«Con aquel libro hice contra-robo», recuerda Peixoto. «Inicialmente se editaron, en edición de autor, muy pocos ejemplares. Con la ayuda de unos amigos íbamos por las librerías de Lisboa y cuando el dueño se despistaba dejábamos en las estanterías un par de ejemplares con la esperanza de que a alguien le llamase la atención, lo leyese y hablase de él». La artimaña funcionó y hoy ese texto es un referente traducido a más de veinte idiomas.
No es fácil encontrar en la literatura actual una prosa que fluya tan lírica e intensa y, al tiempo, tan poco afectada: «¿Dónde estás, padre, que me has dejado solo gritando dónde estás? En la angustia necesito oírte, necesito que me tiendas la mano. Y nunca más nunca más. Padre. Duerme, mi niño, que has sido tanto. Y se me clava en el pecho no poderte oír ver tocar nunca más. Padre, donde estés, duerme ahora. Niño. Eras un poco mucho de mí. Descansa, padre. Ha quedado tu sonrisa en lo que no olvido, te has quedado entero en mí. Padre. Nunca te olvidaré».
De su ya amplia producción narrativa y poética, ¿con cuál de sus libros se quedaría y por qué?
Es una pregunta muy difícil de responder. Lo normal es que uno siga un camino de evolución. Que intente siempre llegar más lejos y comunicar con más detalle en la búsqueda de lo más esencial. Ahora, viendo esta nueva edición de Te me moriste, el libro que escribí hace veinte años y que se publicó por primera vez hace diecisiete, tengo la conciencia de que a veces en ese camino perdemos algunas cosas que eran importantes y que no fuimos suficientemente capaces de agarrarlas y distinguir en su momento la importancia que realmente tenían. Por eso cuando escribo un libro siempre hago un ejercicio que me parece importante, que es cuestionarlo mucho y solo publicarlo después de llegar a la conclusión, de acuerdo con mi conciencia y con mis valores, de que es un libro necesario. Por eso los libros, mis libros, hablan de una convicción profunda en el momento que fueron escritos. Es cierto que yo, para mejor y para peor, cambio con el tiempo. De algún modo los libros más cercanos, los que publiqué hace menos tiempo, se acercan más a la persona que soy y entre estos tengo orgullo de la novela Galveias, que fue para mí un hecho importante porque además del aspecto literario se mezclan cuestiones personales. Dicho esto, me cuesta mucho señalar una sola de mis obras porque sería como traicionar a las restantes. Todas son puntos, pasos del camino sin las que no hubiera llegado hasta aquí.
A veces parece que su literatura brota en cascada y otras que es producto de una larga elaboración. ¿Se considera usted un escritor de aluvión o un autor reposado que mide y corrige cada línea?
Hoy en día pienso que lo que hace diferente a los escritores de las otras personas que escriben es que los escritores escriben muy despacio. Uno tiene que ser fuerte para resistir esta escritura que exige a nivel intelectual pero, a menudo, también a nivel físico. Te quedas trabajando horas, días, alrededor de una frase, de un párrafo o buscando una palabra. Ese ejercicio tiene algo de obsesivo. Yo me veo como una persona que escribe despacio. Por eso cuando empiezo a escribir ya tengo la idea muy elaborada en mi cabeza. Sé lo que voy a escribir. Pero hay que tener un cierto equilibrio con la espontaneidad que es otro factor muy importante. Estar suficientemente despierto y abierto a lo que pueda llegar.
«La escritura requiere un equilibrio muy tenue»
En su opinión, ¿es un tópico considerar que Portugal y su literatura son un reservorio de sensibilidad, que los escritores de ese país son una especie de abanderados de la sensibilidad en una Europa a la que parece no sobrarle esa cualidad?
