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Poemas para la vida: ‘Oda a la vida’, de Pablo Neruda

En paralelo a su labor como escritor, Neruda desarrolló una carrera política que le llevó a ser senador de la República de Chile. En 1969 fue nombrado precandidato a presidente de su país. Él mismo retiró su candidatura a favor de su amigo, el médico socialista Salvador Allende, que llegó al poder en 1970. Neruda es nombrado entonces embajador en Francia. Se encuentra en París ejerciendo ese cargo cuando recibe noticia de la concesión del Nobel.  

El 11 de septiembre de 1973 es derrocado el Gobierno de Allende. Neruda, gravemente enfermo, es trasladado desde su casa en la costa, en Isla Negra, hasta una clínica de Santiago, donde muere el 23 de septiembre. Tras su defunción, su casa fue saqueada y sus libros quemados. Recibió sepultura en el mausoleo que prestó una familia, desde donde posteriormente fue trasladado  a un modesto nicho en el Cementerio General de Santiago. Sólo después de la recuperación de la democracia, en diciembre de 1992, se cumplió su última voluntad cuando, con grandes honores, recibió sepultura en Isla Negra.

Considerado uno de los poetas más influyentes del siglo XX, rescatamos, por ser un magnífico ejemplo de su modo directo de encarar la creación poética, su Oda a la vida:

La noche entera
con un hacha
me ha golpeado el dolor,
pero el sueño
pasó lavando como un agua oscura
piedras ensangrentadas.
Hoy de nuevo estoy vivo.
De nuevo
te levanto,
vida,
sobre mis hombros.

Oh vida, copa clara,
de pronto
te llenas
de agua sucia,
de vino muerto,
de agonía, de pérdidas,
de sobrecogedoras telarañas,
y muchos creen
que ese color de infierno
guardarás para siempre.

No es cierto.

Pasa una noche lenta,
pasa un solo minuto
y todo cambia.
Se llena
de transparencia
la copa de la vida.
El trabajo espacioso
nos espera.
De un solo golpe nacen las palomas.
Se establece la luz sobre la tierra.

Vida, los pobres
poetas
te creyeron amarga,
no salieron contigo
de la cama
con el viento del mundo.

Recibieron los golpes
sin buscarte,
se barrenaron
un agujero negro
y fueron sumergiéndose
en el luto
de un pozo solitario.

No es verdad, vida,
eres
bella
como la que yo amo
y entre los senos tienes
olor a menta.

Vida,
eres
una máquina plena,
felicidad, sonido
de tormenta, ternura
de aceite delicado.

Vida,
eres como una viña:
atesoras la luz y la repartes
transformada en racimo.

El que de ti reniega
que espere
un minuto, una noche,
un año corto o largo,
que salga
de su soledad mentirosa,
que indague y luche, junte
sus manos a otras manos,
que no adopte ni halague
a la desdicha,
que la rechace dándole
forma de muro,
como a la piedra los picapedreros,
que corte la desdicha
y se haga con ella
pantalones.

La vida nos espera
a todos
los que amamos
el salvaje
olor a mar y menta
que tiene entre los senos.