En sus palabras de bienvenida, Pérez Azaústre quiso resaltar el éxito de participación del certamen: «Hemos de celebrar que se han presentado más de mil relatos. Os invito a pensar que detrás de cada uno de estos cuentos, detrás de cada propuesta, hay una persona, una escritura, hay una ilusión y una esperanza, o, lo que es lo mismo, hay alguien que ha dedicado mucho tiempo a pensar una historia, a escribirla, a darle forma y que, luego, ha dado ese paso, ese pequeño salto que en el fondo es oceánico, de presentarse a un premio».
Julián Zabala, por su parte, puso de relieve que «para hoyesarte.com este acto tiene un significado muy especial. Precisamente en 2025 cumplimos 15 años de existencia, un hito que celebramos desde una posición de liderazgo, pero con plena conciencia de las dificultades que implica operar en un entorno dominado por gigantes. A pesar de los retos y de las dificultades, día a día logramos nutrir de información, conocimiento y novedades a miles de personas apasionadas por el arte y la cultura. Este compromiso nos impulsa a seguir adelante siempre con el deseo de enriquecer el panorama cultural español».
También comentó la razón de ser de este Premio: «Hablamos de un proyecto exitoso porque logra alcanzar dos objetivos que no son sencillos. Por un lado, estimular, reconocer y difundir la dedicación y el buen hacer de quienes se aventuran en el oficio de la escritura. Por otro, rendir homenaje a la figura del maestro, una labor tristemente poco reconocida en estos tiempos. Este Premio encarna ese reconocimiento en la figura del docente que da nombre al galardón, cuya labor es imprescindible en la iniciación a la lectura, la antesala de la escritura».
Esta edición, con 1.003 autores procedentes de 37 países, y las tres anteriores, en las que participaron 3.643 autores, ponen de manifiesto, como recordó el editor, «la buena salud de la que goza el cuento escrito en lengua española. Encontramos aquí una vasta muestra de talento, dedicación y creatividad. Un testimonio de que este género sigue en plena forma».
José González Núñez [1], que pronunció la conferencia titulada El buen maestro y el cuento breve, consideró que éste «es seguramente el ‘cuento de verdad’, el que más se aproxima a los cuentos orales que nos hemos venido transmitiendo de generación en generación desde el principio de la historia para saber qué clase de criatura somos, para dar a los seres humanos aquello que la vida real es incapaz de ofrecerles y hacerlos más lúcidos». Para el escritor y miembro del Comité de Lectura del Premio, «el relato breve puede contar, sugerir o evocar mucho más que una novela de quinientas páginas, aunque solo retrate un momento, una escena suelta, aunque solo describa una fotografía, un instante en la vida con la máxima economía de medios. Además, a diferencia de otras formas narrativas, permite la lectura de una vez, sin interrupciones que puedan desvirtuar su impacto y su sonoridad, ejerciendo un efecto parecido al de las piezas musicales».
González Núñez también destacó que «todos los relatos finalistas de esta edición, además de entretenernos, permiten reflexionar acerca de la necesidad de una educación basada en valores tan actuales como la igualdad sin peros entre hombres y mujeres, la lucha sin tregua contra la violencia de género, el reconocimiento de una memoria histórica libre de dogmatismos, que sirva para una convivencia definitivamente saludable, la búsqueda y el acercamiento al otro como principio fundamental de nuestro desarrollo personal… De los cuentos seleccionados, unos encierran y tienen la gracia en ellos mismos, y otros, en el modo de contarlos, como recomendaba Cervantes en El coloquio de los perros. Algunos están escritos para el último párrafo o acaso para la última línea; otros, tienen la virtud de encerrarlo todo en la primera frase, y otros, en fin, han sido escritos con la estructura de su argumento como un laberinto, un iceberg o, simplemente, como un golpe de nocaut. Y en muchos de ellos encontramos la tensión, el ritmo, la pulsación interna y lo imprevisto que se adueña de lo ‘pre-visto’ para ensanchar la narración hasta los límites del poema».
La cuarta edición de este certamen internacional, promovido por hoyesarte.com con la colaboración de la marca de comunicación Alabra [2] y de Arráez Editores [3], comenzó en de octubre de 2023 con la apertura del plazo de recepción de originales. Un mes después se inició la publicación en nuestro diario de los 50 relatos preseleccionados por su Comité de Lectura, el último de los cuales se difundió en julio de 2024. El acto de proclamación de los ganadores se celebró el 31 de agosto del año pasado en Turre (Almería), la localidad en la que nació, vivió y desarrolló la mayor parte de su labor docente Francisco González Ruiz.