Yo no tengo esa idea. Es verdad que escucho con frecuencia, y tiene que ver con lo que apunta, la importancia crucial de autores como Pessoa que tienen una fuerte marca de sensibilidad en la literatura universal. Una marca tan poderosa que contamina, también positivamente, toda una literatura. Personalmente escribo sobre temas que conozco bien y por eso muchas veces me quedo perplejo con todo lo que no viví. En Portugal las personas de mi generación tenemos mucha conciencia de lo mucho que no vivimos porque nacimos tras la dictadura . No vivimos la guerra en las antiguas colonias portuguesas en África, no vivimos la dictadura, no vivimos una guerra como se vivió en Europa central… Yo nací en 1974. En mis libros se nota que tengo, y lo digo en serio, una especie de memoria ancestral de la tierra que viene de mi padre, de mi abuelo y de mis antepasados. En Portugal hay unas cuantas realidades que son impactantes en la historia reciente como, entre otras, la conexión con las antiguas colonias. En mi caso mi historia se nutre de generaciones y generaciones trabajando la tierra en el Alentejo. En nuestra familia la memoria se pierde con la imagen de una persona trabajando la tierra. Formo parte de la primera generación de mi familia que tuvo la oportunidad de estudiar en la universidad. Saramago, un escritor que llegó a lo máximo, siempre habló de la influencia en su vida de su abuelo, que no sabía leer ni escribir. Esa herencia de la tierra, esa sensibilidad, sigue en muchos escritores de mi país. Eso es importante y acaso más pertinente hoy porque estamos en un momento en el que tenemos muchas dudas porque asistimos a un cambio muy fuerte que todavía no podemos evaluar respecto a cómo vivimos el tiempo, al manejo de la información y otra serie de elementos claves para la construcción de nuestra conciencia social como, por supuesto, la naturaleza y la relación con lo rural, con las pequeñas comunidades.
Pero en la literatura portuguesa actual surgen escritores muy distintos…
Efectivamente. Cuando miro el trabajo de otros autores portugueses contemporáneos encuentro muchas diferencias, pero lo importante creo que son las cosas que compartimos. Compartimos un espacio y un tiempo, y eso es muy importante para quien escribe. El tiempo es la historia y el espacio es la cultura. Da igual lo que se escriba porque lo importante para quien escribe, sus referencias, tienen que ver con el tiempo en el que vive y sus valores culturales.
[1]Da la sensación de que José Luís Peixoto exorciza cuando escribe. Echa fuera demonios interiores. ¿Es así?
Antes hablaba de cada libro como de un paso en el camino. Eso es evidente porque sin el pasado no llegaríamos al presente. De esa manera siento que ha tenido mucha importancia en mi vida y en mi escritura ese pequeño texto (Te me moriste) con el que empecé. Para mí todo cambió cuando lo vi como un libro. Entonces empezó mi camino como escritor. Lo publiqué por primera vez como edición de autor, lo vendía a mis amigos e hice una cosa que hoy veo como muy romántica, pues iba a librerías de Lisboa y lo abandonaba en las estanterías. Hacía lo contrario al robo con la esperanza de que alguien lo leyese. Es un texto hecho con conciencia literaria, pero la cuestión personal se impuso. Cuando lo escribí no fue propiamente una decisión porque tras la muerte de mi padre me resultaba imposible escribir sobre otro asunto. Desde ese libro me atrae mucho enfrentar temas y asuntos con los que tengo problemas. No quiere decir que queden resueltos tras escribir sobre ellos. En ese sentido, por decirlo así, hago exorcismo. Hay una cosa que la escritura siempre te regala, que es la organización. Escribir es, de alguna manera, organizar tu vida porque tienes que elegir dónde vas a empezar, cómo vas a continuar y cómo vas a terminar. Elegir las proporciones de los distintos elementos que van a componer el texto. La escritura requiere un equilibrio muy tenue. De algún modo ganas al alejarte, pero también pierdes, y por eso es fundamental encontrar la distancia adecuada.
«Cuando termino un libro me siento vacío»
En su obra confluyen narrativa y poesía. ¿Cómo contempla, como autor, esas dos vertientes literarias?
Son dos terrenos que comparten muchas cosas. Siempre hay una narrativa en la poesía. Y también hay un intento de condensación y de concreción en la narrativa. La alquimia que se produce, el fuego de la creación, es el mismo en ambos géneros. Hay distintas clases de fuego, pero siempre es fuego.
¿A quién lee Peixoto?
Soy un lector muy ecléctico. Siempre fui muy curioso y siempre intenté leer de todo. Durante mi adolescencia y formación, cuando se leen cosas que uno nunca olvida, leí a muchos autores portugueses y brasileiros. Sigo leyendo a Clarice Linspector, Drumond de Andrade, Guimaraes Rosa y autores jóvenes como Luís Rufato. Leo también a españoles y a latinoamericanos e intento hacerlo en su idioma original, no solo porque sea una manera de desarrollar el español, sino también porque muchos no están traducidos al portugués.
