Tras seis años de un relativo silencio literario, pues aunque no ha publicado novelas de ficción para adultos ha seguido escribiendo otro tipo de libros, entre ellos su autobiografía Joseph Anton. Memorias, Rushdie retorna a la novela con Dos años, ocho meses y veintiocho noches (Seix Barral) [1], una desbordante narración plagada de personajes que arranca en la España de 1195, en la cordobesa población de Lucena, en la que se exilia el gran filósofo Ibn Rushd, que pasaría a la historia como Averroes.
La promoción de este retorno literario acerca al escritor a varias ciudades españolas. Hablamos en Madrid, en donde ha vuelto a visitar el Museo del Prado -«siempre que vengo, voy allí»- y en donde recibió la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes en un acto en el que conversó con Antonio Muñoz Molina, «al que conozco desde hace 20 años a raíz de la publicación de El último suspiro del Moro. Entonces nos encontramos en Granada y exploramos juntos La Alhambra».
La obra que ahora presenta se abre con el grabado El sueño de la razón produce monstruos, de la serie Los Caprichos de Goya. «Quería significar que razón e imaginación son muy poderosos cuando van de la mano, pero temibles cuando se enfrentan y cada uno va por su lado».
Relajado
Se le ve relajado, como quien ha encontrado hace ya tiempo espacio para la calma tras haber vadeado no pocas angustias. De entrada anima al periodista a «preguntar lo que desee, pues no tengo nada que temer; nada que ocultar». Lo dice y sonríe, pues quienes lo tenemos enfrente comprendemos de inmediato que el sentido del humor y el talante burlesco forman parte de su estar en el mundo.
Comienza por calificar de «loco» su último libro. «Una obra que tiene mucho que ver con España, por lo que parte de esa locura le corresponde a este maravilloso país. Arranca en Córdoba en el siglo XII y retorna a España más adelante. Cualquiera que lo lea podrá comprobar la influencia de muchos artistas españoles, especialmente Goya, pero también el surrealismo de personalidades como Luis Buñuel. Todo ello ha contribuido a crear la atmósfera de este libro. La manera más sencilla de describirlo sería como el retrato de un mundo que ha ido mal. Una especie de comedia negra».
Sin embargo, el mensaje que queda tras su lectura es positivo. ¿Sugiere que vamos hacia un mundo mejor?
No estoy seguro. La verdad es que el libro acabó de una forma mucho más alegre de lo que en principio yo pensé. En el libro, ese final feliz tarda más de mil años en ocurrir, por lo que no puedo ser excesivamente optimista, pues para entonces ni usted ni yo estaremos por aquí para verlo.
¿A estas alturas de su vida, qué es o qué supone para usted la libertad de expresión?
No me siento representante de nada en concreto, tampoco de la libertad de expresión. Pero cuando estamos involucrados, como lo estamos, en la escritura y en la creación de libros y de películas, hay que defender a muerte la libertad de expresión. Este tipo de libertad es la que hace posible que exista el mundo de las artes y de la cultura en nuestra sociedad. Si nos preocupamos de que nos pueda suceder algo a nivel personal por ejercerla, no podremos continuar con nuestro trabajo. Esto es algo que parece bastante evidente, pero desgraciadamente en nuestro mundo la libertad de expresión está siendo atacada y por ello necesita ser defendida con decisión y perseverancia. La mejor manera de defender la libertad de expresión es ejercitarla, emplearla. Escribir los libros que tengas que escribir, escribir las columnas periodísticas que haya que escribir, hacer las películas y dibujar las viñetas que consideres… En fin… Ejercerla frente a quienes desde la sinrazón quieren imponer su lamentable ley.
La amenaza de los fundamentalistas, que antes se centraba en personas como usted, ahora concierne a toda la sociedad. ¿Cómo contempla este fenómeno?
