En plenos años cincuenta, en medio de un verde paisaje irlandés lejos de Dublín, la joven Caithleen lleva una vida tranquila y llena de gozo junto a su sacrificada madre. Pronto, su vida dará un vuelco que le hará replantearse todo aquello en lo que cree.
Desde su presente, Caithleen echa atrás la vista y rememora lo que ha sido su vida, llena de alegrías e infortunios. Los pasos que la han llevado hacia la madurez son retratados en las páginas de la novela: los días de internado, el descubrimiento del amor, la necesidad de aventuras e independencia y, finalmente, la gran ciudad, con sus brillantes promesas de futuro.
Nos encontramos ante una novela extraordinaria, con destellos de humor y melancolía. Esa poderosa fuerza que únicamente la juventud concede impregna cada página de Las chicas de campo, publicada por primera vez en 1960 y considerada en nuestros días como una obra cumbre de la literatura irlandesa del siglo XX.
Autora reivindicativa
Edna O’Brien es considerada actualmente una de las voces narrativas más prestigiosas de la literatura en lengua inglesa de nuestro tiempo.
Aunque siempre sintió la necesidad de escribir, no fue hasta finalizar sus estudios de Farmacia (carrera que estudió obligada por su familia) que decidió dar rienda suelta a fondo a su pulsión creativa.
Así, en 1960 se publicaba su primer trabajo, Las chicas de campo, que pronto le granjearía fama mundial, tanto por su innegable talento narrativo como por el carácter reivindicativo que impregnaba la obra, defendiendo la independencia de las mujeres en un ambiente hostil.
A partir de ese primer trabajo, su pluma siguió en movimiento, escribiendo novelas como The lonely girl, Girls in their married bliss y A pagan place, el libro de relatos Saints and sinners, la obra de teatro Virginia (sobre Virginia Woolf) y dos biografías sobre James Joyce y Lord Byron.
La escritora Alice Munro, Premio Nobel de Literatura 2013 [1] y admiradora del trabajo de la irlandesa, afirma de ella que «escribe las historias más bellas. Ningún escritor o escritora puede compararse a ella, en ningún lugar».