El verano no es para los libros. Más bien es para los lectores perezosos, esos que siempre encuentran un pretexto durante el resto del año para posponer lecturas y en vacaciones se quedan ya sin excusas para huir de la letra impresa. Dicho esto, el verano es la mejor estación para leer sin moderación y olvidarte de la playa, la cena y los amigos... si el libro lo merece, claro. Otros tópicos de la temporada estival son aprovechar para leer esas novelas del curso en marcha que se quedaron olvidadas en la mesilla de noche o bien ese clásico de casi mil páginas que pesa demasiado para llevarlo en el metro.
En estos meses estáticos en que el calor aprieta, la lectura placentera y de pura evasión cobra más valor que nunca, sobre todo si se está lejos de casa. De ahí que sea tan importante elegir bien lo que uno echa en la maleta. La selección de sugerencias que ahora sigue es caprichosa. El único requisito autoimpuesto ha sido que no sean libros de este año y que al pensar en ellos siempre despierten ganas espontáneas de releerlos. Ahí va esa propuesta que lleva de todo: ficción, memorias, diario, cómic, historia, poesía y hasta un diccionario. Además, cada uno con su propia banda sonora.