Siento mucho que también sea el problema de todos. Porque realmente pienso que ahora es un problema del conjunto. Mi último libro, que trata de una guerra sobrenatural, está claramente influenciado por los eventos de la actualidad. El motivo por el que está escrito así es porque quería ir más allá del simple eco de las noticias que vemos cada día. Intentar decir algo un poco más universal. Asistimos cada día ante nuestros ojos a una batalla entre la razón y la no razón, entre la tolerancia y la no tolerancia, es una batalla que no tiene nada de nuevo, sino que es parte de la historia de la raza humana. La discusión que se sucede en el libro entre los dos filósofos, entre Averroes y Al Gazhali, dura tanto tiempo a lo largo del libro porque es una discusión que lleva sucediendo más de mil años. Este tipo de choque entre la razón y la no razón es algo que acontece también dentro de nosotros mismos, en nuestro interior. Tenemos una parte razonable y otra que no atiende a razones.
«Cultura y placer son actos revolucionarios»
Pero… ¿y la actitud de esos fanáticos que quieren eliminar cualquier vestigio cultural (escritos, monumentos, etc.) del pasado islámico?
Una característica de todos los fanáticos es su desprecio por la cultura. No les gusta en absoluto. Ahora asociamos fundamentalismo al islamismo extremo, pero hay que recordar, por ejemplo, que en la Inglaterra del siglo XVII, en la época puritana de Oliver Cromwell, se cerraban los teatros. Hay una cita de un ensayista americano que dice que el puritanismo es el miedo a que alguien pueda llegar a ser feliz. Es normal para el instinto puritano el oponerse a cualquier cosa que conlleve placer. Por eso prohíben el cine, la danza, el teatro, los libros. Para estos fanáticos, el placer y la cultura son enemigos a eliminar. Por eso es especialmente importante insistir en el valor del placer. El placer y la cultura se convierten en actos revolucionarios.
¿Por qué ha aumentado tanto el peso de los fundamentalistas?
Predecir el futuro se ha convertido en una especie de industria. Yo no puedo predecirlo. Casi todo el mundo que se atreve a predecir el futuro acaba pareciendo un idiota porque casi siempre se equivoca. No sé para qué sirve especular con eso. Lo que uno aprende cuando estudia la historia es que es tremendamente complicado explicar y entender por qué suceden las cosas, por lo que creo que es mucho más práctico enfocarnos en lo que sabemos y dejar de especular con lo que podría ser. La futurología siempre se me ha antojado como la ciencia de equivocarse sobre algo.
En cualquier caso, su pegunta tiene muchas respuestas posibles y muy diferentes. Una de ellas tiene que ver con el hecho de que en Oriente Medio han fracasado los Estados. Hay dos Estados fallidos en concreto que son Irak y Siria. Esa situación, la de un estado fallido, provoca el auge del gansterismo, que da lugar a una lucha por conseguir tierras, petróleo, dinero, armas… Por eso creo que deberíamos analizar por qué ha fallado el Estado y cómo volver a reconstruirlo. Pero afortunadamente ese no es mi trabajo. El hecho es que donde existe un vacío de poder surgen grupos y personas dispuestos a detentarlo a cualquier precio.
(De pronto entrecierra los ojos. Lo hace con frecuencia al tiempo que sonríe de un modo peculiar que pinta en su rostro cierto aire de gnomo grande. Lo hace y lo vuelve a hacer, hasta que quien le escucha comprende que ese gesto precede casi siempre al tono de broma que utiliza para referirse a ciertos temas. «El humor me ha salvado muchas veces. Ha sido una especie de tabla de salvación en los periodos más duros», confiesa.)
Así pues, ¿es el humor la mejor trinchera ante este mundo en el que vivimos y que, como usted apunta, no va del todo bien?
Más que trinchera, el humor casi siempre supone el mejor ataque. Como lector yo no disfruto con libros que no tienen ningún sentido del humor, por lo que como escritor prefiero escribir obras que lo contengan. Me llama la atención que la gente que nunca había leído mis libros, cuando lo hacen se sorprendan al descubrir en ellos un componente humorístico. Mucha gente me escribe tras haber leído un libro mío por primera vez y me dicen que no imaginaban que yo fuera capaz de escribir un libro gracioso. Este libro último parece ser que es mi obra más lograda en ese sentido, lo que me satisface muy especialmente.
Hay quien afirma que los periodistas y dibujantes de Charlie Hebdo en cierto modo buscaron su tragedia.
