Risas garantizadas
[1]Nada más opuesto a las presumidas memorias del gran Charles Chaplin que las del maravilloso Groucho Marx. “No hay nada más aburrido que el relato de un actor acerca de sus éxitos. Trato deliberadamente de ahorrarte esto, y solo espero que algún día, si escribes un libro, hagas lo mismo por mí”, escribió el genio del bigote pintado. Pocas autobiografías resultan más divertidas que Groucho y yo. La lengua más rápida y viperina que ha conocido Hollywood despliega toda su artillería en un volumen que puede disfrutarse incluso aunque no te gusten las películas de los hermanos Marx. Aquí una de sus canciones más celebradas.
Más risas
[2]A veces pasa que lo mejor que uno lee en verano no lo encuentra en los libros sino en los periódicos. Eso es lo que debieron de pensar muchos de los lectores de El País que en el agosto del año noventa se rieron cada mañana con el desternillante diario de un alienígena en busca de otro extraterrestre extraviado en nuestro planeta. Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza, es una de esas humoradas deliciosas fruto de la imaginación del Premio Cervantes de este año. Pese a que abunda mucho nombre y situación ligados a la actualidad española de entonces, no ha perdido su gracia original. Si Mendoza lo hubiera escrito hoy metería Despacito en sus páginas pero como lo hizo hace casi tres décadas menciona otro éxito de la época igual de pegajoso y bailable.
Risas con mala leche
[3]¿Un diccionario para la playa? Sí, si ése es el Diccionario del diablo de Ambrose Bierce, soldado, periodista y misántropo incorregible nacido en 1842 y desaparecido en misteriosas circunstancias en 1914. Tan desengañado del género humano como cruelmente divertido, define Amistad como “embarcación capaz de llevar a dos personas si hace buen tiempo pero solamente a una cuando el tiempo es malo” y cuando explica el término Calamidad aclara que hay dos tipos: “la desgracia propia y la fortuna ajena”. Calificó antes que nadie al Homeópata como “el humorista de la profesión médica”. Y siempre dispuesto a buscarle la sombra a las palabras más luminosas, seguro que habría disfrutado de aquella diabólica mujer que finge ser un ángel en la canción de Elvis Presley.
https://www.youtube.com/watch?v=kyK_GbGuxyA
Empezar y no parar
[4]Se acabaron las risas para entrar en el suspense de la novela de espías. Nos adentramos concretamente en el Berlín de la guerra fría, de mediados de los años cincuenta, para conocer la terrible peripecia de un joven despistado que se inicia de golpe en demasiados secretos, entre ellos los del amor y el sexo. Nunca más Ian McEwan ha vuelto a enganchar al lector de la manera en que lo hizo en El inocente, manteniéndote en vilo durante tantas y tantas páginas tremendas. Nunca la angustia fue tan disfrutable. Musicalmente el libro consigna una revolución de aquel año 1956, la que trajeron canciones como Long Tall Sally, de Little Richard: un nuevo ritmo se apodera de las pistas de baile arrinconando los temas lentos y los valses. A Glenn Miller y Duke Ellington les había salido un rival de altura.
¡Pilla ese tren aunque sea de noche!
[5]“Soy poli y mi nombre es Mike Hoolihan, detective Mike Hoolihan. Y además soy una mujer. Lo que me dispongo a ofrecer aquí es el peor caso que me ha tocado resolver en toda mi carrera”. ¡Qué importante es, con sencillez y contundencia, abrir el apetito por querer saber más desde los primeros párrafos, como sucede en Tren nocturno! Martin Amis se puso el traje de autor policiaco y le salió uno de sus mejores libros, y eso es mucho decir de alguien que ha firmado Campos de Londres o La información. Siendo una pareja perfecta, ella se pega tres tiros en la cabeza. Su padre no acepta el suicidio, convencido de que el marido es el responsable y para demostrarlo contrata a Mike Hoolihan, la poli con nombre de varón y modales poco femeninos. El título original, Night train, es un estándar del jazz, pero es altamente probable que la mejor versión del tema la grabara esa fuerza de la naturaleza, pequeña pero temible, que fue James Brown. “Are you ready for the night train?”.
