless, el mundo del espejo, sea adaptado al cine».
Le ilusionan mucho las nuevas generaciones de lectores y de escritores. «He conocido a niños de once o doce años capaces de escribir historias maravillosas. Nuestro mundo va tan rápido que por fuerza las nuevas generaciones tienen que ser diferentes». Lo dice quien confiesa colaborar con la infancia a la hora de planificar sus historias.
No obstante declara que sus libros pueden ser leídos por gente de cualquier edad ante lo que es obligado preguntar si ha tenido la tentación de escribir otro tipo de literatura dirigida, en principio, para personas adultas. «Me siento cuentacuentos, no escritora, y los cuentos no saben de edades. Los cuentacuentos tienen que deshacerse del miedo a las tinieblas de las edades. Percibo que me leen personas de todas las edades. Es precioso cuando recibo cartas que me confiesan que leen mis historias cuatro generaciones de una misma familia. En este último libro desde mis 57 años surgen reflexiones sobre el amor, sobre la relaciones, sobre la muerte… Cosas que resultarían aburridas para un lector de ocho años. Me duele como cuentacuentos pensar que no voy a complacer a mis jóvenes lectores. Intento llegar a todos y en eso me esfuerzo».
Y así, sonriente y como ajena a ser artífice de una literatura que cautiva a millones de lectores de culturas, ámbitos y edades muy diferentes, Cornelia Funke dibuja un zorro como dedicatoria de este, su último libro: «Una historia de cosacos y espías que necesitaba escribir». Una historia ante la que, como ha sucedido en cada una de sus propuestas, caerán rendidos muchos millares de lectores.