(Corta Rusdhie la pregunta para afirmar tajantemente que «ese es un argumento odioso e inaceptable. Nadie debería ser asesinado, y mucho menos por dibujar. A quien no le gusten esos dibujos, puede buscar otros. Si no te gusta un libro, lee otro libro diferente. Pero el hecho de que no te guste algo no te legitima para ciertas cosas. Además, esa revista tenía un compromiso con la irreverencia. Es una publicación que ha criticado no solamente al Islam, sino a todas las religiones y nadie más, salvo esos asesinos, ha aparecido con metralletas».)
«El personaje ficticio más peligroso que conozco es Dios»
¿Qué piensa de las religiones?
Con claridad tengo que decir que no estoy a favor de ningún tipo de religión. Es algo que he hecho público cada vez que he tenido oportunidad. No necesito mirar al Vaticano, ni a ninguna religión, para tener una guía moral. La verdad es que nunca me consideré un escritor preocupado por la religión hasta que una religión empezó a perseguirme. No tengo por qué retractarme de lo que he dicho alguna vez, y es que el personaje ficticio más peligroso que conozco es Dios.
¿Y de los nacionalismos?
En muchas partes del mundo el fenómeno del nacionalismo ha resultado tremendamente peligroso, por no decir nefasto. Uno de los grandes ejemplos es la Alemania nazi, otro puede ser Yugoslavia hacia el final del comunismo. En Europa los nacionalismos extremos no han llevado casi nunca a nada bueno. Pero en India el nacionalismo ha sido diferente, ya que el movimiento nacionalista consiguió unificar el país y convertirlo en un país antiimperialista y anticolonialista. India no había estado unida antes del imperio británico y por ello era necesario ofrecer la idea de una nueva nación. Así pues tengo visiones diferentes del nacionalismo dependiendo de en qué lugar del mundo se produce.
¿Responde a la realidad su fama de hombre y de escritor polifacético, interesado en ámbitos muy diversos?
Para un escritor es muy importante el tener conocimiento de muchos mundos, cuantos más mejor, y hacer que cobren vida en sus páginas. A mis alumnos les digo que si realmente quieren convertirse en escritores tienen que entrar en la mayor cantidad de habitaciones y conocer el mayor número de personas y ambientes. De lo contrario no podrás darles vida. Es algo similar a lo que ocurre con el periodismo. Es necesario entrar en los lugares para conocerlos. Generalmente no basta con leer sobre ellos, hay que estar dentro.
Admiro a Charles Dickens porque era capaz de ambientar sus libros en las escenas más variopintas, desde la alta aristocracia hasta los barrios más bajos de la ciudad, capaz de hablarnos con realismo de la burguesía, de la criminalidad, de las cárceles o de los escenarios más refinados. A mí me ha ayudado conocer a escritores mucho más jóvenes que yo y a través de ellos he podido acceder a generaciones a las que le llevo muchos años. Contemplo un peligro que es que a medida que te vas haciendo mayor, tus propios libros y tus personajes envejecen contigo. Eso es una trampa en la que no quiero caer.
También varía en sus obras el tono y la forma del lenguaje.
Efectivamente, me gusta cambiar y mis ideas acerca del lenguaje varían dependiendo del material y de la historia que esté escribiendo en ese momento. Cuando escribí La encantadora de Florencia, mi lenguaje se convirtió en mucho más barroco, mucho más adornado. Cuando hice Shalimar, el payaso, debido en parte a que el tema del que hablaba eran las atrocidades que acontecían en Cachemira, mi lenguaje se transformó en más básico, era mucho más desnudo. En el caso de Dos años, ocho meses y veintiocho noches, como nace de una tradición como es la de contar historias, quería que el lenguaje fuera más informal. Es como si alguien se sentara a tu lado en el sofá de tu casa y te dijera, «déjame que te cuente lo que me acaba de pasar», con lo que el lenguaje tiene que ser mucho más conversacional. También quería que fuese rápido. Hay historias que se benefician de no ser demasiado largas. Por ejemplo, si La metamorfosis de Kafka tuviera 400 páginas sería algo insoportable, pero con sus cincuenta páginas es una obra de arte.
«A veces la ficción es un lugar peligroso»
Ha dicho usted que necesitaba fabular tras un tiempo de excesivo realismo. ¿Qué quiere decir exactamente?
