Un hombre que la pretendía en matrimonio y al que ella rechazó se lo arrojó a la cara. Tras la agresión, Ameneh perdió la vista de los dos ojos. En el intento de devolverle la visión fue sometida a diferentes intervenciones quirúrgicas en el Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona pero la gravedad de las lesiones hicieron inútiles los esfuerzos.
A su regreso a Irán, y con la terrible seguridad de lo irreversible de su situación, decidió exigir la aplicación la ley del talión, vigente aún en su país, que impone un castigo similar al del crimen cometido. Tras el último juicio celebrado en Teherán en 2012, cuando todo estaba listo para ejecutar la sentencia, cegarle ambos ojos a su agresor, Ameneh le perdonó.
Tiempo de contar
Tras años de lucha contra las secuelas de aquel ácido en su cuerpo, Ameneh Bahramí ha dado un paso adelante y ha querido contar su historia en Ojo por ojo.
«Por asombroso que parezca -comenta la propia autora- he logrado recuperarme y ocho años después de aquel horrible punto y aparte en mi vida, siento que por fin tengo fuerza suficiente para contar mi historia. Todavía duele, me remueve las entrañas, me entristece y algunos días casi me desespera. Pero tengo que contarla».
«Este libro, prosigue, debe servir para que nunca se vuelva a repetir un caso como el mío. Para que jamás ninguna otra mujer o niña vuelva a ser víctima de un ataque con ácido. Para que nadie vuelva a escaldar ni abrasar a una mujer por el mero hecho de tener voluntad propia».
En primera persona
Escrito en primera persona, este documento es una narración sincera, marcada por el dolor, la desesperanza y la ira, pero también llena de preguntas –muchas de ellas sin respuesta–, en la que trasciende el deseo de luchar «para que ninguna mujer vuelva a pasar un calvario así», insiste.
Un relato en el que se mezclan fortaleza, venganza y perdón del que afloran, firmes, dos conclusiones: «La lucha por la humanidad la gana quien perdona, no quien quita o destruye» y aquella que, reivindicando también la condición humana evidencia que aún en las peores circunstancias puede surgir la generosidad.
Ameneh no quiere que su sufrimiento se olvide. Por eso, vertió en cintas magnetofónicas todo lo vivido. «Mi experiencia debe servir de ayuda a todas aquellas personas que se enfrenten a un duro golpe del destino, para mostrarles que, incluso cuando uno se encuentra en la oscuridad más profunda, puede recuperar la esperanza. Los malos momentos nos convierten en lo que somos. Quien pasa por circunstancias difíciles aprende a apreciar mejor el lado bonito de la vida. Perder algo resulta duro, pero también desata fuerzas insospechadas».
«He perdido parte del rostro, pero, después de todo lo que me ha ocurrido, no he perdido la dignidad (…). Lo que no me pudo robar es mi vista interior, mis principios, mi imaginación».
Ojo por ojo [1]
Ameneh Bahramí
Planeta
301 páginas