Según abunda el acta del jurado, «la prosa de John Banville se abre a deslumbrantes espacios líricos a través de referencias culturales donde se revitalizan los mitos clásicos y la belleza va de la mano de la ironía. Al mismo tiempo, muestra un análisis intenso de complejos seres humanos que nos atrapan en su descenso a la oscuridad de la vileza o en su fraternidad existencial. Cada creación suya atrae y deleita por la maestría en el desarrollo de la trama y en el dominio de los registros y matices expresivos, y por su reflexión sobre los secretos del corazón humano».
Esta candidatura había sido propuesta por José Antonio Pascual Rodríguez, vicedirector de la Real Academia Española –Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2000–, y Javier Garrigues, embajador de España en Irlanda.
Trayectoria
John Banville nació en Wexford (Irlanda) en 1945. Tras acabar su formación escolar comenzó a trabajar en la compañía aérea Aer Lingus. Entre 1968 y 1969 vivió en los Estados Unidos y a su regreso a Irlanda trabajó en el diario Irish Press, hasta su desaparición en 1995. Entonces fue nombrado subdirector del Irish Times, donde desempeñó también el cargo de editor literario hasta 1999. Desde 1990 colabora asiduamente con The New York Times Review of Books.
Como escritor, ha recibido numerosos elogios a lo largo de su carrera y George Steiner, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2001, lo ha calificado como “el escritor de lengua inglesa más inteligente”.
Su primer libro, Long Lankin, una recopilación de relatos cortos, apareció en 1970, seguido por Nightspawn (1971) y Birchwood (1973), sus primeras novelas. Considerado por algunos críticos como el “heredero natural” de Nabokov, su estilo es reconocido por su prosa precisa y el uso del humor negro en boca de la persona del narrador. Con Dr. Copernicus (1976), una biografía novelada del astrónomo polaco, que le valió el James Tait Black Memorial Prize de ficción de la Universidad de Edimburgo, inició una serie de libros sobre la vida de eminentes científicos y sus ideas. Con Kepler (1981), sobre el astrónomo alemán, obtuvo el The Guardian Fiction Prize. Completó la serie con The Newton Letter: An Interlude (1982), que relata la historia de un académico que escribe un libro sobre Isaac Newton y que la cadena Channel 4 TV adaptó para la televisión, y Mefisto (1986), que explora el mundo de los números en una revisión de Dr. Faustus.
En 1989 publicó El libro de las pruebas, con el que ganó el Guinness Peat Aviation Book Award, e inició una trilogía que continuó con Ghosts (1993) y Athena (1995), en la que el narrador de las historias es un asesino convicto. El intocable (1997), Eclipse (2000), Imposturas (2002), Prague Pictures: Portrait of a City (2003), El mar (2005), Los infinitos (2009) y Antigua luz (2012) son sus últimas obras.
Por otra parte, con el seudónimo de Benjamin Black inició en 2006 con Christine Falls una serie de thrillers protagonizados por el patólogo forense Quirke; a este le ha seguido The Silver Swan (El otro nombre de Laura) en 2007, The Lemur (2008), Elegy for April (En busca de April, 2011), Muerte en verano (2012), Venganza (2013) y Holy Orders (2013). Benjamin Black ha publicado también La rubia de ojos negros (2014), en la que resucita al detective Philip Marlowe de Raymond Chandler.
John Banville logró con El mar su premio más importante, el Man Booker Prize 2005, el galardón literario más codiciado de los que se conceden en el Reino Unido, y para el que había sido finalista con El libro de las evidencias en 1989. Entre otros reconocimientos que ha obtenido a lo largo de su carrera, además de los ya citados, se encuentran el Allied Irish Banks’ Prize (1973), el Arts Council Macaulay Fellowship (Irlanda, 1973) y el Lannan Literary Award (EE.UU., 1997).
Contribución relevante
Los Premios Príncipe de Asturias están destinados, según los estatutos de la Fundación, a galardonar “la labor científica, técnica, cultural, social y humanitaria realizada por personas, instituciones, grupos de personas o de instituciones en el ámbito internacional”. Conforme a estos principios, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras se concede a aquellos “cuya labor de creación literaria represente una contribución relevante a la literatura universal”.
En esta edición concurrían un total de 24 candidaturas procedentes de Argentina, Cuba, Chile, China, Egipto, Estados Unidos, Grecia, Irlanda, Italia, Japón, Mozambique, Reino Unido, Uruguay y España.
El Jurado de este Premio estuvo presidido por José Manuel Blecua e integrado por Xuan Bello, Amelia Castilla, Juan Cruz, Luis Alberto de Cuenca, José Luis García Martín, Álex Grijelmo, Manuel Llorente, Rosa Navarro, Carme Riera, Fernando Rodríguez Lafuente, Fernando Sánchez Dragó, Ana Santos Aramburo, Diana Sorensen, Sergio Vila-Sanjuán y José Luis García Delgado (secretario).
Entrega en otoño
Este ha sido el quinto de los ocho Premios Príncipe de Asturias que se conceden este año, en que cumplen su trigésimo cuarta edición. Anteriormente fueron otorgados los Premios Príncipe de Asturias de las Artes, al arquitecto estadounidense Frank O. Gehry; de Ciencias Sociales, al historiador francés Joseph Pérez; de Comunicación y Humanidades, al humorista gráfico argentino español Joaquín Salvador Lavado Tejón, Quino; y de Investigación Científica y Técnica a los químicos Avelino Corma Canós (España), Mark E. Davis (Estados Unidos) y Galen D. Stucky (Estados Unidos).
Cada uno de los Premios Príncipe de Asturias, concedidos por primera vez en 1981, está dotado con una escultura de Joan Miró –símbolo representativo del galardón−, la cantidad en metálico de 50.000 euros, un diploma y una insignia. Los galardones serán entregados en otoño en Oviedo, en un solemne acto presidido por S.A.R. la Princesa de Asturias.
Su última novela
La rubia de ojos negros (Alfaguara, 2014) comienza en la década de los cincuenta. Philip Marlowe se siente tan inquieto y solo como siempre y el negocio vive sus horas bajas cuando irrumpe en su despacho una nueva clienta: joven, rubia, hermosa y elegante, Clare Cavendish, la rica heredera de un emporio de perfumes, pretende que Marlowe encuentre a un antiguo amante, un hombre llamado Nico Peterson. Sí: Banville/Black pone su pluma al servicio del espíritu de Raymond Chandler por encargo de sus herederos y resucita al legendario detective privado (ese hombre que no conoce a las mujeres, pero tampoco se conoce a sí mismo) para embarcarlo en una nueva y peligrosa aventura en las calles de Bay City.