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Sólo para mayores de cien años

Artefactos Parra [1]El poeta que proponía “cambiar el nombre de las cosas”, que entraba en la materia verbal con un taladro: haciendo agujeros y llenándolos de mundo. El poeta que recitaba devolviéndole a la palabra la materialidad del acto, que escribía para enseñar las manos que en la poesía “construyen puertas y ventanas”, para enseñar los dientes que en el verso muerden y se baten a carcajada limpia. El poeta que supo que a veces sólo a través del humor pueden decirse las cosas en serio. El poeta que, como escribió Bertold Brecht, fue “grano de arena en vez de gota de aceite en el engranaje del mundo”.

Pero basta. Dejemos de hablar de Nicanor Parra: a ver si, a base de elogios, homenajes, biografismos, conferencias y demás pandereta vamos nosotros ahora a subirle al Olimpo, a sacralizar al poeta que desacralizó la poesía. Vamos, mejor, a bajar a los surcos de sus poemas para seguir abriéndolos con nuestra lectura.

Solo de piano

Ya que la vida del hombre no es sino una acción a distancia,
Un poco de espuma que brilla en el interior de un vaso;
Ya que los árboles no son sino muebles que se agitan:
No son sino sillas y mesas en movimiento perpetuo;
Ya que nosotros mismos no somos más que seres
(Como el Dios mismo no es otra cosa que Dios)
Ya que no hablamos para ser escuchados
Sino para que los demás hablen
Y el eco es anterior a las voces que lo producen;
Ya que ni siquiera tenemos el consuelo de un caos
En el jardín que bosteza y que llena de aire,
Un rompecabezas que es preciso resolver antes de morir
Para poder resucitar después tranquilamente
Cuando se ha usado en exceso de la mujer;
Ya que también existe un cielo en el infierno,
Dejad que yo también haga algunas cosas:
Yo quiero hacer un ruido con los pies
Y quiero que mi alma encuentre su cuerpo.

Epitafio

De estatura mediana,
Con una voz ni delgada ni gruesa
Hijo mayor de un profesor primario
Y de una modista de trastienda;
Flaco de nacimiento
Aunque devoto de la buena mesa;
De mejillas escuálidas
Y de más bien abundantes orejas;
Con un rostro cuadrado
En que los ojos se abren apenas
Y una nariz de boxeador mulato
Baja a la boca del ídolo azteca
-Todo esto bañado
Por una luz entre irónica y pérfida-
Ni muy listo detonto de remate
Fui lo que fui: una mezcla
De vinagre y aceite de comer
¡Un embutido de ángel y bestia!

Agnus Dei

Horizonte de tierra
Astros de tierra
Lágrimas y sollozos reprimidos
Boca que escupe tierra
Dientes blandos
Cuerpo que no es más que un saco de tierra
Tierra con tierra -tierra con lombrices.
Alma inmortal-espíritu de tierra.
Cordero de dios que lavas los pecados del mundo
Dime cuántas manzanas hay en el paraíso terrenal.
Cordero de dios que lavas los pecados del mundo
Hazme el favor de decirme la hora.
Cordero de dios que lavas los pecados del mundo
Dame tu lana para hacerme un sweater.
Cordero de dios que lavas los pecados del mundo
Déjanos fornicar tranquilamente:
No te inmiscuyas en ese momento sagrado.

Cambios de nombre

A los amantes de las bellas letras
Hago llegar mis mejores deseos
Voy a cambiar de nombre a algunas cosas.
Mi posición es ésta :
El poeta no cumple su palabra
Si no cambia los nombres de las cosas.
¿Con qué razón el sol
Ha de seguir llamándose sol?
¡Pido que se llame Micifuz
El de las botas de cuarenta leguas!
¿Mis zapatos parecen ataúdes?
Sepan que desde hoy en adelante
Los zapatos se llaman ataúdes.
Comuníquese, anótese y publíquese
Que los zapatos han cambiado de nombre :
Desde ahora se llaman ataúdes.
Bueno, la noche es larga
Todo poeta que se estime a sí mismo
Debe tener su propio diccionario
Y antes que se me olvide
Al propio dios hay que cambiarle nombre
Que cada cual lo llame como quiera :
Es es un problema personal.

Sólo para mayores de cien años

Sólo para mayores de cien años
Me doy el lujo de estirar los brazo
Bajo una lluvia de palomas negras.
¡Pero no por razones personales!
Para que mi camisa me perdone
Faltan unas cuarenta primaveras
Por la falta absoluta de mujer.
Yo no quiero decir obscenidades
Las groserías clásicas chilenas
Si la luna me encuentra la razón
Eternidad en ambas direcciones.
Por la falta absoluta de mujer.
¡O perdonan las faltas de respeto
O me trago la sangre de narices!
Hago volar las reliquias al sol
Estornudo con gran admiración
Hago la reverencia con dolor
Esa misma que hice en Inglaterra
Un ataúd que vomitaba fuego.
Yo voy diente con diente en las esquinas
Qué sería de mí sin ese árbol
A disfrutar del espasmo sexual.
Disimulo mis llagas a granel
Yo me río de todas mis astucias
Porque soy un ateo timorato.
Yo me paso de listo por el cielo
Sólo quiero gozar un viernes santo
Para viajar en nube por el aire
En dirección del Santo Sepulcro.
Sólo para mayores de cien años
Pero yo no me doy por aludido
Porque tarde o temprano
Tiene que aparecer
Un sacerdote que lo explique todo.