El libro es un maravilloso retrato del músico y mito mundial a través de una serie de sesiones con un psicoanalista en el propio edificio Dakota en las que el protagonista se abre en canal. Con grandes dosis de ironía y humor, Foenkinos hace un recorrido riguroso por la vida del músico al que pone palabras e ideas propias, aunque acercándose lo máximo posible a los pensamientos del propio artista. Entre todo, confiesa: “Por momentos no sé lo que pienso de John Lennon. Sólo sé que me conmueve, que su música me acompaña todo el tiempo, y que lo admiro infinitamente. Sé que está en mi vida”.
¿Quién habla?
En la novela parece que el mismo Lennon estuviera hablando y casi cada línea se torna una pregunta: ¿seguro que no es una frase de hemeroteca del propio compositor? Así se sucede un baile conmovedor, realista, sentido, duro, agudo e inquietante. La historia comienza cuando el artista decide dejarlo todo en 1975 para cuidar de su hijo Sean y precisamente las sesiones del libro se desarrollan entre el 21 de septiembre de 1975 y el 7 de diciembre de 1980, la víspera de su asesinato.
Frases como “siempre viví bajo el dictado de mi sensibilidad”, “mi imaginación echó raíces en la nada” o “tenía en mí la dosis de sufrimiento necesaria para la formación de un genio” muestran a un Lennon vacío, muchas veces tocado con el aura de la soledad, la nada y el caos. También de la frescura, la imaginación, la sensibilidad, la poesía, el descaro, la rabia y el desencanto.
Tantas veces diluido en conceptos, Foenkinos se empeña en reflejar el constante intento de John de probar al mundo que valía algo. Muestra al John abandonado por sus padres, al John que idealizó y se enamoró en los términos más absolutos y bellos de su propia madre, al que enloqueció y usó la violencia extrema, al que vivió un auténtico delirio sexual, al que consiguió mover masas y hacer historia, al que vivió en los mundos de Lewis Carroll, precisamente uno de sus autores favoritos.
Yoko y John
El escritor consigue, además, revelar al completo el antónimo del propio John, ese opuesto que surgió cuando conoció a Yoko Ono y se volvió “amnésico”, ese hombre nuevo en que se convirtió: el padre perfecto para Sean después de haber sido cruel con Julian, el hombre “maravillado por la rutina” después de no haber pagado una cuenta nunca porque no llevaba ni un billete en el bolsillo. ¡Ah! Y sobre todo, “el hombre Yoko”, porque se convirtió en eso, en Yoko y John. Y hasta dejó de creer en todo, incluidos los Beatles, para creer sólo en Yoko y en él [1]: “En el fondo, cuando encontré a Yoko y el grupo explotó, se dio ese caso tan común del tipo que se enamora y se aleja de sus amigos. Algo absolutamente típico. Salvo que los amigos en cuestión eran los hombres más famosos del mundo”.
El nacimiento de los Beatles, los viajes a Hamburgo, su relación con Paul McCartney y con George Harrison, la muerte de Stu, la figura de Brian Epstein, la “marcha de Pete” y la llegada de Ringo, el LSD, la heroína, la mano divina de George Martin, el sonido revolucionario, los gritos, las fans, la locura, las giras… El encuentro con Elvis, la relación con los Stones, la noche con Dylan, la amistad con Elton John, y sobre todo, la música. A todo ellos dedica un espacio Foenkinos. Como «bajo continuo», el dolor, el estribillo de la vida de John Lennon según el autor, su “verdadero hit”, que suena en cada capítulo con las letras de Imagine, Mother, Double fantasy o Stand by me.