Nicanor Parra (San Fabián de Alico, Chile, 5 de septiembre de 1914) cumple hoy cien años. "Cien años de Nicanor Parra", rezan desde hace meses los titulares, "cien años del creador de la antipoesía”. Cien años del escritor que revolucionó el lenguaje poético conversando “en el lenguaje de todos los días”. El poeta que se manifestó contra “la poesía de pequeño dios / La poesía de vaca sagrada / La poesía de toro furioso”. El poeta que dijo: “Los poetas bajaron del Olimpo”.
El poeta que proponía “cambiar el nombre de las cosas”, que entraba en la materia verbal con un taladro: haciendo agujeros y llenándolos de mundo. El poeta que recitaba devolviéndole a la palabra la materialidad del acto, que escribía para enseñar las manos que en la poesía “construyen puertas y ventanas”, para enseñar los dientes que en el verso muerden y se baten a carcajada limpia. El poeta que supo que a veces sólo a través del humor pueden decirse las cosas en serio. El poeta que, como escribió Bertold Brecht, fue “grano de arena en vez de gota de aceite en el engranaje del mundo”.
Pero basta. Dejemos de hablar de Nicanor Parra: a ver si, a base de elogios, homenajes, biografismos, conferencias y demás pandereta vamos nosotros ahora a subirle al Olimpo, a sacralizar al poeta que desacralizó la poesía. Vamos, mejor, a bajar a los surcos de sus poemas para seguir abriéndolos con nuestra lectura.
Solo de piano
Ya que la vida del hombre no es sino una acción a distancia,
Un poco de espuma que brilla en el interior de un vaso;
Ya que los árboles no son sino muebles que se agitan:
No son sino sillas y mesas en movimiento perpetuo;
Ya que nosotros mismos no somos más que seres
(Como el Dios mismo no es otra cosa que Dios)
Ya que no hablamos para ser escuchados
Sino para que los demás hablen
Y el eco es anterior a las voces que lo producen;
Ya que ni siquiera tenemos el consuelo de un caos
En el jardín que bosteza y que llena de aire,
Un rompecabezas que es preciso resolver antes de morir
...Y pasando entre los pescadores de palabras, que faenaban en las orillas de la literatura, el maestro Bolaño dijo: quien sea valiente que lo deje todo y siga a Nicanor Parra.
Brevedad y concisión, esa es la precisión. Excelente reseña.