Porque el infierno es un círculo y el cielo una línea recta, Lázaro, pícaro y esclavo sexual, camarero y camello, recorre el mundo de ama en amo y de cuerpo en cuerpo. Con hambre de amor, entre promiscuidad y ternura, entre hachís, cocaína, constructores, prostitutas, colegialas, mujeres maduras, mafiosos y políticos corruptos, lucha para no ser un maltratador como su padre y para liberarse de la maldición que le persigue: El beso del canguro.
¿Qué es hoy la picaresca?
Si miramos los periódicos de ahora parece que la picaresca es la forma de vivir en nuestra sociedad. Pero se entiende muy mal lo de la picaresca aplicado a la actualidad porque el pícaro no es un malo corrupto, sino un ser indefenso que, en una sociedad tramposa, se defiende como puede y se ve obligado a hacer trampas.
¿Por qué un homenaje al Lazarillo de Tormes?
En la primera versión de la novela el homenaje era mucho más literal. Pensé en hacer unos cuentos y que cada uno fuese una versión moderna de los personajes del libro. Pero el protagonista que creé me atrapó y al final en realidad lo que se mantiene es el espíritu del Lazarillo, pero no el resto. Me alegra que haya pasado eso porque cuando el personaje se rebela es muy bueno para la novela y para el autor. Con Lázaro nace el antihéroe, el personaje dolido, el superviviente. Por eso es un personaje de mucha actualidad.
La novela picaresca sigue existiendo y la voz de Lázaro y el Lazarillo de Tormes en sí creo que es la primera novela moderna de la literatura española y la que más ha influido en la literatura mundial. Creó un género y su voz es la voz de Huckleberry Finn, la maravillosa historia de Mark Twain, y la voz de Oliver Twist, de Dickens, y la voz del personaje central de la joya de Salinger El guardián entre el centeno. La influencia del Lazarillo no la ha tenido ni El Quijote porque El Quijote es único, no ha habido otro libro igual, pero la novela picaresca es todo un género y refleja esa cualidad del pícaro de adaptarse a las circunstancias. El Lazarillo de Tormes cambió el concepto de novela en el mundo. Hasta entonces reinaba la épica, caballeros perfectos, se contaban las grandes gestas, lo idealizado… Desde entonces nos identificamos mucho más con el niño imperfecto que él representa. La imperfección que también supone ternura.
«Creo en la novela interactiva»
¿Cómo es ese Lazarillo remozado que protagoniza El beso del canguro?
A pesar de los siglos transcurridos Lázaro apenas ha cambiado. Sigue siendo una especie de niño perdido. Mi Lázaro tiene hambre. No tiene hambre de pan, pero la tiene de oportunidades para vivir una vida distinta. Como le ocurre a tantos jóvenes de hoy, tiene hambre de futuro. Mi Lázaro considera que Australia es el lugar donde todo es de otra manera y los sueños pueden hacerse realidad. Para Lázaro, Australia es la otra cara de la realidad, el otro lado del espejo, como lo es para muchos jóvenes encontrar una vida mejor en el extranjero. En ese sentido este libro es un homenaje a España, el país en el que nació el género picaresco, por eso he querido dejar al final una puerta abierta a la esperanza.
He vivido años en el extranjero y echaba de menos ese reconocimiento en un país del que muchos han tenido que marcharse para encontrar un trabajo y un futuro. Mi Lázaro sigue siendo un niño perdido que va pasando de amo en amo. Sus amos son más bien amos sexuales, porque el sexo es hoy en día un arma de dominación. Pero en realidad es un ser que busca el amor y la figura de su madre.
¿El amor, al tiempo, como tabla de salvación y de perdición?
Para Lázaro, como para tantos hombres, las mujeres son fuente de lo mejor y de lo peor. Constituyen un motor en su vida. Mi historia es la del hijo de un maltratador que no quiere ser maltratador. En cualquier libro el punto de vista lo es todo y a la hora de escribir mi punto de vista es el de una mujer. Creo en la novela interactiva en el sentido de que hay que despejar los detalles para que el lector se identifique, para que aporte a lo que lee su propia experiencia y, en cierto modo, contribuya a crear su propia historia.
«Cada vez que publico tengo la sensación de que he dejado abandonado un niño en la puerta de una iglesia»
Afirma que escribir es saltar sin paracaídas. ¿En qué sentido?
Es una frase muy verdadera pues al escribir te tienes que arriesgar. No se trata de encontrar una fórmula que gusta a la gente y te gusta a ti y repetirte. Además es saltar en paracaídas porque si tú de verdad quieres construir personajes y contar su voz y meterte en ellos, tienes que hacer un esfuerzo psicológico brutal, casi esquizofrénico. La verdadera literatura da miedo a quien la escribe y a quien la lee porque si la haces de verdad te juegas tu integridad. Por eso pienso que le va mejor a la gente que no lo hace de verdad, que se guarda cosas para autoprotegerse. Pero la gran literatura siempre se ha hecho a pecho descubierto, entregándose sin guardarse nada. El proceso de escritura de una novela es un proceso de enloquecimiento voluntario y, afortunadamente, transitorio.
¿Y después de publicado el libro, qué pasa con ese esfuerzo, con la entrega realizada?
Es un tema muy interesante sobre el que he reflexionado. Queda en el escritor un sentimiento terrible de indefensión porque deja ya esa historia que, de pronto, ya no le pertenece. Que va a tener lecturas que no te imaginas y te sorprenden. Cada vez que publico tengo la sensación de que he dejado abandonado un niño en la puerta de una iglesia. No sabes si alguien lo va a recoger, si se va a entender con él o si se va a morir solo y abandonado.
¿Como animaría al potencial lector a que se acercarse a este Lázaro de El beso del canguro?
Creo que va a disfrutar, va a aprender, le va a hacer pensar. Seguramente en tramos va a sonreír y en otros a llorar. Es una historia que demuestra que la verdad está ahí abajo y permite cotejar situaciones y épocas. De la época de la picaresca a hoy, en lo esencial no han cambiado tantas cosas. Es una novela muy de hoy que permite comparar con circunstancias muy de ayer.
La autora
Eugenia Rico es licenciada en Derecho y Relaciones Internacionales. Estudió también arte dramático y guión de cine, aunque lo dejó todo por la literatura. Su primera novela, Los amantes tristes, le granjeó el apoyo unánime de la crítica. Después vendrían La muerte blanca (Premio Azorín 2002), La edad secreta (finalista del Premio Primavera de Novela 2004), el ensayo En el país de las vacas sin ojos (Premio Espiritualidad 2005), El otoño alemán (Premio Ateneo de Sevilla 2006), El camino del diablo (Premio Llanes de Viajes 2014) y Aunque seamos malditas, novela que amplió de forma considerable el eco de su voz.
Ha publicado también el libro de relatos El fin de la raza blanca y, en colaboración con Juan Cruz, Saber narrar, manual oficial de narrativa del Instituto Cervantes. Fue la primera escritora española invitada por el International Writing Program de la Universidad de Iowa, por donde también pasaron Raymond Carver, Flannery O’Connor y casi todos los grandes escritores estadounidenses. El conjunto de su obra recibió la Beca Valle-Inclán de la Real Academia de España en Roma.
El beso del canguro [2]
Eugenia Rico
Suma de Letras
200 páginas
14,90 euros
E-pub: 7,99 euros
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