A lo largo de esta entrevista aboga por la ficción como un elemento de defensa frente a un sociedad excesivamente realista: «La ficción me ha parecido siempre la gran inteligencia para entender el mundo por encima incluso de la reflexión racional o de la filosofía. La ficción permite enfrentar al individuo a la tragedia de la realidad de la existencia«.
Se confiesa tímida, «muy tímida, aunque lo voy superando», apasionada de los gatos y vacunada frente al éxito. «El éxito en buena parte te vacuna frente a la soberbia y a la estupidez, porque el objetivo de un escritor no tiene que ser buscar el éxito sino escribir de corazón». Lo dice con una notable falta de afectación, o al menos eso es lo que transmite la actitud de esta mujer menuda de cuerpo pero sólida en su discurso. Como cuando declara que en la música y en la poesía encuentra alivio para seguir viviendo. Una convicción que acota en una contundente frase: «Contemplo el arte como una forma de salvar el alma».
Inevitable resulta aludir a La elegancia del erizo. Han pasado casi diez años desde entonces. ¿Su nueva obra supone un cambio de registro?
La elegancia del erizo fue mi segunda obra tras Rapsodia gourmet. Entre estos dos libros había grandes diferencias porque para poder avanzar necesito que haya un cambio. Esta tercera novela, La vida de los elfos, también supone un gran cambio porque lo que quería era explorar nuevos territorios. Ir más allá de los límites de lo imaginario sacando en lo posible lo mejor de cada género, del cuento, de la fantasía, pero también del realismo campesino. Me he propuesto no prohibirme nada y eso es lo que he intentado cumplir al escribir este libro.
Es inevitable tener dudas que han sido las mismas entre la primera y la segunda novela que entre la segunda y la tercera. Es más la angustia, el miedo a decepcionarme a mí misma, a no reencontrar la inspiración. Cuando una encuentra algo que está cerca de lo que una piensa y siente, a partir de ahí, al menos en mi caso, me olvido de todo y todo comienza a fluir.
«La vida de los elfos se puede comparar a un sueño que adquiere sentido al despertar»
Si tiene que condensar la esencia de La vida de los elfos, ¿a que aludiría?
Es muy complicado para mí resumir esa esencia porque esa exploración de los límites de la que he hablado me ha llevado a territorios insospechados. Diría que se puede comparar a un sueño que tiene diferentes fragmentos y que adquiere todo su sentido al final; al despertar. Hay elementos de lo fantástico, de lo real en una línea muy onírica, espero que también poética, y todo adquiere sentido al contar ese sueño.
¿Cuál es el origen de esa atmósfera onírica?
En gran parte gracias a los viajes. A la gran suerte que he tenido al poder viajar y verme enfrentada a diferentes culturas. He vivido un tiempo en Japón y eso tuvo en mí un gran impacto a la hora de abordar la escritura. No tanto en la forma, pues sigo siendo una apasionada de las fórmulas de la literatura francesa, pero sí en poder explorar sin miedo e irme más allá de los límites que antes tenía.
¿Dónde está la clave de su idilio con el lector que se traduce en los millones de ejemplares que ha vendido? ¿Le pesa el éxito?
No tengo ni la más remota idea sobre la clave de ese éxito. Es un misterio para mí. Lo escribí de forma diletante, aunque es verdad que lo disfruté mucho, pero no tenía ninguna pretensión. He sido la primera sorprendida. Pero es una cuestión que no me preocupa. No me inquieta no saber la respuesta porque creo que el objetivo de un escritor no tiene que ser buscar el éxito sino escribir de corazón. Es interesante plantear si el éxito pesa. Como si después de un gran éxito hubiese que buscar otro. Creo que el éxito te vacuna y quedas inmunizado para desechar el reproducirlo. En buena medida y si lo asumes bien, el éxito te vacuna frente a la soberbia.
«Mi gran miedo al volver a escribir era no encontrar la inocencia literaria»
¿Pero esa acogida le ha hecho perder inocencia literaria a la hora de enfocar la siguiente obra?
Mi gran miedo a la hora de abordar esta tercera novela no era si tendría o no éxito, sino si sería capaz de encontrar esa inocencia literaria que menciona para poder volver a escribir. A fuerza de hablar de El erizo fui siendo consciente de procesos y de razones que me han llevado a la necesidad de tener más tiempo para mí, para reencontrar esa inocencia que en parte se pierde sin remedio y, sobre todo, recuperar el encantamiento.
¿Qué ha cambiado en su escritura de su segunda a su tercera obra?
Hay elementos comunes como es la presencia de la infancia. Es un vínculo entre ambas novelas. Me interesa ese tema como la presencia de la naturaleza o el arte como algo que es capaz de salvar el alma. Son hilos conductores que se encuentran en los dos libros, pero ha cambiado la forma en que los abordo. Hay una evolución radical en la forma de abordarlos.
Me gusta hablar de los animales y de la naturaleza. Con mis gatos hablo mientras escribo, algo que siempre hago con pluma estilográfica y tinta verde. En cuanto a la naturaleza creo que en Occidente tenemos la idea de que es un objeto a nuestro servicio y no como algo a lo que pertenecemos. En Asia he descubierto un concepto más antiguo de la naturaleza que sitúa al ser humano en el medio natural, como perteneciente, como parte de la naturaleza y no como dominador y eso ha tenido una influencia muy directa en mi obra.
«Somos capaces de lo más sublime, como el arte, y de lo más terrible, como la guerra y al destrucción»
La guerra, los sueños y la gastronomía están también muy presentes en su obra.
Es cierto y le agradezco que lo señale porque normalmente no soy consciente de ello. Es después de escrito cuando descubro esos hilos conductores. Realmente tengo el deseo de explorar la lengua y de escribir con una música y una poesía diferentes.
