«Hijo» de Hemingway y Fitzgerald, y precursor de Salinger, Updike o Carver, O’Hara escribió más cuentos que nadie para The New Yorker y es uno de los maestros de la narrativa breve estadounidense.
Sus diálogos -resultado de un oído finísimo- se encuentran entre los mejores del género. Por extensión casi nunca conocemos el aspecto que tienen sus personajes, y solo a partir de unos pocos detalles se nos presentan con una verosimilitud sorprendente.
Dotado de una hiriente sensibilidad para captar la asfixiante estratificación social de su país, O’Hara dio vida a un fresco de personajes portentoso, entre los que destacan sus retratos femeninos. Escritor prolífico como pocos, empapó sus páginas de alcohol, sexo y dinero -sus temas predilectos y recurrentes-, y como Faulkner o Sherwood Anderson convirtió su localidad natal en el sustrato de muchas de sus ficciones.
Pese a todo ello es difícil encontrar un libro de O’Hara en español y aún menos alguno de sus relatos. Los 25 aquí reunidos abarcan un espacio temporal de cuarenta años: desde el primero, cronológicamente, El niño del hotel (1934), al más tardío, publicado postumamente, El martes es tan buen día como cualquiera (1974). Una panorámica completa de sus temas principales y de la evolución de su estilo a lo largo de las décadas.
«Es ficción, pero para mí posee el timbre de la verdad»
John Updike
John O’Hara nació en en el seno de una familia católica de origen irlandés. Su padre, un eminente médico local, no logró inculcarle el amor por su profesión. Los intereses del joven John estaban más del lado de las letras, y del alcohol, que de muy joven empezó a ingerir y que hacía que su conducta se tornara imprevisible.
Tras la temprana muerte de su padre se trasladó a Nueva York, donde empezó a trabajar de periodista y a presentar sus primeros relatos en el New Yorker, donde publicaría un total de 274 a lo largo de toda su vida, contribuyendo con ello a sentar las bases del particular estilo de la ficción de la revista.
En 1934 publicó su primera novela, Cita en Samarra, que lo llevó a la fama. Poco después aparecería su primera colección de relatos, The Doctor’s Son and Other Stories, que lo encumbraron como un maestro del género. Su novela BUtterfield 8, protagonizada por la libérrima Gloria Wandrous, fue otro best-seller y escandalizó por su crudo tratamiento del sexo y la descripción de las noches beodas de la ley seca.
De entre sus novelas, destacan A Rage to Live (1949), Ten North Frederick (1955), que obtuvo el National Book Award, o From the Terrace (1958), y también su «drama musical realista» Pal Joey, estrenado con éxito en Broadway y llevado posteriormente al cine.
Sin embargo es en la forma breve en la que O’Hara fue un maestro indiscutible. Escribió más de cuatrocientos relatos, entre cuentos y novellas, que compiló a lo largo de su vida en diferentes colecciones. Además de la ya mencionada, en Files on Parade (1939), Pipe Night (1945), Hellbox (1947), Sermons and Soda-Water (1960) y The Cape Cod Lighter (1962), entre otras.
Ambicioso, arrogante y de un temperamento volátil, se granjeó numerosos enemigos en el establishment literario de su época. Cuando en 1962 le concedieron a John Steinbeck el Nobel, el de Pottsville le envió un telegrama de felicitación en el que decía, sin más, «eras mi segunda opción».
La chica de California y otros relatos
John O’Hara
Traducción de David Paradela
Editorial Contra
320 p