Los viajes surgen de muy diferentes maneras, sobre todo los que son al más puro estilo ‘road movie’ y que al final constituyen una búsqueda, consciente o inconsciente, de uno mismo. En ellos, el azar y la aventura siempre están presentes, aunque todo depende de lo abiertos o cerrados que tenga los ojos el protagonista. Los de Aldous, el narrador de Berlín Vintage, son, sin duda, de los que se abren de par en par ávidos de sensaciones y de belleza. Por ello adora a Caravaggio y por ello también encuentra el amor por casualidad. A través de cada una de estas pinturas, el protagonista va relatando al lector su particular composición del destino de este artista, que revolucionó para siempre la pintura occidental.
«El viaje de Aldous es la odisea en la que nos embarcamos cuando nos preguntamos quiénes somos. Desde la mitología clásica, la pregunta ¿quién soy? está simbolizada por el viaje, un viaje que debe conducirnos hacia nosotros mismos y en el que tendremos que enfrentarnos a cíclopes y monstruos que no son otra cosa que los miedos que nos atenazan», dice Óscar M. Prieto.
Para el autor, Caravaggio es uno de los personajes más fascinantes de la Historia de la humanidad. «Como artista fue genial, revolucionario. Y su biografía, apasionante, como la de todos aquellos que se concentra en muy pocos años, ya que murió antes de los 40. Conoció los palacios y las prisiones, los elogios de los purpurados y también la condena y la persecución de los mismos que antes le alabaron. Conoció la muerte, dio muerte y le dieron muerte, pero sobre todo, Caravaggio apuró la vida al límite».
Misterio y aventuras
Al interesarse por uno de los lienzos, dado por destruido en el incendio de Friedrichschain -cuando el Ejército Rojo ya entraba en Berlín-, un desconocido le sugiere al protagonista que se ponga en contacto con Laly. La investigación sobre el posible paradero de este cuadro sacará a la luz las barbaries más horrendas y, a la vez, los actos de valor y de altruismo más admirables. Por otro lado, en su peregrinar, Aldous se encuentra con un mismo personaje en algunos de los lugares que recorre, aunque cada vez parece diferente. ¿Puede explicar la pura casualidad que se lo encuentre como acuarelista, maratoniano, jardinero, pescador…? No será hasta Berlín que descubra quién es en realidad.
Julio Llamazares, encargado de prologar el libro, dice que se advierte que Óscar M. Prieto «es un pensador furtivo. Quiero decir: que, por encima de su formación filosófica, de su dominio de la tramoya del pensamiento, del arte y de la reflexión abstracta, pertenece a una raza, la de los contadores de historias, que le lleva a actuar como un cazador furtivo, un cazador de palabras, imágenes y ficciones que, aún trufadas de erudición y de pensamiento, se imponen al peso de estos llevando la narración en volandas como corresponde a un relato con todas las consecuencias».
Así, filosofía, misterio, azar, amor y acción se funden bajo el pretexto de la aventura.