Ella, por ejemplo, imagina cada mañana temprano cómo sería tropezar con la maldita maceta y que su mochila pesada cayese sobre ella. Sus compañeros se reirían de forma sutil pero hiriéndola, como sólo los adolescentes saben: miradas de reojo y cuchicheos. Esta mañana llega tarde a gimnasia y ha llovido, piensa que sería un drama que hoy fuera el día en el que de verdad se cae porque carga muchos bártulos: la mochila, el bolso de deporte, el ordenador y el violín. ¿Cómo esa niña tan flaca puede cargar tanto peso? Una mañana más, dobla la esquina rozando la maceta con la parte exterior de su rodilla pero sin tropezar. Gracias a Dios.
Story 2: Invierno
La noche pasada nevó y la maceta se ve hoy deprimente. La tierra se ha hecho barro y las colillas que los repetidores tiran en su interior antes de doblar la esquina para que los profesores no les vean fumar flotan húmedas en un charco negruzco. Les adora y les odia al mismo tiempo. Se detiene hasta que todos comienzan a entrar al instituto. Entonces, toma una fotografía de la maceta desde el ángulo perfecto para que se vea el cielo nublado, a sus compañeros y un árbol de fondo. No es hasta la hora del recreo cuando, sentada en el retrete, mira hacia la pantalla de su teléfono en lugar de a las pintadas marcadas con cúter y rotulador permanente frente a ella. Abre Instagram, donde sigue a todos los compañeros de clase a quienes no habla, y selecciona la foto de la maceta. Le encanta, es una artista. Elige un filtro con gusto de fotógrafa y coloca el dedo pulgar sobre el icono de compartir. ¿Una foto de una maceta con colillas en su interior? Demasiada exposición. ¿Qué pensarán sus compañeros? ¿Acaso quiere expresar algún sentimiento? ¿Nos observa cuando fumamos? ¿Tiene nombre? En un arrebato de valentía la sube, pero, joder, no, qué hago. Y la borra al instante. Que nadie la haya visto, por favor.
Story 3: Primavera
El sueño rutinario ha adquirido más matices. Hoy se nota la primavera y como los días comienzan a ser soleados, viste con ropa ligera e imagina cómo sería no sólo tropezarse con la maceta, sino golpearse fuerte la cabeza al caer. Un reguero de sangre brotaría de una brecha enorme en su cuero cabelludo porque el endocrino le ha recetado una medicación, que su madre le obliga a tomar aunque ella muchas veces le engaña, cuyos efectos secundarios incluyen la hemofilia. El líquido rojo se extendería por su rostro y, por qué no, perdería el conocimiento. ¿Qué harían ellos? Sería genial comprobarlo desde una cámara oculta. ¿Me ayudarían? Todavía peor, ¿y si muriese desangrada? ¿Vendrían a mi funeral? ¿Harían una capilla ardiente en clase con fotos y flores? ¿Pero qué imágenes iban a exponer? Su Instagram está lleno de fotografías melancólicas de objetos anodinos: una infusión junto a un libro, en una se ve su melena negrísima de espaldas; en otra, una maceta llena de colillas. Pero ese pensamiento no dura más que una fracción de segundo porque llega tarde a clase de gimnasia. Hoy es en el patio del recreo, que ya es primavera.
Más sobre el Premio de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz
El gran número de autores innovadores y la gran calidad del cuento español en el panorama literario contemporáneo es un fenómeno reconocido tanto por la crítica especializada como por los aficionados a la literatura en general y a la narrativa breve en particular. Con el objetivo de promover y difundir este género, hoyesarte.com, primer diario de arte y cultura en español, y KOS, Comunicación, Ciencia y Sociedad, con la colaboración de Arráez Editores SL, convocan la primera edición del Premio Internacional de Cuentos Breves ‘Maestro Francisco González Ruiz’, dotado con 3.000 euros.
El certamen se desarrolla en una fase previa y otra final. Durante la previa, el viernes de cada semana, el Comité de Lectura selecciona el relato que, a juicio de sus miembros, sea el mejor entre los enviados hasta esa fecha, publicándose el lunes siguiente en hoyesarte.com. Como este Una fracción de segundo, septuagésimo séptimo cuento seleccionado.
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