…esa casa ni a Petra ni a Paola les gustan las luces blancas y ya habíamos estado discutiendo sobre el tema de las arañas, que son demasiada cosa para un techo tan bajo y de madera, aunque para mí era cuestión de cambiarle las lamparitas y hacer valer esas arañas extravagantes que heredó Paola de su abuela, pero ellas insisten con la calidez de los veladores que no alumbran una mierda y una tiene que acercarse para poder ver los libros, las tapas de los libros que ahora me parecen todas iguales, con los ojos de H. que me miran como quien invita a entrar en un mundo pero no me animo a abrirlo, no ahí con Petra que me cuenta sobre lo que le pasó el otro día camino al cerro, que ella creía que ya no le tenía miedo a los perros hasta que se encontró abrazada a un árbol, con el cachorro que le gruñía a más no poder, con bronca, con ganas de atacar, dice Petra y a mí me parece que un poco exagera pero veo su marca en la pierna y cómo se le pone la piel de gallina y cambia de tema porque el viento hace temblar las ventanas, te dije que estaba pronosticado nieve, un comentario algo así que nos saca de contexto aunque yo vuelvo a la historia del perro, que no es el cachorro que le dejó la marca sino uno más fuerte, más grande, Petra sube por el camino que en esa parte se vuelve más angosto, menos árboles y ya empieza a verse la ciudad desde arriba, apenas algunas luces que se van encendiendo por el atardecer, la calle de los pinos, el lago en el fondo y la estepa, y otra vez un gruñido, un ladrido desde lejos, el miedo que es lo único que no se puede olvidar, cómo crece desde adentro, me agito, Petra llora, el sendero es empinado y tiene algunas rocas sueltas que se caen por las pisadas torpes, no hay escape, si corro es peor, si subo muy rápido el gruñido parece más fuerte, más enojado, me quedo quieta, respiro sin hacer ruido, se me hace un nudo en los pulmones, siento la tensión en todos los músculos, Petra dice que es mejor bajar pero sigo, me agarro de las ramas para no perder la estabilidad, avanzo despacio, busco un camino alternativo aunque sé que los desvíos del cerro terminan en las casas, los barrios cerrados, la ciudad que se agranda con sus alambrados y más perros, boxers, pastores alemanes, gran daneses, perros que gruñen y se enojan y no dejan pasar, Petra se levanta del sillón y va a la cocina, escucho el sonido metálico de la tapa de la pava, el agua que sale de la canilla de la bacha, la cajita de fósforos, el susurro del gas, la pava en su lugar de siempre, hornalla de abajo a la derecha, la taza, el saquito de té, el pote de azúcar que baja tembloroso desde el estante, la mano de Petra que hace temblar la cucharita contra los bordes de cerámica del recipiente y de la taza, ¿fuiste al médico por lo de la mano?, pero Petra ya no me contesta, vierte el agua de la pava y apaga el fuego, revuelve, guarda el pote de azúcar en el único estante que tenemos en la cocina, ¿fuiste al médico por lo de la mano?, Petra baja los dos escalones que la depositan de nuevo en el living, en el sillón junto a la estufa, afuera nieva y calma el viento, el perro de los vecinos ladra, nosotras seguimos en silencio, con los ruidos de la cuchara contra la taza, me concentro en las manos temblorosas de Petra, me preocupa que no vaya a las consultas, que diga que los médicos no sirven para nada, ¿querés té? No quiero, el perro vuelve a ladrar, a Petra le sale pus de la herida de pierna pero en el cerro no es pus sino sangre, se mezcla con la tierra y da la sensación de un corte terrible, duele bastante, ya no hace calor cuando el sendero vuelve a meterse en el bosque y hay poca luz, lo suficiente para ver el borde del camino entre la pinocha y al fondo las maderas de la escalera de una casa, más gruñidos que se acercan, levanto una piedra bastante grande aunque sé que no hay que atacar, respiro y vuelvo al té, al movimiento circular de la cuchara, hay que concentrarse en los planos cortos, el vértice de la piedra que tengo en la mano, triangular como una lanza, filosa, un cuchillo, el cuchillo de mi abuelo en el patio, el campo llano, la estepa, el cordero que se desangra en el árbol, su cabeza boca abajo, los ojos tristes o con bronca, suelto la piedra, respiro, vuelvo a la cuchara contra las paredes de cerámica de la taza, afuera nieva, la herida supura y ya no duele tanto