Forsythe presenta a Bess Steed a comienzos del siglo XX, cuando la autonomía de la mujer aún era muy relativa, a través de las cartas y telegramas que escribió a sus familiares y amigos. Las cartas son un excelente recurso dramático, ya que abarcan un periodo de tiempo, no es necesaria la descripción, e incitan al lector a que se imagine el resto de la acción. Así, la forma epistolar revela una narración ligera, sin artificios y donde el carácter de la protagonista se descubre de un modo natural.
Como la misma escritora apunta en boca de Bess, «es como si, al condensar y redactar los sucesos que he vivido, les infundiera una fuerza dramática que en realidad no tenían, pero, por extraño que parezca, lo que recuerdo años más tarde no es el suceso tal y como lo viví, sino como lo conté en una carta». El lenguaje condiciona la realidad, por eso de un modo más o menos consciente, se utiliza la narrativa en los sucesos que condicionan la vida de un modo catártico.
Bess Stedd, la fortaleza
Esto es lo que le ocurre a esta mujer de bandera, una protagonista audaz, vitalista, viajera, pero también con carácter, a veces, difícil, que ha conocido más tragedias que las que podrían ocurrirle a cualquier heroína de ficción. La protagonista tiene que reponerse a la muerte de un marido y un hijo, gracias a una fortaleza y una alegría de vivir inigualables que conserva hasta la vejez.
La personalidad de Bess queda patente en esta correspondencia unidireccional, ya que el lector sólo cuenta con las carta que ella envía, en la que se puede encontrar menciones casuales a ciertas reacciones de familiares y amigos, la imposición de consejos a éstos e, incluso, la forma de tratar temas que pueden ser embarazosos, como la exigencia de una herencia.
Las preocupaciones de Bess son de ámbito doméstico y familiar, donde entran los sacrificios y recompensas del matrimonio, el día a día con los niños, las relaciones con la sociedad, la independencia económica…, pero a través de sus cartas también se recoge una pequeña historia de los grandes cambios que se produjeron en el siglo XX en la vida estadounidense.
El relato es divertido, entrañable y, a veces, melancólico, aunque la positividad prima por encima de todo haciendo que el lector se acuerde de aquella bisabuela, abuela, tía o madre ‘de armas tomar’ que existe en todas las familias.
[1]
Una mujer de recursos [2]
Elizabeth Forsythe Hailey
Libros del Asteroide
Traducción de Concha Cardeñoso
Leer las primeras páginas [3]
336 p
21,95 euros