Aleixandre fue, en esencia, el gran poeta del amor. Sanz, responsable de esta completísima edición que incluye siete poemas inéditos, apunta: «Toda su lírica es una aspiración a la luz, pero una aspiración desde el amor, a la naturaleza y al hombre, en sus dimensiones cósmica y humana, y una exaltación plena de la libertad y la dignidad. Todo lo que cantó es fruto de su más profunda experiencia vital. Tal y como él mismo llegó a afirmar: A lo único a lo que no se puede obligar a la poesía es a mentir».
Andreu Jaume, de editorial Lumen, señala que esta edición pretende volver a interpretar la obra del poeta: «Este volumen es la única manera de adentrarse en el laberinto que es su poesía. También es una exaltación plena de la libertad, es certeza de un nexo y una mano única para pasear por los poemas que se escribieron entre 1927 y 1975».
Sanz reivindica de manera vehemente la conservación de la casa del poeta en Madrid, en la calle Velintonia, que es «urgente salvar porque es un espacio vivo en el que confluyen cinco generaciones de poetas de posguerra» y que es mucho más que unas paredes: «La casa de Aleixandre es también su poesía, aunque la ignorancia de algunos políticos no sepa o no quiera verlo». Por esa vivienda «pasaron numerosas personalidades de las letras, y en ella, por ejemplo, Lorca leyó por primera vez los Sonetos del amor oscuro cuando este libro aún no tenía título».
Sanz recuerda también que cuando el poeta recibió el Nobel «con sorpresa y sobresalto» no alteró su plácida cotidianeidad, pero a la vez supuso un reconocimiento para ser leído. En muchas de sus entrevistas posteriores aclaró que la gloria no era el premio ni el homenaje, sino que después de muerto «la voz de uno resuene en algunos corazones cómplices».
Para Javier Lostalé, periodista, poeta y amigo del poeta, Aleixandre creó una obra en la que puede reconocerse cualquier ser humano y «en la que confluyen la soledad, la muerte, la vida y, sobre todo, el amor».