En imágenes
El nombre de Francisco González Ruiz (Turre, Almería, 1903 – 1970) sirve para nombrar a uno, y también a tantos, de los maestros que han desarrollado su vida profesional de forma silenciosa, pero apoyándose en tres sólidos pilares: la vocación, el entusiasmo y el altruismo. Durante los años cuarenta, cincuenta y sesenta del pasado siglo ejerció como maestro en distintos pueblos de Almería. Su labor docente, tan callada como eficaz, permitió reducir considerablemente la elevada tasa de abandonos de la escuela de la época; su magisterio fuera del horario escolar hizo posible que un buen número de niños pudiera realizar el bachillerato y acceder a estudios medios y superiores que, de otra manera, les hubieran resultado imposibles, y, quizás, lo más importante de todo: supo abrir la mente a sus alumnos para que alimentaran los yullanares de su inteligencia y dieran los mejores frutos.
El primer premio, dotado con 3.000 euros, reconoció el relato Cianuro de hidrógeno, escrito por Leyre Arrue [4]. En él, la búsqueda de un método para asesinar a su pareja de la manera más limpia posible le permite a la narradora desvelar las fobias y aficiones de un matrimonio cuya vida en común dura ya acaso demasiado tiempo.
Como destacó el jurado, «el cuento, escrito en primera persona (la mujer) y en tiempo presente, se vale de un particular humor negro para ir embelesando al lector, o mejor aún, crea una nueva especie de humor a la hora de mantener una tensión muy bien lograda hasta el final. Se trata del humor morado o amoratado, el color que dejan los hematomas culturales y vivenciales provocados por los puyazos inteligentes entre dos personas cultas, lo que permite al lector meterse de rondón en el cuento, no solo tomando partido, sino como si se tratara de uno de los personajes».
El primer accésit premió Anatomía, escrito por Cristina Oleby [5]. Un cuento breve y directo, aparentemente sencillo, narrado en primera persona y en tiempo presente. El jurado puso en valor que la autora «ha tratado de utilizar la sutileza al servicio de una cruda historia, al tiempo que realiza un ejercicio de acciones paralelas muy bien resuelto hasta su culminación en un final verdaderamente singular, en el que la imaginación infantil es capaz de valerse de una peculiar y certera arma homicida para vengar unos hechos que han permanecido ocultos a la familia. Es uno de esos relatos que se aviene muy bien a la teoría del iceberg, donde lo explícito es mucho menor que lo implícito, buscando involucrar en todo momento al lector de forma activa en la construcción del cuento».
Segundo accésit
Alejandro Cid [6], con su cuento Huesos, y Rafael Ruiz Pleguezuelos [7] con La burbuja, compartieron ex aequo el segundo accésit.
Huesos es un relato narrado en tercera persona y en tiempo presente, escrito, en palabras del jurado, «con eficaz sobriedad y sencillez. Aborda el tema de la memoria histórica, con su pesado fardo de ocultismo y necesidad de reparación, planteando una sutil línea de reivindicación que evita la arbitrariedad partidista o la ceguera del credo ideológico. En el marco de una escena que desprende una enorme ternura, la narración se vale de la metáfora para plantear no solo la denuncia del abuelo muerto todavía no encontrado (tierra removida), sino también la historia familiar (el aborto como posibilidad del poder no haber sido). Desde el principio el cuento crea una cierta expectativa, para finalizar en un final sorprendente por su búsqueda de una escapada del clímax esperado».
En La burbuja, el narrador, destacó el jurado, «refiere una historia fantástica, un suceso extraordinario, dentro de una estructura narrativa clásica, de un desarrollo temporal ordinario, como recomendaba el maestro Cortázar. Por momentos parece inscribirse no en el realismo mágico, sino en lo real maravilloso, y da la impresión de que el autor quiere deshilachar los géneros al uso para hilvanar un estilo propio, acaso una especie de ‘realismo imposible’, donde lo ficcional permite remozar lo que verdaderamente ocurrió para adquirir el estado de cuento».
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Concierto de Begoña Olavide
El broche de oro del Premio Internacional de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz lo puso un concierto de Begoña Olavide [14], artista con una amplia trayectoria que va desde la música medieval a las corrientes más contemporáneas, además de excepcional cantante e intérprete de salterio, instrumento sobre el que ha desarrollado una técnica y escuela propias.