Además, los escritores reflexionaron sobre los nuevos vínculos que las redes sociales permiten establecer a escritores y lectores y la difícil protección de los derechos de autor en el universo digital.
Blanca Berasátegui, moderadora de la primera de las mesas programadas, planteó si el nuevo escenario digital está propiciando un nuevo lenguaje, una nueva forma de escribir, a lo que el escritor Julio Llamazares respondió señalando que lo digital cambiará la literatura porque ya está cambiando a las personas y su manera de estar en el mundo. «Sin embargo -añadió-, la esencia del hecho literario seguirá siendo el mismo, porque es invariable desde Homero: alguien que procura plasmar por escrito con fidelidad sus sentimientos y pensamientos. El hecho de reflejar el alma en el paisaje es el mismo hoy que hace 2.000 años».
La cosa no es para tanto
Apeló el escritor leonés a la naturalidad a la hora de evaluar y asumir los cambios: «Ni te puedes convertir en un devoto de las nuevas tecnologías, ni despreciarlas o ignorarlas. Además, en su momento todas las generaciones piensan que son los protagonistas de los mayores cambios de la historia, y cuando se mira hacia atrás se comprueba que ningún cambio es radical; que la cosa no era para tanto».
Por su parte, Javier Sierra admitió que en el proceso de escritura utiliza las redes sociales para ponderar las reacciones de sus lectores ante algunos elementos que se planeta introducir o no en sus narraciones. «Las utilizo como test, pero al tiempo velo por mi intimidad. En cualquier caso nunca olvido que las nuevas tecnologías son un medio, nunca un fin». Sierra añadió que algunos géneros literarios, «como el epistolar, están abocados a desaparecer».
Nuevos cómplices
Juan Cruz, que puntualizó que los datos confirman que la edición de libros «está mejorando en medio de la tormenta porque el libro sigue siendo un buen invento», moderó la sesión en la que los escritores Lorenzo Silva y Julia Navarro abundaron en el modo en que internet ha modificado la relación con sus lectores.
Silva, que manifestó «no concebir hoy en día la no utilización de las nuevas tecnologías», sin embargo afirmó con rotundidad: «Me niego en redondo a gestionar públicamente mi vida privada, mi intimidad, a través de las redes sociales, que creo que son una herramienta que hay que manejar con mucho cuidado. La cuenta de correo electrónico que figura en la web que abrí hace 13 años, esa herramienta que mirada desde hoy me parece casi rupestre, es la vía que utilizo para atender a los lectores».
Recelo
El escritor manifestó su recelo ante las plataformas digitales que permiten a los autores la autoedición que, para Julia Navarro, sin embargo, representan una oportunidad para los jóvenes escritores que se ven rechazados por las editoriales.
Navarro coincidió en calificarlas de imprescindibles en el mundo actual, pero se refirió a «una cierta dictadura de las nuevas tecnologías. Cada lector tiene un escritor dentro y por ello no interactúo. Yo quiero escribir mis propios libros. Escribo sola, en silencio, y el lector generalmente también lee solo y en silencio».
El autor y sus derechos
Milagros del Corral y Rodrigo Fresán participaron en la tercera mesa, moderada por Fernando R. Lafuente, en la que se abordaron los aspectos relativos a la propiedad intelectual y los derechos de autor.
Del Corral subrayó la «imposibilidad de distinguir el derecho de comunicación y el derecho de reproducción en un entorno digital. En su momento la imprenta permitió pasar de uno a muchos; ahora pasamos de muchos a todos». En su opinión, este es uno de los factores que hace tan compleja como perentoria la labor del legislador que «ha de buscar equilibrios entre distintos intereses, al tiempo que adapta las leyes a la realidad».
Rodrigo Fresán se manifestó especialmente crítico con el cambio de paradigma que está desencadenando el nuevo escenario digital: «Pronto nos invitarán a hacer click para sentir en la boca el sabor de la magdalena de Proust».
Steve Jobs
El escritor recordó que «no es lo mismo estar que ser» y celebró «el acto de justicia poética que supuso el hecho de que una de las presentaciones de Steve Jobs fuese interrumpida por la noticia de la muerte de J.D. Salinger: por una vez, los inmortales libros triunfan sobre el efímero aparato».
Ambos autores se refirieron a la piratería que, lamentaron, además de lesionar los legítimos intereses económicos del creador, ejerce una sistemática violencia contra su obra por la falta de calidad de las ediciones y la inseguridad sobre la integridad de los textos que se ofrecen para descarga ilegal. «Una violencia empobrecedora de nuestro patrimonio cultural», abundó Fresán.
La intervención de Elvira Lindo, encargada de recapitular y comentar los asuntos tratados, clausuró la jornada: «La literatura es algo personal y reflexivo. Solo se puede escribir off line, en soledad. Las grandes corporaciones nos convencen de que la masa, que celebra la ignorancia, decide», concluyó.