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Rosa Montero: «Cuando eres novelista juegas a ser Dios»

Acaba de publicar El peso del corazón, su segundo libro con una misma protagonista, ¿una novela como parte de una serie?

Con Lágrimas en la lluvia me propuse regalarme un mundo y unos personajes que yo pudiera volver a visitar cuando quisiera. Creo que esa es la máxima ambición de un escritor. Recuerdo que leí una entrevista de Rowling cuando concluyó la séptima entrega de Harry Potter y decía que cuando acabó ese libro se metió en la cama y estuvo un año sin poder levantarse y negociando con la depresión. Lo entiendo porque sentirse exiliada de un mundo tan maravilloso y complejo debe ser tremendo. Porque tener un mundo propio es el oculto anhelo de todo escritor. Cuando eres novelista juegas a ser Dios.

Construí ese mundo, construí el personaje de Bruna Husky, que es el que más me gusta de todos los que he escrito. El más poderoso y el más parecido a mí en lo profundo. Todos los personajes, los buenos y los malos, los utilizas como máscaras no sólo de lo que tú eres, sino máscaras de tus miedos, de tus deseos. No se parece en nada en lo biográfico a lo que yo soy, pero en lo profundo sí. Por ejemplo, en su visión de la muerte. Ella es un ser especial, una androide que sabe cuando se va a morir. Los humanos nos las apañamos para olvidar que somos mortales, pero Bruna no puede permitírselo y eso hace que viva obsesionada por la muerte y que no sólo tema a la muerte, sino que además la deteste, la odie. Le parece que la muerte es un fraude y en esa especie de rabia básica yo me siento muy identificada con ella. Así como en la obsesión por el paso del tiempo, algo que tengo desde que era pequeña. El tiempo lo destruye todo.

«Los novelistas tenemos más problemas para olvidarnos de la muerte que el resto»

¿Olvidarse de la muerte como objetivo?

Tengo la teoría de que los escritores, los novelistas en concreto, tenemos más problemas para olvidarnos de la muerte que el resto de los humanos. Me siento muy cercana al personaje de Bruna, a esa vitalidad salvaje. Evidentemente el personaje que he creado es mucho más exagerado que yo en todo, pero me siento muy identificada con esa vitalidad, porque cuando estás llena de muerte, estás llena de vida. Por la conciencia de vivir, por la ansiedad por vivir.

Es maravillosa esa frase de Elías Canneti que habla de un tigre que vive toda su vida en la jaula demasiado pequeña intentando encontrar la manera de escapar entre los barrotes. Bruna es una heroína extrema y fascinante; una superviviente capaz de todo que se debate entre la fragilidad y la dureza, entre la autosuficiencia y la desesperada necesidad de cariño. Es una fiera atrapada en la cárcel de su corta vida, «un tigre que va y viene ante los barrotes de su jaula para que no se le escape el único y brevísimo instante de la salvación», como el felino de la bella frase de Elias Canetti.

Como he dicho, de todos los personajes que he creado a lo largo de todos mis libros éste es el que se ha quedado más dentro de mi cabeza. Cuando terminas una novela los personajes empiezan a derivar y a flotar como icebergs y se van separando de ti. Pero esta se ha quedado a convivir conmigo e inmediatamente me ha metido en la cabeza esta otra novela, El peso del corazón.

La segunda novela de ciencia ficción…

Me pone de los nervios la cantidad de tópicos que hay en España con la ciencia ficción. Se han hecho estudios de mercado y al parecer la ciencia ficción es el género que más odian los lectores españoles. Con la novela anterior me llegaban lectores que habían leído el libro y les había gustado aunque decían aquello de “y eso que a mí no me gusta nada la ciencia ficción”.

Entonces yo le preguntaba qué libros había leído antes para poder afirmar que no le gustaba el género y acababan por confesar que era la primera. Es decir, no podían saber si en verdad les gustaba pero se dejaban arrastrar por el tópico.

Creo que en relación con la ciencia ficción hay un equívoco y es que muchos creen que trata de cosas esotéricas de un mundo esotérico y que es como un divertimento infantil. Eso es un error garrafal. Para mí la ciencia ficción es una herramienta narrativa, una herramienta metafórica poderosísima para hablar de lo real, de la condición humana y de la vida. No hay para mí ninguna diferencia entre escribir esta novela o cualquier otra. Me siento especialmente contenta con esta novela. La he escrito con la misma ambición e intensidad y con el mismo cuidado estructural y literario y con la misma emoción que he escrito cualquier otro de mis libros.

«Intento en cada nuevo libro revelar y revelarme el sentido del mundo»

El amor como reflejo de su obra…

Acaso porque empecé con aquella novela que se llamaba Crónica del desamor hace más de 35 años, muchas veces me han dicho que mis libros tratan siempre de amor y yo me he quedado bisoja porque el tema del amor en mis novelas ha sido siempre secundario. Es verdad que en este último libro el amor es tema crucial, pero es una excepción pues los otros temas que he mencionado siempre han pesado más. Hablo del amor y, al tiempo, del miedo al amor, del miedo a entregarse al otro. Ese chapoteo terrible en el claroscuro de los sentimientos, de los afectos, del sexo.

¿Comparte la idea de García Márquez de que cada escritor escribe un solo libro al que le va dando distintas formas?

