Al pie del semáforo, muestra a los vehículos que se detienen el trozo de cartón rotulado y protegido de la lluvia por un plástico:
no estoy enfermo ni tengo
cuatro hijos desamparados.
no tengo hambre, sino sed.
soy alcohólico y necesito
un tetra brik de vino
Para asombro de sus colegas, quienes invocan inanición crónica, enfermedades terminales y familias numerosas, su sinceridad da resultado. Con una sonrisa condescendiente, muchos conductores se rascan el bolsillo y depositan en el sombrero algunas monedas de baja denominación. Lo suficiente para que él se mantenga en un estado neblinoso, alejado de cualquier pensamiento sobre su condición y, sobre todo, a buen recaudo de su memoria, porque
Antes de ser clochard, él fue un desempleado cincuentón que recorrió durante meses la ciudad con su currículo bajo el brazo.
Antes de ser un hombre taciturno que prefiere tomar distancia de los otros mendigos reunidos en animada charla bajo los puentes o en un almacén abandonado fue un buen conversador, autodidacta de la Historia y los misterios del servicio postal.
Antes de ser un solitario, compartió su vida con esposa y dos hijos ya mayores. Y, aunque él no lo sepa, es abuelo desde hace una semana.
Antes de ser un sin techo, tuvo su piso en el extrarradio, que se esfumó para él una noche, cuando llegó borracho a casa y la llave no entró en la cerradura recién cambiada por sus hijos.
Antes de ser un alcohólico crónico y apacible, fue un borracho ocasional y violento que despertaba a media mañana en un escenario de guerra: muebles rotos, cristales y algún cardenal en el rostro de su esposa.
Antes de ser desempleado fue maestro albañil. Durante la época del boom inmobiliario, doblaba turnos y hacía horas extra los sábados para conseguir su único sueño: un dormitorio independiente para cada hijo.
Antes de ser un borracho violento fue durante casi medio siglo abstemio, monógamo, aficionado a la filatelia y católico eventual, alérgico a misas y rosarios. Si Dios fue el arquitecto de este mundo, pensaba frente al telediario, no lo quiero ni de peón. Es un chapuza de cuidado. Pero jamás lo comentaba con su mujer, que bendecía la mesa y rezaba cada noche en la antesala del sueño.
Antes de ser un hombre abandonado, un hilo suelto en el tejido de la sociedad, fue casado y feliz con la dulce Estela, su novia desde la escuela secundaria.
Antes de ser un hombre sin memoria, que al fin ha conseguido arrinconar en algún desván inaccesible de su cerebro, fue un asiduo lector de memorias ajenas. Le fascinaban las vidas de los héroes antiguos y los próceres que nunca rehuyeron su destino.
Antes de quedarse dormido en medio de la vía y ser arrollado por un tren de largo recorrido con destino a Irún, insistió mucho a sus hijos en que debían cumplir siempre las normas de tráfico: cruzar por los pasos peatonales cerciorándose antes de que los coches paren, atenerse a las señales si van en bicicleta y, sobre todo, no circular jamás a contramano.
Más sobre el Premio de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz
El gran número de autores innovadores y la gran calidad del cuento español en el panorama literario contemporáneo es un fenómeno reconocido tanto por la crítica especializada como por los aficionados a la literatura en general y a la narrativa breve en particular. Con el objetivo de promover y difundir este género, hoyesarte.com, primer diario de arte y cultura en español, y KOS, Comunicación, Ciencia y Sociedad, con la colaboración de Arráez Editores SL, convocan la primera edición del Premio Internacional de Cuentos Breves ‘Maestro Francisco González Ruiz’, dotado con 3.000 euros.
El certamen se desarrolla en una fase previa y otra final. Durante la previa, el viernes de cada semana, el Comité de Lectura selecciona el relato que, a juicio de sus miembros, sea el mejor entre los enviados hasta esa fecha, publicándose el lunes siguiente en hoyesarte.com. Este es el caso de Gravitación universal, quincuagésimo cuarto cuento seleccionado.
¿Quiere saber más sobre el Premio y los otros seleccionados [1]?