Los integrantes del jurado afirmaron que la obra destaca por “ser una novela de iniciación y de aprendizaje con diferentes niveles de lectura, donde el elemento poético y la magia están muy presentes”. Se trata de “una historia cruda narrada con elegancia y gran sensibilidad, en la que el componente dramático está magistralmente dosificado”. Además señalaron que “la estructura, sencilla pero de gran intensidad, supone una lectura llena de imágenes y metáforas que ayudará al joven lector a conocer el drama de la inmigración de una forma directa”.
La obra, dirigida a lectores a partir de 10 años, narra la historia de Alma, una niña negra que llega del mar en una barca. El padre de Otto, que es pescador, la salva de morir ahogada. Durante los días en los que Alma vive con la familia de Otto, antes de ser enviada a una casa de acogida, emociones antagónicas salen a la luz: la empatía y el rechazo, la confianza y los celos… Pero la amistad entre los dos niños trasciende la posible distancia cultural que aparece en un primer momento.
Mónica Rodríguez es licenciada en Ciencias Físicas, especializada en Energía Nuclear. Desde 1994 trabaja en el Centro de Investigaciones Ciemat del Ministerio de Ciencia e Innovación. Compagina su trabajo con la escritura y su familia (tiene tres hijas). En octubre de 2009 deja el trabajo en dicho centro para dedicarse por entero a la literatura infantil y juvenil. Tiene publicados casi una treintena de libros y ha recibido galardones como el Premio de Novela Juvenil del Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón (Madrid) en 2007, el Premio de la Crítica de Asturias en el mismo año, el Premio de Literatura Infantil Ciudad de Málaga en 2010 porLa bicicleta de Selva, el Premio Vila d’Ibi 2011 con La última función, el XXII premio Ala Delta por Diente de león, en 2011, el White Ravens en 2013 por Esta, la vida, que escribió junto a Gonzalo Moure, y el XV Premio Leer es vivir en 2013 por La niña de los caracoles, además de otras distinciones.
El jurado ha estado integrado por Ana Alonso (escritora y ganadora, junto a Javier Pelegrín, de la convocatoria anterior), Cecilia Frías Montejo (crítica de literatura infantil y juvenil en El Cultural), Alberto Peralta Porriños (jefe de producto de Casa del Libro), María del Pilar Solana Pérez (maestra y especialista en literatura infantil y juvenil) y Pablo Cruz Martínez (editor de Anaya Infantil y Juvenil y presidente del jurado). A esta edición se presentaron 103 originales procedentes, además de España, de países como Argentina, Chile, Corea, EE.UU., Francia, México y Portugal.
Dotado con 12.000 euros, el Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil [1] se convoca anualmente con la intención de estimular la creación de obras en español dirigidas a lectores entre los ocho y los catorce años de edad. Desde 2004, cuando se convocó por primera vez, se premia la originalidad, la calidad literaria y la estética, con el fin de divulgar obras que aviven la afición a la lectura entre los más jóvenes, ayudando a su crecimiento interior y al desarrollo de la imaginación y de la creatividad.
En ediciones anteriores ha recaído sobre importantes firmas del panorama literario español, y varios de los libros han sido posteriormente avalados por otros galardones de prestigio como el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil (Una habitación en Babel, de Eliacer Cansino y Cielo abajo, de Fernando Marías), el Premio CCEI y el White Ravens (La noche más oscura, de Ana Alcolea) y el Premio de la Crítica de Asturias (En un bosque de hoja caduca, de Gonzalo Moure).