Nathwell Tate, pintor abstracto, alcohólico y desventurado, se arrojó a las gélidas aguas neoyorquinas en enero de 1960. Nunca apareció su cadáver y apenas se hallarían algunos restos de su trabajo (18 exactamente), pues él mismo se había tomado la molestia de destruirlo poco antes de morir.
Muchos años después, un variopinto grupo compuesto por David Bowie, Gore Vidal, William Boyd y John Richardson (biógrafo de Picasso) convocó una fiesta de homenaje en la casa de Jeff Koons. Allí se leyeron fragmentos del libro, publicado originalmente en 1998 y que ahora edita Malpaso, a la crema cultural de Manhattan, la cual, según cuentan las crónicas, recordaba vagamente al inolvidable artista, apreció el formidable mérito de sus residuos y se sintió hondamente impresionada por su trágico destino.
Entre la ironía y la historia
Las páginas de Boyd, entre la ironía y el acercamiento histórico, juega con la realidad y la ficción apoyado en algunos compinches de excepción, como los antes citados Bowie, Vidal y Richardson. El resultado es un puzle compuesto por las piezas que Boyd halla del desafortunado Tate en el que reflexiona sobre el arte contemporáneo. No escatima en documentos visuales como fotografías y obras de Tate, además de respaldar su investigación con declaraciones de personas que llegaron a coincidir con el artista.
El libro de Boyd, emparentado en espíritu con el Zelig de Woody Allen, llega a España como un juego con el lector, que está invitado a decidir por sí mismo cuánta credibilidad le otorga a las páginas que tiene ante sí.
Entre la obra de Boyd destacan sus novelas Un buen hombre en África, Armadillo, Sin respiro, Como nieve al sol, Barras y estrellas, Playa de Brazzaville, Las aventuras de un hombre cualquiera y Solo. También ha escrito obras dramáticas, guiones de cine, relatos, artículos y ensayos. Es, además, miembro de la Real Sociedad de Literatura británica.
Nat Tate 1928-1960: El enigma de un artista americano
William Boyd
Traducción: Andreu Jaume
Malpaso
89 páginas
14,50 euros
E-pub: 4,99 euros