Gelman era una voz imprescindible en la literatura en español del último medio siglo, que ha influido en varias generaciones de escritores, poetas y lectores y, por su compromiso político, constituye un referente en la lucha contra los regímenes dictatoriales.
Hijo de emigrantes judíos ucranianos, se enamoró de la poesía con los versos de Pushkin en ruso que recitaba su hermano, y que él no comprendía, y escribió a los 11 años sus primeros poemas para sus amores de barrio de su Buenos Aires natal.
Años de militancia
Estudió en el Colegio Nacional Buenos Aires. Aún adolescente ingresó a la Federación Juvenil Comunista de Argentina. Estudió Química en la Universidad de Buenos Aires pero abandonó los estudios para dedicarse solamente a la escritura.
En 1955, junto con varios compañeros de la juventud comunista, funda el grupo de poesía El pan duro con el proposito de autopublicar libros de poesía mediante la venta anticipada y recitales de barrio: deciden que su primera publicación sea una obra de Gelman: Violín y otras cuestiones.
Es así que Gelman conoce a Raúl González Tuñón, el poeta consagrado más importante y admirado por el grupo: más adelante, los miembros de El pan duro fundarán una revista y elegirán como propio sello editorial el titulo del libro de Tuñón La rosa blindada.
Exilio y drama
Por su actividad periodística y política vivió en el exilio entre 1975 y 1988, residiendo alternativamente en Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México. Durante su ausencia de Argentina llega a estar condenado a muerte por la dictadura y sufre muy de cerca el drama de los «desaparecidos».
El 26 de agosto de 1976 fueron secuestrados sus hijos Nora Eva (19 años) y Marcelo Ariel (20 años), junto a su nuera María Claudia Irureta Goyena (19 años), quien se encontraba embarazada de siete meses. Su hijo y su nuera desaparecieron, junto a su nieta nacida en cautiverio. En 1978 Gelman supo a través de la Iglesia Católica que su nuera había dado a luz, sin poder precisar dónde ni el sexo.
El 7 de enero de 1990 el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó los restos de su hijo Marcelo, encontrados en un río de San Fernando (Gran Buenos Aires) dentro de un tambor de grasa lleno de cemento. Había sido asesinado de un tiro en la nuca.
La nieta de Gelman, de nombre Andrea (Andreíta la menciona el poeta en varios poemas) fue encontrada y Gelman pudo reunirse con ella. Luego de verificar su identidad, la joven decidió tomar los apellidos de sus verdaderos padres, para llamarse María Macarena Gelman García.
Extensa obra
Gelman consigue un estilo particular partiendo de un realismo crítico y del intimismo. Son constantes en su poesía la presencia de la cotidianeidad, el tono político, la denuncia y la indignación ante la injusticia.
Su extensa obra abarca, entre otros títulos, Gotán (1956, 1962, 1996), Cólera buey (1965, 1994), Los poemas de Sidney West (1969, 1995), Fábulas (1971), Hechos y relaciones (1980), Si dulcemente (1980), Citas y comentarios (1982), Hacia el Sur (1982), La juntaluz (1985), Composiciones (1986), Anunciaciones (1988), Interrupciones 1 (1988, 1998), Interrupciones 2 (1988, 1998), Carta a mi madre (1989), Salarios del impío (1993), Dibaxu (1995), Incompletamente (1997), Valer la pena (2001), De atrásalante en su porfía (2009) y El emperrado corazón amora (2011).
Fue honrado con, entre otros galardones, el Premio Nacional de Poesía de Argentina 1997, el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo 2000, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2005, el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2005, el Premio Cervantes de Literatura 2007 o el Premio Leteo 2012. Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, alemán, italiano, flamenco, sueco, checo, turco, japonés, chino, portugués y tagalo.
Admirable poesía
En 2012, Seix Barral publicó Poesía reunida, que recoge toda la obra poética de uno de los mayores poetas de nuestro tiempo. Desde los primeros poemas de Violín y otras cuestiones (1956) hasta su El emperrado corazón amora (2010), Gelman se transforma en cada verso para ser, a un tiempo, poeta de la calle, revolucionario de las palabras, alquimista que destila el dolor hasta convertirlo en ternura, traductor libre de la tradición, renovador del impulso vital y de la esperanza.
En el bellísimo prólogo que escribió en 1981, Julio Cortázar nos dice: «Acaso lo más admirable en su poesía es su casi impensable ternura…, su invocación de tantas sombras desde una voz que sosiega y arrulla, una permanente caricia de palabras». No en vano, para Gelman, «la poesía viene del fondo de los siglos y ninguna catástrofe natural o de mano de hombre ha podido cortar su hilo poderoso. Es un hilo que nos une a todos y sólo se acabará cuando se acabe el mundo».