«La verdadera vida humana se inventó cuando Adán y Eva, aburridos de leer una y otra vez el ensayo moralista de El Génesis, trataron de escribir una novela de ciencia ficción, de la cual únicamente se conserva el microrrelato con el que comienza: Al principio fue el verbo«.
Orígenes, título del relato anterior, es uno de los casi 400 que dan solidez y calado a un libro de difícil clasificación entre los géneros literarios al uso.
La dificultad estriba en que esta suerte de textos oscilan, en ocasiones muy sutilmente, como habitantes de un mundo sin fronteras, entre el relato breve, brevísimo a veces, el poema en prosa, el aforismo, la casi-greguería e incluso esa forma literaria venida de Oriente que conocemos como haiku.
Conceptualmente, y a pesar de la enorme distancia del formato, acaso sea con esa forma de poesía tradicional japonesa con la que estos cuentos tengan, literariamente, mayor relación. Porque, en su esencia, el haiku intenta describir los fenómenos naturales, los vaivenes y las circunstancias de la vida cotidiana de la gente, los cambios múltiples e irreversibles que el paso del tiempo imprime…
Además, la sencillez (no el simplismo), la sutileza, la austeridad y el asombro ante la magnitud del universo son claves en que los haikus y estas páginas coinciden.
Atmósfera abierta
En Teoría acerca de la comunicación humana, otro más de los lúcidos textos, leemos: «No es fácil conversar con el hombre que siempre va con uno. Requiere respetar el turno de palabra y no caer en un soliloquio repetido».
En Ajuste de cuentos hay un continuado ejercicio de reflexión, un sinfín de preguntas y algunas respuestas cuelgan de un atmósfera abierta en la que el lector, lo quiera o no, acaba por implicarse.
González Núñez respeta el turno de palabra, escucha, se escucha, criba, liba y nos instala ante imágenes, tonos y temas que nos acercan, –algo tan de agradecer en la velocidad de los días de hoy–, al sosiego.
Bienvenida sea pues la armonía de esta variada colección de cuentos ajustados.