¿Qué está escribiendo en estos momentos?
En 2012 escribí un libro muy peculiar que se publicó en España el año pasado con el título Dentro del secreto, consecuencia de un viaje por Corea del Norte. Fue un desafío personal marcado por la necesidad de escribir algo completamente distinto de lo que había escrito hasta aquel momento. Tengo la necesidad claustrofóbica de abrir ventanas y, por otra parte, tenía que dar salida a una dimensión que estaba en mí como es la dimensión del viaje. Ahora con lo que ocurre en Corea del Norte siempre me llaman y me preguntan porque ya he estado allí cuatro veces. La primera vez que lo hice fue para escribir el libro. Yo no tenía ninguna relación anterior con aquel lugar tan lejano salvo que me atraía por lo raro, por lo radical, por las diferencias tan grandes con mi mundo. Aunque después comprobé que también tiene similitudes con lo nuestro. Con este libro inicié otro camino que me lleva hasta hoy pues estoy escribiendo ahora un libro que tiene que ver con viajes y con la lejanía e incluso con Asia. Un libro que mezcla la dimensión viajera con la dimensión de la memoria y la identidad, de cómo un chico de un pueblo de mil habitantes del Alentejo, sur de Portugal, se transforma en un hombre de cuarenta años en Asia y cómo las referencias de su pueblo se confrontan con realidades completamente distintas. Yo tenía en mi cabeza esos dos mundos muy divididos, pero en realidad no lo están pues puedo estar en el otro lado del mundo pero sigo teniendo mi memoria y mis referencias. Soy consciente de que va a ser un libro muy raro.
En última instancia, ¿por qué debemos leer a José Luís Peixoto?
Me da mucha energía a la hora de hablar de mis libros y de crear curiosidad la convicción que tengo en cada uno de esos libros. Intento que esa convicción sea de un nivel casi religioso en el sentido de que venga desde mis valores más profundos. De lo contrario estoy perdiendo mi tiempo y haciéndoselo perder a los demás. Decía Borges que su ambición era crear un texto que, tras leerlo, el lector lo considerara como una experiencia vivida. Cuando termino un libro me siento vacío y me siento así porque me dejé en él todo lo que tenía. Lo entregué todo. Veo cada libro como un desafío.
El autor
José Luís Peixoto nació el 4 de septiembre de 1974 en Galveias, un pequeño pueblo del interior de Portugal, en la región del Alentejo. Estudió en la Universidad Nova de Lisboa, en donde se licenció en Lenguas y Literaturas Modernas.
Fue profesor durante algunos años en Portugal y en Cabo Verde antes de convertirse en escritor profesional en 2001, cuando publicó, en una corta edición pagada por él mismo, Te me moriste.
Traducido a 26 idiomas, ha escrito poesía y narrativa. En 2001, respaldado por la crítica y por los lectores, ganó el Premio José Saramago por su novela Nadie nos mira. En 2007, Cementerio de pianos recibió el Premio Cálamo Otra Mirada a la mejor novela extranjera publicada en España.
Su novela Libro ganó el Premio Libro de Europa, otorgado en Italia a la mejor novela europea, y en 2016 Galveias fue galardonada con el Premio Océanos, el más prestigioso otorgado a un libro en lengua portuguesa. Además ha sido finalista de los premios internacionales Femina (Francia) IMPAC (Irlanda) y Telecom (Brasil).
En poesía, Gaveta de papéis obtuvo el Premio Daniel Faria, y A criança em ruinas, el de la Sociedad Portuguesa de Autores.
Obras publicadas en español
- Nadie nos mira (Editorial Hiru, 2001)
- Te me moriste (Editora Regional de Extremadura, 2004)
- Cementerio de pianos (El Aleph Editores, 2007)
- Una casa en la oscuridad (El Aleph Editores, 2008)
- Libro (El Aleph Editores, 2011)
- Dentro del secreto (Xordica, 2016)
- Galveias (Literatura Random House, 2016)
- En tu vientre (Literatura Random House, 2017)
- Te me moriste (Minúscula, 2017)