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La (pequeña) gran novela americana

Este libro forma parte de nuestro especial 10 libros para disfrutar en verano. ¿Quieres ver el resto de recomendaciones [1]?

Como quiera que el tipo cumple más de 80 años podemos, con él, ser testigos de los cambios que marcarán el nuevo siglo: el cine, el avance imparable del ferrocarril, las avionetas, la televisión.

Hombre duro que no conoció a sus padres, capaz de construirse una cabaña con sus propias manos, que perdió lo que más quería y vivió siempre atormentado por cosas que hizo y dejó de hacer. Si hay que imaginar una cara para Grainier, esa jeta podría ser la del gran Johnny Cash. Cabe suponer que discos como Ride this train, el Orange Blossom Special o el Bitter tears, dedicado a los indios, juegan a favor de esa identificación. Y eso que entre los personajes reales que desfilan por la novela figura un tal Elvis Presley, colega de Cash cuando ambos grabaron para Sun Records al inicio de sus carreras.

«En el verano de 1917, Robert Grainier participó en el intento de matar a un jornalero chino al que habían pillado robando». Eso es empezar con fuerza. Inicio que recuerda otro reciente igual o más rotundo aún, el de Canadá [2] (Anagrama, 2013), de Richard Ford: «Primero contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres. Y luego lo de los asesinatos, que vinieron después». El final de Sueños de trenes es igualmente memorable, pero también algo más literario o rebuscado en una escritura que rehúye el efectismo como la peste. Y bien por las dimensiones del texto, bien por la habilidad del autor, estamos ante una de esas pocas obras actuales que, una vez acabada, invita de inmediato a empezarla de nuevo y leerla del tirón.

Fogatas y fantasmas

En Libros peligrosos (Larousse, 2014), el originalísimo libro sobre libros de Juan Tallón, éste, hablando de otros relatos de Johnson, apunta que el autor americano «escribe biblias inmundas y poéticas, con personajes en el límite». Así, en el primer tercio de Sueños de trenes, la vida de nuestro protagonista se parte trágicamente en dos y se verá obligado a encontrar un nuevo sentido, un motivo para despertarse cada mañana. Cae y se levanta, pero entre ambos movimientos hay una bajada a los infiernos que deja un tanto frío al lector.

Quizá la parca narración en tercera persona no ayuda, esta vez, a empatizar con desgracia tan tremenda como la que aflige a Grainier. Quizá el objetivo de Johnson es justamente no cambiar el tono y contenerse más que nunca precisamente en ese tramo del relato. Uno agradece, en cambio, ese estilo poco afectado cuando en el libro se detallan violaciones, asesinatos y otras muertes inesperadas.

Autor de ocho novelas, entre ellas la celebrada Árbol de humo (Random House), un libro de relatos y tres poemarios, Denis Johnson ha escrito una historia con las suficientes gotas de humor (la broma a unos críos traviesos, el perro que dispara o la conversación sobre el sexo con animales) para que acabe algún día siendo objeto de deseo de los hermanos Coen. Una historia de pinos enormes que arden sin control y de pinos que se talan para ganar un jornal, de aullidos lobunos y de aullidos humanos. Una historia de fogatas y de fantasmas que se cuelan en los sueños en una época en que los desfiladeros más peligrosos dejaron de ser una limitación para los trenes del siglo XX.

Suenos de trenes [3]
Sueños de trenes [4]
Denis Johnson
Traducción: Javier Calvo Perales
Literatura Random House
144 páginas
14,90 euros
E-pub: 8,99 euros
Lea el primer capítulo [5]