En parte sí, pero estoy más con la frase de Isaiah Berlin que decía que había dos tipos de escritores, el escritor erizo que se enrosca sobre sí mismo y siempre escribe la misma novela, lo que no quiere decir que eso sea malo, pues puedes hacer una profundización de eso, como es el caso de Proust, que es un erizo monumental… Y los escritores zorros que van caminando por la pradera y van buscando siempre nuevos horizontes. Yo me siento de estos últimos. Siempre pienso que hay que escribir desde la frontera, donde ya no sabes escribir. O como decía Picasso: «Si ya sabes lo que vas a hacer, qué sentido tiene hacerlo». Yo intento en cada nuevo libro una manera nueva de volver a contar a los demás y a mí misma los mismos fantasmas para aprender de ellos e intentar revelar y revelarme el sentido del mundo.

Así las cosas, ¿tiene sentido aquello de «renovarse o morir»?

Asumido lo anterior, la verdad es que siempre hablas de los mismos fantasmas. Al final siempre están las mismas obsesiones. Los escritores contemporáneos escribimos todos casi siempre sobre temas similares, aquellos que nos preocupan. Intento en cada nuevo libro buscar nuevas melodías para contar de una manera más bella, más exacta y más profunda el mundo. Uno no escribe para enseñar, escribe para aprender.

Con el tiempo he descubierto que todos mis libros tienen algo en común: todos son de supervivientes, no de perdedores. También me he dado cuenta de que mis novelas empiezan con un personaje, hombre o mujer, que empieza fatal, odiándose a sí mismo y muy fuera de la vida. En el curso de las páginas supera una prueba y va mejorando y las personas que le acompañan, que también suelen empezar mal, también van superándose.

«A mí no me importaría no morirme»

¿Cuáles son los fantasmas de Rosa Montero?

En mi caso esa obsesión es la muerte y el ulceroso paso del tiempo. Cómo el tiempo lo destruye todo. Si es que tiene algún sentido, la vida es la memoria, la fragilidad de la memoria. El hecho de que la memoria es un invento y la identidad también es un invento puesto que se basa en la memoria. Una vez más, también hablo de la falta de fiabilidad de lo real. La realidad como una película temblorosa que se nos escapa entre los dedos. La necesidad del otro para vivir. Si vivimos sin los otros, como seres sociales que somos, la vida no merece ser llamada vida.

La gran tragedia del ser humano es venir a este mundo con tantos deseos de ser, con tantos deseos de seguir en la vida con este yo tan enorme que tenemos, y que tengamos que desaparecer. La muerte es inhumana e irracional. La muerte es una estafadora, una ladrona que se atreve a venir a destrozarnos la vida. Odio a la muerte. A mí no me importaría no morirme. Soy muy vitalista. Me encanta vivir cada momento y disfruto mucho haciéndolo.

¿Y la preocupación social y política?

Claro, también hablo de lo social y lo político, algo muy importante para mí. La relación con el poder en el sentido más profundo de la palabra. Veo con preocupación en el mundo como una especie de añoranza por el autoritarismo, por el totalitarismo, por las respuestas simples ante un mundo tan complejo como el que vivimos. Esa añoranza puede derivar tanto por una respuesta ultrafanática, religiosa, como por una respuesta ultratotalitaria al alza. Hablo del desencanto, de la crisis del sistema democrático que se está viviendo en todo el mundo. Estamos en una guerra entre la luz y la oscuridad.

Pero… ¿sigue creyendo en la democracia?

Por supuesto. El sistema democrático es lo único que hay. Lo único posible, aunque sea tan hipócrita, tan sucio y tan miserable tantas veces. También creo que hay que intentar impulsarlo y mejorarlo. Combatir la parte mala y defender con decisión los logros. En mis libros está muy presente esa lucha entre la oscuridad y las tinieblas, que es una lucha desde el principio de los tiempos.

A medida que avanza su carrera literaria, ¿se siente cada vez más lejos del periodismo?

Del periodismo puro sí. Es obvio. Empecé muy joven, a los 19 años, y hace ya muchos años que dejé las redacciones, aunque sigo haciendo columnas y artículos de opinión. Ahora empleo mi trabajo en escribir, en leer. Una parte del periodismo requiere juventud, sobre todo hacer algo que me gustaba tanto como los reportajes. En cualquier caso sigo ligada al mundo periodístico y no quiero dejarlo.

El peso del corazón

En un futuro en el que la guerra está supuestamente erradicada, la detective Bruna Husky lucha contrarreloj por la libertad y en defensa de la vida, mientras asimila los sentimientos contradictorios que le produce hacerse cargo de una niña.

Es una superviviente capaz de todo que se debate entre la autosuficiencia y la desesperada necesidad de cariño. Es una fiera atrapada en la cárcel de su corta vida, un tigre que va y viene ante los barrotes de su jaula «para que no se le escape el único y brevísimo instante de la salvación», como el felino de la frase de Elias Canetti.

Rosa Montero presenta en El peso del corazón (Seix Barral) un thriller, una historia de aventuras política y ecológica, una historia de fantasía y ciencia ficción, un relato mítico, un cuento para adultos, una reflexión sobre la creación literaria, una metáfora sobre el peso de la vida y la oscuridad de la muerte… ¡Y una historia de amor!

Montero regresa al mundo que creó en Lágrimas en la lluvia y nos sorprende de nuevo con esa potencia narrativa que ha convertido a Bruna Husky en una protagonista peculiar. En este caso contratada para resolver un caso a primera vista sencillo, la detective se enfrenta a una trama de corrupción internacional que amenaza con desestabilizar el frágil equilibrio entre una Tierra convulsa y la dictadura religiosa de Reino de Labari.

Ciencia ficción, un género que a no todos encaja, pero ciencia ficción de altura.

rosamontero [1]

 

 

El peso del corazón
Rosa Montero
Seix Barral
400 p
20 euros
E-book: 4,99 euros