En primer lugar se publicaron varios ensayos que influyeron notablemente en la manera de plantear los viajes y los propios relatos de viaje (Francis Bacon, Jean Jacques Rousseau, los enciclopedistas) o acerca del propio “arte de viajar” (William Hazlitt). Al decir de muchos estudiosos, es en este tiempo cuando la literatura de viajes toma conciencia de sí misma como escritura diferenciada de otras, aunque todavía se siga buscando la objetividad en lo relatado. Además, la filosofía encuentra en René Descartes un viajero empedernido, que, a su vez, halla en el viaje la raíz del filosofar: “Empleé el resto de mi juventud en viajar, en ver cortes y ejércitos, (…) en recoger experiencias diversas, en probarme a mí mismo, en reflexionar sobre lo que me ocurriera, (…), viajar por extrañas tierras, ya que bueno es saber algo de las costumbres de otros pueblos, para juzgar las del propio con mejor acierto”. Algo parecido sucede con Rousseau, el caminante empedernido, que siempre prefirió la suela de los zapatos a las carrozas de caballos con la que se desplazaban muchos de sus contemporáneos ilustrados y con quien el desplazamiento adquirió la connotación de “paseo romántico”.
En segundo lugar, el interés por ir más allá de la curiosidad hizo que los viajes científicos y de exploración pasaran a ocupar un lugar central, destacando en este sentido las obras de algunos navegantes y naturalistas. Entre los primeros, William Dampier es autor de Viaje alrededor del mundo y Viajes y descripciones, libros en los que se ha querido ver su poder de influencia en otros textos tan destacados como Robinson Crusoe (Daniel Defoe) o Los viajes de Gulliver (Jonathan Swift), así como en el largo y deslumbrante poema de Samuel Taylor Coleridge La balada del viejo marinero.
Las ediciones de los tres viajes en los que James Cook, otro de los grandes navegantes, se propuso “ir tan lejos como fuese posible” tuvieron una amplia difusión y repercusión social, lo mismo que el Viaje del comandante Byron alrededor del mundo, en el que John Byron, entre otras cosas, da noticia de varios países y de las costumbres de sus habitantes. Por su parte, Louis Antoine de Bouganville fue el primer francés en realizar un viaje de circunnavegación, dejando escritas sus experiencias en el libro Un viaje alrededor del mundo, que fue objeto de un interesante suplemento por parte del enciclopedista Denis Diderot, en el que se hace una revisión del mito del “buen salvaje”. Leamos uno de los pasajes de Bouganville: «Me vi transportado al jardín del Edén; recorrimos una extensión de hierba, cubierta de hermosos árboles frutales y atravesada por pequeños riachuelos, que mantenían un frescor delicioso, sin ninguno de los inconvenientes que comporta la humedad. Una multitud que gozaba de los tesoros que le ofrecía la naturaleza. Encontramos grupos de hombres y mujeres sentados a la sombra de los vergeles; todos nos saludamos con amistad; por todas partes vimos reinar la hospitalidad, el reposo, una dulce alegría, todas las apariencias de la felicidad».
En cualquier caso, el análisis de los viajes de los naturalistas requiere un comentario aparte y será abordado en el siguiente capítulo.
En tercer lugar, el desarrollo del Grand Tour o “viaje por Europa” (término acuñado en Inglaterra alrededor de 1670 a partir de su aparición en el libro El Viaje de Italia, de Richard Lassels), aunque ya estaba implícito en la máxima de Francis Bacon: “Los viajes en la juventud son parte de la educación y en la vejez, parte de la experiencia”.
La finalidad principal de este Grand Tour era la formación intelectual y la adquisición de un carácter cosmopolita a través del contacto directo con la herencia clásica (de ahí que Italia fuera su parada principal) y los lugares clave de la identidad europea, la comparación entre modelos sociopolíticos y estilos de vida diferentes, el contraste de creencias religiosas y no religiosas, el intercambio de ideas, el conocimiento de hechos clave y la incorporación al equipaje cultural propio de hallazgos encontrados en el bagaje de otras personas y grupos sociales.
¿Quiere leer todos los artículos de esta misma serie sobre literatura de viajes de José González Núñez?