–Vaya usted con dios, don Ceferino.
–Que tenga usted un buen día, señora –respondió él descubriéndose con esa elegancia de la que se hace gala cuando la cortesía aspira a ocultar la penuria. Y bien que la ocultaba, que don Ceferino era en extremo discreto, y siendo su discreción ella misma discreta, nunca pudo nadie confundirla con la sequedad. Era cortés con sentido de la medida, de afabilidad templada y de hábitos moderados y diurnos, que de los nocturnos (aunque vaya usted a saber) no se le conoció ni visita ni ausencia que pudiera ser comidilla del lugar.
Hambriento llegó a la escuela, hambriento abrió la puerta principal, hambriento colgó la chaqueta en el clavo y anotó la fecha en la pizarra. Estaba escribiendo el 18 de diciembre de 1930 cuando una paloma rasgando el aire le llamó la atención, y al verla picotear el patio, don Ceferino se preguntó qué podría encontrar en aquella tierra seca. Ocurrió entonces que, de entre sus dientes, una frase se le escapó de puntillas y como si la paloma pudiera oír la intimidad de aquel susurro, dijo:
–Mientes y finges que comes, picoteadora de miserias.
Y ya no pudo evitar saber lo que sabía, que era él y no la paloma el picoteador de estrecheces y que el pábulo de su mala leche no era otro que la parquedad con la que se anunciaba la inminente Navidad. A don Ceferino el hambre le iba ganando partida tras partida, el hambre le rasgaba las horas, los paseos, el hambre murmuraba en los espejos y acechaba en las esquinas picoteando espejismos. Y de esos sinsabores fue don Ceferino a tirar de algún hilo de cuyo ovillo trajo a su memoria otras navidades ricas en caldos, roscas de aceite y tortillas poco hechas. Suspendido andaba nuestro maestro a estos sustentos cuando oyó la algazara de los que esperaban en la entrada de la escuela. Fue a buscar a los niños y en buen orden tomaron plaza en sus pupitres y, como aquel día tocaba geografía, empezaron por la retahíla.
–Me encontré un perro y le tiré un terrón de azúcar. Me fui mientras se lo comía: Gua-diana, Gua-dalquivir, Gua-dalete. Cabo de Creus en Gerona, el de Palos en Murcia y el de Gata en Almería…
Y sucedió en aquel momento que, echándose la paloma a volar, la verja del patio como en el sueño se abrió sola; y por una asociación de ideas que a la vigilia escapa, pero que sin duda en la república de los sueños se alcanza a comprender, ocurrió que una treta vino a desbocarse en la mente de don Ceferino y éste detuvo súbitamente la clase a la altura del Mulhacén.
–¡Niños! –exclamó como quien hubiera dicho eureka.
La clase guardó silencio. El maestro miró a los niños uno tras otro.
–No sé quién de vosotros lo ha hecho –improvisó con dulzura–. Esta mañana, me he encontrado en el patio, bajo la ventana, una docenita de huevos y una nota que decía y dice Feli Navidad.
Don Ceferino escribió las dos palabras en la pizarra tragando la saliva que había segregado la evocación de tanto huevo.
–Faltaba la zeta, mis queridos niños; feliz se escribe con zeta –dijo sin corregir la falta en la pizarra–. No sé quién de vosotros ha tenido el gesto…
Don Ceferino, enredado en el berenjenal de su propio embuste, aguardó un momento como si algún benefactor fuera a pronunciarse, y embargado por una ternura inesperada prosiguió con voz temblorosa:
–Sea quien fuere, que sepa en primer lugar que se ha comido una zeta. En segundo, y no menos importante, quiero expresarle mi agradecimiento…
El maestro no supo retener una lágrima y sacando el pañuelo la enjugó antes de que la cosa fuera a mayores.
–Os ruego que no se repita. Yo sé que, quien más quien menos, tiene que hacer sus equilibrios para llegar a final de mes, cuánto más a final de año. El horno, que no está para bollos, conságrese al pan nuestro de cada día, que ya es mucho. Uno de vosotros me ha dejado una docenita de huevos bajo la ventana. ¿Cómo no me va a alegrar una docenita de huevos? ¡Pues claro que me alegra una docenita de huevos! Pero dejémoslo aquí, que no se repita y, más importante si cabe, que no se comente. No volváis hoy a vuestros hogares aireando lo que debe quedar como el discreto gesto que uno de vosotros ha tenido a bien hacerme. A quien fuere y a sus dignos y nunca bien ponderados padres vaya mi agradecimiento. Pero como queda dicho, que no se repita que, como se suele decir, en todas partes cuecen habas. Y si alguien quiere agasajarme, aquí tiene estas dos palabras: Feliz y Navidad. Con ellas me basta y si vienen con su zeta hasta me sobra. Y dicho esto y dando este asunto por zanjado volvamos a la geografía.
La clase quedó en silencio. El maestro sacó de nuevo el pañuelo y se sonó.
–Desde el principio.
–Me encontré un perro y le tiré un terrón de azúcar: Gua-diana, Gua-dalquivir, Gua-dalete…
Al día siguiente, don Ceferino llegó a la escuela y en vez de entrar por la puerta principal como era su costumbre, dio la vuelta a la manzana. Detrás, la verja del patio estaba abierta y bajo la ventana le esperaba un pollito, dos docenas de huevos, tres litros de aceite, dos de vino, cinco roscas, cuatro panes, olivas, polvorones, almendras, higos, moñigales, arenques y cebollas de las que hacen llorar.
Más sobre el II Premio de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz
El gran número de autores innovadores y la gran calidad del cuento español en el panorama literario contemporáneo es un fenómeno reconocido tanto por la crítica especializada como por los aficionados a la literatura en general y a la narrativa breve en particular. Con el objetivo de promover y difundir este género, hoyesarte.com, primer diario de arte y cultura en español, con la colaboración de Arráez Editores SL, convocaron la segunda edición del Premio Internacional de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz, dotado con 4.000 euros y cuyo plazo de presentación de relatos concluye el 7 de julio de 2021.
Durante la fase previa, cada semana el Comité de Lectura seleccionará el relato que, a juicio de sus miembros, sea el mejor entre los enviados hasta esa fecha. El relato seleccionado se publicará posteriormente en hoyesarte.com. Este procedimiento se repetirá cada semana, durante las 27 semanas (tantas como las letras del abecedario de la lengua española) comprendidas entre el 2 de enero de 2021 y el 7 de julio de 2021. Durante la fase final, el jurado elegirá de entre las obras seleccionadas en la fase previa cuáles son las merecedoras del primer y segundo premio y de los dos accésits.
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Fechas clave
Apertura de admisión de originales: 2 de enero de 2021
Cierre: 7 de julio de 2021
Fallo: 6 de agosto de 2021
Acto de entrega: 21 de agosto de 2021