Pues nada, pasto para las moscas y los gusanos. Vaya festín que se van a dar a costa de mi inesperada muerte. Así es la vida. Vida y muerte. Muerte y vida. Y el futuro que nadie puede predecir, porque si yo hubiera sabido que me iba a morir de un ataque fulminante al corazón, me hubiera pasado por la peluquería de la Conchi un día antes y también hubiera madrugado para que me diera tiempo a hacer las croquetas y a comérmelas con sus riquísimos trozos de jamón del bueno y, además, hubiera intentado solucionar esos asuntillos pendientes que todos tenemos y que siempre, por unas razones u otras, vamos dejando para más adelante, para cuando tengamos más tiempo, sin tomarnos demasiado en serio que ese dejar para más adelante no nos pertenece y que la hora y el día menos pensados, ¡zasca!, viene la muerte y te lo arrebata todo en un santiamén. Porque así es la vida: donde está el cuerpo, está el riesgo. Que también me decía eso mi madre. Emilia, hija, yo solo te he podido dar un cuerpo para toda la vida y tienes que esmerarte en cuidarlo porque no hay más, la vida no te da más cuerpos. Solo uno, Emilia, solo uno. Y hay que saber cuidarlo.     

Y el bingo. Qué lástima y qué fastidio. Con lo bien que me lo pasaba yo en el bingo. Codeándome con esas lagartonas tan ridículas y engreídas que llegaban con sus carísimos abrigos de visón y sus ínfulas de ser importantes de verdad. Qué risas me entraban por dentro porque por fuera debía mantener el tipo. A mí no me importaba que muchas noches no ganara un mísero euro. Lo importante es que podía codearme con esas lagartonas de la jet set. Porque no todo va a ser ganar en la vida. Hay que disfrutar con lo que se tiene porque lo que no se tiene, no se tiene y es mejor no hacerse sangre preguntándose por qué no se tiene porque, por mucho que te preguntes por qué no lo tienes, no lo vas a tener. Así es la vida. Puñetera vida, que decía mi madre. Tan sabia. Puñetera vida, bueno, esta vida que tengo ahora no, la otra, porque esta vida es otro tipo de vida, otra cosa, porque solo puedo pensar y escuchar Radio Olé y los ruidos que me llegan del patio interior. Y esta vida, pues oye, también tiene su cosa, aunque mi mente parezca una lavadora que no para de centrifugar y tenga que estar dando vueltas todo el rato a lo mismo. Pues nada, eso, que se acabaron esas noches alegres de arreglarse una bien para ir al bingo a darse un homenaje entre las de la jet set. Porque las que estamos viudas también podemos vivir la vida. ¿O no? Dónde pone que una cuando se queda viuda oficialmente no pueda disfrutar de la vida. Porque la vida, la otra vida, está para eso, para disfrutarla. Con su bingo y sus croquetas con trozos de jamón del bueno.

Pero claro, ahora que lo pienso, a ver cómo me las apaño yo con estos pelos, sin poder mover un solo dedo y sin poder decir ni pío porque ni mis labios ni mis articulaciones responden a mis peticiones, porque no tengo ni tan siquiera un mínimo de fuerzas para hablar, con lo que me ha gustado a mí siempre darle al pico y moverme de la Ceca a la Meca sin tener que dar explicaciones a nadie porque para eso una siempre se ha tomado muy en serio aquello de que la libertad depende de las renuncias a las que estés dispuesta a acceder, sí, veremos cómo me las apaño cuando lleguen esos tipos con esas caras serias con las que siempre llegan en estos casos así, cuando hay un muerto de por medio, y se metan por todas partes a fisgonear, como si fueran perros sabuesos, para olisquear y husmear en el escenario de la muerte, buscando datos, signos, evidencias, huellas que expliquen, que den razones, que canten, que hablen por sí mismas, después de que algún vecino haya dado la voz de alarma diciendo que hace mucho tiempo que no se me ve por el mercado ni por la peluquería ni por las tiendas del barrio, con lo buena persona que era, que había superado un cáncer con muy mala baba y la tristeza de que su marido un buen día, sin más, la abandonara por las drogas y por una pelandusca, que parece que se la ha tragado la tierra y cosas así, pues eso, a ver cómo les explico yo cuando empiecen a revolotear por el piso y se den cuenta de que ese que está envuelto en plásticos y en una alfombra debajo de la cama de matrimonio es mi marido, ese que nunca se fugó de casa ni me dejó tirada como a una perra por irse con una fulana tal y como yo me encargué de hacer creer, sino que simplemente un día se murió, así, sin más, como yo hoy, sin aviso previo, como llega la muerte, silenciosa, reservada, puñetera, y tuve que esconderle para poder seguir así cobrando la paga íntegra porque, con lo caro que está todo, cómo iba yo a poder seguir yendo al bingo a divertirme de lo lindo y haciendo unas croquetas con ese rico jamón del bueno que tanto me gusta, bueno, mejor dicho, que me gustaba.  

Sobre el Premio de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz

hoyesarte.com, primer diario de arte y cultura en español, con la colaboración de Arráez Editores y de la marca de comunicación Alabra, convocó en octubre de 2023 la cuarta edición del Premio Internacional de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz, dotado con 3.000 euros y dos accésits honoríficos.

El galardón consta de una fase previa y una final. Durante la previa, en la que estamos, el Comité de Lectura seleccionará uno o más relatos que, a juicio de sus miembros, merezca pasar a la fase final entre todos los enviados hasta el 15 de mayo. Los relatos seleccionados se irán publicando periódicamente en hoyesarte.com. Durante la fase final, el jurado elegirá de entre las obras seleccionadas y publicadas en la fase previa cuáles son las merecedoras del premio y de los dos accésits.

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Fechas clave

Apertura de admisión de originales: 30 de octubre de 2023

Cierre: 15 de mayo de 2024. PLAZO CONCLUIDO

Fallo: 31 de agosto de 2024

Ceremonia de entrega: Último trimestre de 2024

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