El Viaje a las islas occidentales de Escocia fue publicado por Johnson en primer lugar, pero el periplo por Escocia y las islas Hébridas también permitió escribir más tarde a Boswell Diario de un viaje a las Hébridas, en el que daba un nuevo enfoque al tratamiento de los diarios.
El innovador e irónico escritor irlandés Laurence Sterne da cuenta en su inacabado El viaje sentimental de un prolongado viaje por Francia e Italia, reivindicando la figura del compañero de viaje: “Dejénme tener un compañero de viaje, aunque solo sea para observar cómo se alargan las sombras y declina el sol”.
Un fenómeno curioso fue el resurgir de la novela histórica bajo la forma de relatos de viaje, sin duda favorecido por el redescubrimiento del esplendor de la Grecia clásica a partir de distintos hallazgos arqueológicos y las consecuencias viajeras, ficcionales o reales que ello tuvo en los escritores de la época. Tres ejemplos sucesivos dan una buena muestra de ellos: Las aventuras de Telémaco de François Salignac, en la que el hijo de Ulises continúa las aventuras de su padre, el Viaje a Grecia del Joven Anacarsis a mediados del siglo cuarto antes de la era vulgar, escrita por Jean Jacques Barthélemy, y Los viajes de Antenor por Grecia y Asia con nociones sobre Egipto, que el autor François Lantier dice no haber escrito sino traducido, con la ayuda de un amigo versadísimo en griego, de un manuscrito griego de Herculano. Asimismo, al calor del renovado interés por los relatos de viajes, se publicaron algunos de los grandes periplos de los siglos anteriores, como fue el caso del primer viaje alrededor del mundo de Magallanes y Elcano, que vio la luz en 1769 de la mano del médico, botánico y escritor Casimiro Gómez Ortega.
A finales del dieciocho (1797), el francés Joseph La Porte compiló una monumental enciclopedia de viaje, luego corregida y ampliada por el español Pedro Estala: El viajero universal o noticia del mundo antiguo y nuevo, obra recopilada de los mejores viajeros. Y es precisamente al traductor a quien corresponde esta interesante reflexión acerca de la literatura viajera en aquel tiempo: «Los viajes son hoy en día la lectura más general y apetecida de toda Europa y con razón, pues ninguna otra de las obras de gusto ofrece tanta instrucción y recreo. Conocer todos los países del mundo es, sin duda, después de la religión, el estudio más digno del hombre. El viajar es el complemento de una educación esmerada, pero no todo el mundo dispone de los medios suficientes y por ello parece hacerse necesarios los libros de viajes».
¿Quiere leer todos los artículos de esta misma serie sobre literatura de viajes de José González Núñez?
- Las sandalias de Hermes [1]
- Se hace camino al leer (I) [2]
- Vivir, viajar, escribir (II) [3]
- El aquí y el allí, el ir y el volver…, el otro (III) [4]
- Literatura viajera: Relato de viajes Vs Guía de viajes (IV) [5]
- En el principio fue el viaje (V) [6]
- Los viajes bíblicos (VI) [7]
- ‘La Odisea’ de Homero… Y las otras odiseas (VII) [8]
- A Séneca no le gustaban los viajes (VIII) [9]
- Más allá de los confines del mundo (IX) [10]
- Egeria, la primera aventurera española (X) [11]
- Peregrinaciones, comercio y viajes de conocimiento (XI) [12]
- El libro de las maravillas (XII) [13]
- El viaje en la literatura medieval española (XIII) [14]
- Los viajes de Benjamín de Tudela, Ibn Battuta y Zheng He (XIV) [15]
- Los cronistas de Indias (XV) [16]
- Las sandalias de Hermes: León el Africano (XVI) [17]
- Tombuctú y el reino del preste Juan (XVII) [18]
- La literatura de viajes en el Barroco y la Ilustración (XVIII) [19]
- Los viajes científicos y de exploración (XIX) [20]
- Las sandalias de Hermes: el Grand Tour (XX) [21]
- La leyenda del judío errante (XXI) [22]