Sufriendo por un asesino
[6]De una historia turbadora a otra aún más turbadora si cabe. Patricia Highsmith nos propone seguirle la pista a Tom Ripley, un tipo tan brillante y soñador como carente de escrúpulos para alcanzar sus objetivos. La autora se las apaña para que el lector se identifique con un psicópata que va saliendo indemne de una amenaza tras otra a cuál más asfixiante mientras por el camino va dejando unos cuantos cadáveres. El talento de Mr. Ripley inaugura una saga de cinco novelas. En la última y estimable versión cinematográfica del libro, Ripley tenía la cara angelical y el físico fibroso de un Matt Damon, que además emula la delicadeza de Chet Baker mientras canta aquello de “you make me smile with my heart…”.
El bar de tus sueños existe
[7]Un libro conmovedor contado por un crío que busca y encuentra en un bar un sustituto para la figura paterna que no tiene en casa. Un garito por el que pululan personajes inolvidables, todos con alguna herida abierta que allí consiguen cerrar durante unas horas, todos con alguna historia prodigiosamente narrada por J.R. Moehringer. El bar de las grandes esperanzas garantiza carcajadas y emociones a flor de piel. Una obra autobiográfica de iniciación que habla del alcohol y las canciones, de la amistad y el periodismo y que puede leerse mientras suenan de fondo los viejos discos de Sinatra. “Es la voz que la mayoría de los hombres oye en el interior de su cabeza. Es el paradigma de la masculinidad. Tiene el poder al que los hombres aspiramos, y la confianza. Y, aun así, cuando Sinatra está herido, afectado, su voz cambia. No es que desaparezca la confianza, pero por debajo aparece un atisbo de inseguridad, y oyes los dos impulsos guerreando por su alma, oyes toda esa confianza y esa seguridad en cada nota porque Sinatra te deja que las oigas, se expone desnudo, algo que los hombres rara vez hacen”.
https://www.youtube.com/watch?v=bOqP3QeDMaQ
Un autor estelar
[8]¿Un libro de historia para bajarse a la piscina? Por supuesto, si el autor es Stefan Zweig y la obra es Momentos estelares de la humanidad. El autor austriaco, del que este año hemos tenido un biopic en las salas de cine [9] centrado en su huida a Sudamérica huyendo de los nazis, seleccionó 14 fechas que cambiaron el rumbo de la historia o la cultura, recreando con su elegancia habitual la caída de Constantinopla, la derrota de Napoleón en Waterloo o el viaje del capitán Scott al Polo Sur. Entre aventuras y batallas, Zweig también pone su talento narrativo al servicio de otros hitos menos ruidosos pero igualmente fascinantes. Es el caso del ictus que sacudió la vida de Georg Friedrich Händel la tarde del 13 de abril de 1737 dejándole medio cuerpo paralizado a los 52 años de edad. Zweig imagina en qué medida tratar de poner música a un oratorio titulado El Mesías pudo ayudarle a resurgir tras el infarto cerebral. “Amaba esa obra por gratitud, porque le había salvado de la propia sima, porque con ella él mismo se había redimido”. No cabe otra expresión: ¡Aleluya!
https://www.youtube.com/watch?v=KnQGs24U1e8
Una familia tragicómica
[10]En lo que llevamos de siglo, el cómic autobiográfico está dando lo mejor de sí. Ahí están Persépolis, de Marjane Satrapi, o Epiléptico, de David B., para constatarlo. En esa línea hay que situar otra gran crónica familiar: Fun Home, de Alison Bechdel. Con una vocación literaria bastante infrecuente entre el grueso de las novelas gráficas, este cómic describe dos descubrimientos: por un lado, el lesbianismo de la propia autora y por otro la homosexualidad reprimida de su padre. Pocos tebeos tan profundos a la vez que disfrutables como este libro; en él Bechdel cuenta cómo en 1976, con apenas 15 años y viendo el musical A chorus line en Broadway, tomó verdadera conciencia de que sus gustos sexuales no se lo iban a poner fácil en adelante.
Versos irónicos y tristes
[11]Curiosamente no suelen incluirse libros de poesía entre las recomendaciones veraniegas. ¿Demasiado personal? Es posible. En unos meses se cumplirán 10 años de la muerte de Ángel González, uno de los poetas de la generación del medio siglo. Escribió siempre con afán de hacerse entender y con las armas del humor, el cinismo, la ironía y un inevitable poso de tristeza. Hace justamente cuatro décadas publicó su Tratado de urbanismo, cuyo primer poema contenía un Inventario de lugares propicios al amor (“son pocos / la primavera está muy prestigiada, pero / es mejor el verano”), escrito cuando meterse mano en un parque estaba aún poco menos que proscrito. Incluyó también algunos homenajes musicales, como el Tango de madrugada, al cual Pedro Guerra puso música en 2003 en un disco que grabaron juntos.