En relación con la guerra creo que todos somos conscientes de que dentro de cada uno de nosotros existen fuerzas violentas. Quiero también a través de mis obras dar testimonio de esa maldición humana que nos lleva a ser capaces de lo más sublime, como el arte, y de lo más terrible, como la guerra y al destrucción.
La armonía y el caos transitando de la mano en La vida de los elfos, ¿no es así?
Efectivamente. Una de las palabras clave sería armonía, la que busca el mundo de los elfos amenazados por las fuerzas de la destrucción. A esta novela seguirá otra en la que hablaré del mundo de la guerra y en el que seguiré desarrollando el sueño de los reinos de lo vivo.
En La vida de los elfos quería llevar al máximo mis posibilidades poéticas y oníricas y en ese sentido me importaba seguir la línea de música y poesía que son las únicas cosas que me dan realmente serenidad y alivio. En la música y la poesía encuentro alivio para seguir viviendo.
Generalmente escribo con auriculares por dos razones: para aislarme y para encontrar el ritmo que preciso para llevar a cabo mis obras. Por ejemplo, mientras escribía lo de los elfos he escuchado mucho a Cesárea Évora porque me inspira su musicalidad, su suavidad, su humanidad y su profundidad.
«Me produce un gran impacto comprobar el espesor de la violencia en la historia»
Hablando de sueños. ¿Sus sueños personales forman parte de la materia narrativa de sus relatos?
No. Desgraciadamente no. Acaso por eso tengo necesidad de crear y explorar ese mundo onírico para hacer mis sueños más interesantes.
¿Por quién se siente influenciada? ¿A quién lee Muriel Barbery?
Son muchos los escritores que me interesan. Una influencia clara en mi literatura, aunque no tenga nada concreto que ver con mis libros, es Flaubert, sobre todo por su correspondencia, que me parece una auténtica obra maestra del siglo XIX por su búsqueda literaria, por su humor y por su humanidad. Por otra parte, Tolstoy es para mi el gran maestro inigualado de la ficción.
En lengua española he leído a grandes autores como García Márquez o Vargas Llosa y, recientemente, he leído la novela de Jesús Carrasco Intemperie, que me ha parecido realmente impresionante.
Cambio de registro y por su origen marroquí, quisiera conocer su opinión sobre el fenómeno de los refugiados al que estamos asistiendo en Europa…
En general no me pronuncio sobre cuestiones sobre las que no soy experta, pero en este caso la pregunta tiene un matiz humano que me interesa mucho. Ante la situación que estamos viendo me siento consternada al ver cómo se repite la historia en algo que a las nuevas generaciones puede parecer abstracto como es la guerra y los grandes éxodos. Me produce un gran impacto comprobar el espesor de la violencia en la historia.
¿Puede ser la cultura una de las tablas de salvación de Europa?
No tengo una idea muy clara al respecto, aunque, por supuesto, espero y deseo que sea así.
Vida y obra
Muriel Barbery nació en Casablanca (Marruecos) en 1969, aunque pronto se trasladó a Francia, donde estudió en la Escuela de Fontenay-Saint Cloud.
Tras licenciarse en Filosofía en 1993 ejerció como profesora de esta rama del saber en un instituto, en la escuela de profesores de Saint-Lò y en la Universidad de Borgoña. Posteriormente obtuvo una beca de residencia para la Villa Kujoyama, en Kioto, Japón, en donde residió durante dos años.
Es autora de La elegancia del erizo (Seix Barral, 2007), un fenómeno internacional publicado en más de treinta países y que ha vendido más de seis millones de ejemplares. La novela, que fue galardonada con el Premio de los Libreros franceses, ha sido adaptada al cine en la película El erizo, una versión de la que ella no se siente satisfecha y prefiere no hablar.
Rapsodia Gourmet, su primera novela, fue galardonada con el Premio Meilleur Livre de Littérature Gourmande. Algunos de los personajes de La elegancia del erizo, como la portera Renée, ya aparecen en esta novela, que se desarrolla también en el célebre edificio del número 13 de la Rue Grenelle. Ahora publica La vida de los elfos.
La vida de los elfos
¿Qué tienen en común la pequeña María de las Españas, que vive en un pueblo recóndito de la Borgoña, y Clara, otra niña que, en la misma época, después de haber crecido en los Abruzos, es enviada a Roma para desarrollar su don prodigioso por la música? Muy poco, en apariencia.
Sin embargo, entre ellas existe un lazo secreto: cada una, por medios muy diferentes, está en contacto con el mundo de los elfos, un mundo de arte, invención y misterio, y también de fusión con la naturaleza, que proporciona a la vida de los hombres su profundidad y belleza.
Una gran amenaza, procedente de un elfo descarriado, pesa sobre la especie humana, y sólo María y Clara son capaces, a través de sus dones conjugados, de desbaratar sus planes.
En La vida de los elfos Muriel Barbery crea un universo poético e inquietante, de un encanto profundo, que bebe del mundo de los cuentos y lo maravilloso para ofrecernos una obra muy original. Una novela que busca sorprender al lector con su canto a la naturaleza y al poder de la poesía, de los sueños y la imaginación para construir un mundo mejor.
Sin lecciones morales, Barbery se declara fascinada por la capacidad humana para engendrar historias y ficciones que hacen más hermoso el mundo. “La universalidad de las emociones humanas y las diferencias culturales nunca dejan de sorprenderme”, apostilla.
La vida de los elfos [2]
Muriel Barbery
Traductora: Palmira Feixas
Seix Barral
298 páginas
20 euros
e-book: 12,99 euros