Aquí, de Richard McGuire (1957, Nueva Jersey), es probablemente, y más allá del cómic, la ilustración o la novela en general, uno de los artefactos más originales que se han publicado en mucho tiempo. Una de esas innovaciones con tapas que irrumpen cada mucho tiempo y que entusiasman por igual a los genios de este negociado, llámense éstos Chris Ware o Art Spiegelman, a la crítica especializada y a cualquier lector dispuesto a dejarse sorprender. Idea y plasmación no pueden ser más brillantes. El objetivo de su autor tiene miga: 300 páginas que retratan siempre el mismo rincón del salón de una casa a lo largo de cientos de miles de años y, por tanto, que dejan constancia de cuanto allí pasó entre esas paredes, pero también de lo que sucedió mucho antes de que se levantaran y mucho después de que se tiraran.
Así somos testigos de una escena doméstica acontecida en el año 1999 y en la página siguiente presenciamos una de cuarenta años antes. Lo más común es que en ese salón se desplieguen y superpongan múltiples ventanas con sus correspondientes fechas de diferentes décadas del siglo XX; también estampas de cuando allí no había casa alguna o de su misma construcción, abarcando el pasado más remoto, un millón de años antes de Cristo por ejemplo, o ese futuro no tan lejano pero que no podremos ver ninguno de nosotros.
Recorrer las páginas que con tanto mimo ha confeccionado McGuire, que tiene entre sus saberes más de ilustrador, cineasta o músico que de verdadero autor de cómics, supone darse un paseo por la historia de Estados Unidos, por los cambios de su moda, de su arte, de sus muebles, de sus costumbres… Una casa asombrosa con poco texto que leer pero de la que cuesta salir. Una casa para descubrir con orgullo a ese amigo que no se deja epatar fácilmente.
La casa como refugio, derecho y placer
El progreso de la humanidad también se puede contar dibujando la evolución del hábitat doméstico desde las construcciones de adobe de las primeras aldeas hasta los hogares informáticamente más avanzados de la actualidad. Eso es lo que ha hecho Daniel Torres (Valencia, 1957) en La Casa. Crónica de una conquista. Un tocho maravilloso de 600 páginas que según aclara su autor “no es un libro de historia, ni un tratado de arquitectura o interiorismo, ni una obra de antropología, sino una colección de relatos que tienen por protagonista a una casa”, cada una de ellas en un momento histórico determinado.
Torres nos invita a adentrarnos y cotillear en estricto orden cronológico en muchas casas, entre ellas la de la Atenas clásica cuando el Partenón lucía en todo su esplendor, la romana de los tiempos de Cristo, la de la Florencia sobrada de artistas, la de la Francia aficionada a la guillotina, la del Londres negro y mugriento lleno de niños rateros, la del Chicago gansteril que veía brotar sin fin los rascacielos (¡la ciudad vertical!) y muchas otras igual de fascinantes. Una obra compleja pero gozosamente didáctica que combina a partes iguales cómic, ilustración y texto y en la cual Torres ha invertido seis años de su vida.
Adoptando diferente estilos, el libro va ilustrando ese tránsito de la casa como espacio físico, como mero contenedor, hacia la casa como espacio mental en el que desarrollar ideas; todo ello al tiempo que vamos sabiendo multitud de historias alrededor de cosas como el ladrillo, el arcón, los piojos, la chimenea, el orinal, las sillas, el ascensor o, claro está, el todopoderoso televisor. El autor es consciente de que el hogar es una conquista de muchos siglos que desgraciadamente aún no es patrimonio de todos, que en la era de internet un tercio de la población mundial todavía malvive en barrios de chabolas. Escribe el propio Torres que la casa es también “lugar de aprendizaje y de recuerdo, memoria que siempre nos acompaña”, poniéndonos en situación de llamar a la puerta de la última de estas tres casas, la del también valenciano Paco Roca (1969).
La casa que nos dibuja el autor de Arrugas y Los surcos del azar es una casa desolada tras la muerte del padre, que era el único que creía en aquella segunda vivienda alejada de la ciudad para disfrutar los fines de semana. Esa casa que los hijos van aborreciendo más a medida que se hacen mayores. Un año después de no pasar nadie por allí vuelven los tres hermanos porque hay que tomar una decisión: venderla o no venderla y hacerlo, sospechan, puede ser en cierto modo deshacerse precisamente de aquello que ahora más les hace acordarse de su padre. Historia de fondo autobiográfico y de homenaje a la figura paterna, delicada pero sin renunciar al habitual sentido del humor de su autor, con emocionantes flashbacks y un fabuloso uso del color en sus páginas apaisadas.
Pocas viñetas retratan mejor una noche calurosa de verano como alguna de las que contiene este gran tebeo sobre la casa como símbolo familiar, sobre la relación entre padres e hijos y en el que, como apunta en el epílogo el novelista Fernando Marías, Roca ha dibujado nada menos que “el tiempo que se va, o que se fue o que se irá”.
[4]Aquí [5]
Richard McGuire
Traducción de Esther Cruz
Salamandra
304 páginas
27,55 euros
La casa. Crónica de una conquista [7]
Daniel Torres
Norma
576 páginas
49,50 euros
[8]La casa [9]
Paco Roca
Astiberri
136 páginas
16 euros