He reaccionado a la escritura de mi autobiografía, Joseph Anton, un texto autobiográfico muy largo y realista. Me he ido, a través de la escritura, al lado contrario del espectro emocional. Esta forma de escribir surge en mí de un modo más natural, a eso me refiero cuando hablo de la necesidad de fabular. Si no fuera por los eventos que acontecieron en mi vida, yo jamás hubiera tenido ningún interés por escribir mi autobiografía. Pero desgraciadamente sucedió lo que sucedió y me vi impulsado a ponerme a ello. Me alegro mucho de haber retornado a otro tipo de escritura porque este modo de escribir, la ficción, la veo como el barrio en el que a mí me gusta vivir. Aunque a veces la ficción es un lugar peligroso.
Para sus libros bebe usted de fuentes de la cultura y la historia oriental y occidental. ¿Cómo conjuga ese cruce sociocultural?
En relación con mi último libro, las historias de procedencia oriental que hablan de los yinn, esas criaturas hechas de fuego sin humo, siguen muy vivas. Son historias que la gente continúa contando. En la India, cuando se te pincha la rueda del coche, alguien dirá que eso ha sido la obra de un yinn. Cuando se tira una copa de vino sobre la mesa, también se le hecha la culpa a un yinn. Son historias que todavía están inmersas en la sociedad. Historias con las que yo crecí durante la infancia. Me las contaban mis padres y, cuando me he hecho adulto, son historias que he empezado a contar yo mismo. Cuando viví en Inglaterra y después en Estados Unidos, me interesé mucho por la tradición occidental del surrealismo en el arte. Sentía que los dos tipos de tradiciones, los dos tipos de culturas e historias, eran en cierto modo similares. Los autores sudamericanos con su realismo mágico estaban bastante influenciados por Las mil y una noches, por lo que veo una confluencia. El principio subyacente es el mismo, y es encontrar otra manera de contar la verdad. Yo intento traer aquellas historias ancestrales a este siglo, a mi tiempo.
También se ha confesado admirador de la ciencia ficción como género. ¿Es así?
Efectivamente. Siempre he sido un entregado a la ciencia ficción, incluso mucho antes de escribir mi primer libro. En su mejor faceta este género es un gran vehículo para transmitir ideas. De hecho inicié mi carrera como escritor muy próximo a la ciencia ficción. Grimus, mi primer libro, podría catalogarse en la zona literaria de la ciencia ficción. Sigo pensando que este género está entre los mejores de la literatura. Ray Bradbury, Ursula K. Le Guin o Dick, emblemáticos cultivadores de la ciencia ficción, pueden ser colocados al mismo nivel que los mejores escritores de otros géneros considerados más «literarios».
La verdad es que me trae sin cuidado la categorización literaria. No me gusta meter a la gente en cajas separadas, simplemente considero que hay escritores buenos y escritores malos, y eso es lo que realmente importa. Me gustaría que se hablase de mi última obra como de una novela de fantasía y así los millones de lectores de ciencia ficción se acercarían a ella. Sería estupendo.
(Y sonriendo, ojos pícaros que parecen esconder una última palabra, se levanta de su silla, no sin antes declarar que no le gusta no tener un libro que escribir, «por lo que tengo pensado el principio de una historia con la que por falta de tiempo no podré ponerme hasta finales de año». «Pero», concluye, «estoy muy feliz de haber vuelto a la ficción y tengo muy claro que es ahí donde me quiero quedar».)
Vida y obra
Nació Ahmed Salman Rushdie, hoy Sir Salman Rushdie, en Bombay en junio de 1947, sólo dos meses antes de que la India se independizase y quedase liberada del dominio colonial británico, en una acomodada familia de cultura musulmana y origen cachemir.
«Si bien mi padre, que había estudiado en Cambridge, no era creyente», su madre fue una maestra que le contaba historias. «Crecí entre historias y eso hizo que me enamorase de la lectura». En aquella casa se hablaba indistintamente inglés y urdú, el idioma que dominaba en la nueva India independiente.