pero se llenó de tierra, siempre hay que llevar un botiquín cuando se sale al cerro, pero yo conozco el camino, no me hace falta, no tengo miedo, adentro se expande el pulmón, ocupa todo el cuerpo, no respiro bien, la piel de Petra vuelve a erizarse, toma el té y se quema la lengua, últimamente el gas está muy fuerte, dice, siempre se me hierve el agua, en esta casa los muebles hacen lo que quieren, el otro día me levanté y estaba la puerta de la biblioteca abierta, la de vidrio que está atrás tuyo, estaba entornada y se habían caído algunos libros, ese, el de tapa blanca, estaba primero, y abajo había dos o tres que no veía hacía un montón, no sé ni cuándo los compre, quizás son de la biblioteca, pero el de tapa blanca estaba primero, eso seguro, acá esas cosas pasan todo el tiempo, ya estamos acostumbradas, dice Petra y H. nos mira desde la tapa del libro, vuelvo a repasar su cara para asegurarme pero ya no hay dudas de que es él, la barba crecida desde el bigote, las arrugas que bajan desde la frente hasta la boca, apenas inclinada hacia abajo en un tono de preocupación aunque nunca se haya preocupado en serio, sus viajes siempre urgentes y el proyecto del libro postergado, el proyecto de la casa y de la vida en familia, las ideas sobre la mesa del bar del kilómetro 15, mamá y H. planificando para evitar lo obvio, que él se vaya y vuelva en dos años y ya no queramos verlo porque no tenemos ganas de escuchar sus historias entre el olor a leña, nunca una ducha ni siquiera para ver a tus hijas, Petra se enoja y da un portazo, la primera vez que la veo llorar y me parece que no hay forma de salir de acá, las luces tenues se apagan y sabemos que siempre que nieva se corta la luz y los perros vuelven a ladrar, eso, volvamos a la historia, los planos cortos, suelto la piedra triangular y avanzo segura, fuerte, sin armas, el camino se borra entre los árboles pero lo conozco, sé por dónde ir, salgo del desvío y busco el sendero, me alejo de los alambrados, de las luces que se encienden cuando alguien pasa cerca, está más oscuro pero hay silencio, ya no escucho los gruñidos, no hace tanto frío entre los pinos y miro el cielo con la exageración de estrellas, es luna nueva, no hay luz pero conozco el camino, la pierna duele menos, Petra se levanta del sillón y vuelve a la cocina, abre la canilla, lava la taza, me parece que aprovecha el agua caliente entre las manos y busca algo más para lavar, los platos de la cena, la olla con el arroz pegado en el fondo, el agua caliente que alivia porque ahí las manos no tiemblan, los músculos se relajan, vuelve el viento y deja de nevar, la puerta de vidrio tiembla, se abre, me levanto, camino hasta la biblioteca y acomodo el libro en su lugar pero el blanco sobrio de la tapa, limpio, sin dibujos ni título ni autor, se me resbala y cae, una piedra sobre el piso de madera que retumba, hueco, por toda la casa.
Sobre el Premio de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz
hoyesarte.com, primer diario de arte y cultura en español, con la colaboración de Arráez Editores y de la marca de comunicación Alabra, convoca la cuarta edición del Premio Internacional de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz, dotado con 3.000 euros y dos accésits honoríficos.
Los trabajos, de tema libre, deben estar escritos en lengua española, ser originales e inéditos, y tener una extensión mínima de 250 palabras y máxima de 1.500 palabras. Podrán concurrir todos los autores, profesionales o aficionados a la escritura que lo deseen, cualquiera que sea su nacionalidad y lugar de residencia. Cada concursante podrá presentar al certamen una única obra.
El premio constará de una fase previa y una final. Durante la previa, el Comité de Lectura seleccionará uno o más relatos que, a juicio de sus miembros, merezca pasar a la fase final entre todos los enviados hasta esa fecha. Los relatos seleccionados se irán publicando periódicamente en hoyesarte.com. Durante la fase final, el jurado elegirá de entre las obras seleccionadas y publicadas en la fase previa cuáles son las merecedoras del premio y de los dos accésits.
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Fechas clave
Apertura de admisión de originales: 30 de octubre de 2023
Cierre: 15 de mayo de 2024
Fallo: 22 de agosto de 2024
Ceremonia de entrega: Último trimestre de 2024