Con apenas catorce años Salman fue enviado a Inglaterra, donde ingresó en uno de los internados británicos de mayor prestigio, el Rugby School, del que nunca guardó un buen recuerdo, pues fue objeto de continuos desaires por su origen indú y por su poca aptitud para el deporte.
En una segunda época estudió en la Universidad de Cambridge, donde en 1968 se licenció en Historia.
Su carrera literaria se inició en 1975 con el relato fantástico Grimus. En 1981, la novela Hijos de la medianoche marcó un hito en la narrativa india en lengua inglesa y le valió el Premio Booker, el galardón literario más prestigioso del Reino Unido. En 1993 esta obra fue premiada con el Booker of Bookers, concedido al mejor de todos los libros galardonados con el Premio Booker en sus primeros 25 años de existencia.
Hijos de la medianoche narra la historia de un niño con poderes paranormales que nace en la medianoche del 15 de agosto de 1947, en el momento exacto en que India y Pakistán lograban su independencia. El libro provocó una cierta controversia por contener referencias consideradas despectivas hacia la entonces primera ministra Indira Gandhi.
Tras Hijos de la medianoche, Rushdie publicó Vergüenza, novela en la que refleja la convulsión política en Pakistán. En 1987 vio la luz La sonrisa del jaguar, un libro de viajes sobre Nicaragua, y en 1988 la archiconocida Los versos satánicos, que le valdría una condena a muerte por el edicto religioso emitido por Jomeini que consideraba que el libro era blasfemo.
En 1990 publicó Harún y el mar de las historias, alegoría infantil que aborda los problemas sociales del subcontinente indio. A esa obra le seguirían el libro de relatos Oriente, Occidente y las novelas El último suspiro del Moro en 1995, El suelo bajo sus pies en 1999 y Furia en 2001.
En 2005 se publicó su octava novela para adultos, Shalimar, el payaso, a la que seguirían La encantadora de Florencia tres años después y, en 2010, Luka y el fuego de la vida.
Es también autor de las obras de no ficción Patrias imaginarias y Pásate de la raya, y de la autobiografía Joseph Anton. Memorias, nombre bajo el que se ocultó cuando fue perseguido.
Traducido a más de cuarenta lenguas y candidato al Premio Nobel en no pocas ocasiones, ha recibido los premios al Autor del Año en Gran Bretaña y Alemania, el Premio al Mejor Libro Extranjero en Francia, el Premio Grinzane Cavour, el Nacional de las Artes de Estados Unidos y, entre otros muchos, el Booker y el Booker of Bookers.
Casado cuatro veces y padre de dos hijos, Salman Rushdie vive desde hace quince años en Nueva York.
Mil noches y una más
[2]Dos años, ocho meses y veintiocho noches [1]
Salman Rushdie
Traducción: Javier Calvo
Seix Barral
396 páginas
21,50 euros
E-book: 12,99 euros
Lea el primer capítulo [3]
En Dos años, ocho meses y veintiocho noches se contienen mil y una noches. Ese es el primer guiño de la desbordante historia con la que Salman Rushdie, seis años después, vuelve a la gran escena de la literatura para adultos.
Dos años, ocho meses y veintiocho noches es una absorbente novela que mezcla historia, mitología y amor eterno, una gran narración que muestra los monstruos que se liberan cuando la razón se rinde y el fanatismo reina.
En un futuro próximo, después de una gran tormenta, la Era de la Extrañeza empieza. Un jardinero descubre que sus pies ya no tocan el suelo. Un dibujante de cómic se convierte en superhéroe. Un bebé identifica a los impuros marcando a los corruptos con erupciones en la piel.
No saben que descienden de unas criaturas mágicas y caprichosas conocidas como yinn. Su mundo estaba separado del nuestro por un velo. Ahora este velo se ha roto y los elegidos deberán luchar en una batalla entre la luz y la oscuridad que durará dos años, ocho meses y veintiocho noches, es decir, mil noches y una más.
Salman Rushdie ha escrito una obra destinada a perdurar sobre los grandes conflictos de la humanidad y un testimonio atemporal sobre el poder de las historias. Como explica el propio autor: «Plantea la batalla entre la luz y la oscuridad. Entre la razón y la no razón. Entre el fanatismo y el sentido común».