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A subasta el mobiliario de la Casa Cattaneo de Carlo Mollino

 

La colección que saldrá a subasta consta de diez lotes cuyo valor se espera que supere los 885.000 euros. Según Simon Andrews, especialista de arte decorativo y diseño del siglo XX, «Carlo Mollino está reconocido como uno de los creadores más originales de la arquitectura del siglo XX y del diseño italiano, del que se conservan muy pocas obras en museos internacionales y colecciones privadas».

Mollino dio sus primeros pasos como arquitecto en 1930, diseñando una casa en Forte dei Marmi (Italia), por la que recibió el premio G.Pistono. Hijo de ingeniero, con el que trabajó entre 1933 y 1948, Mollino participó en varios concursos, ganando el del monumento al partisano, diseñado junto al escultor Umberto Mastroianni. Posteriormente, entre 1936 y 1939, diseña en colaboración con Vittorio Baudi di Selve el edificio de la sociedad hípica de Turín. 

Creador multidisciplinar

Además de su actividad como arquitecto y diseñador, Mollino fue un gran enamorado del esquí, hasta el punto de escribir el Trattato sul Discesismo, donde explica su particular técnica de esquí acompañado de abundantes ilustraciones. También mostró interés por la fotografía, los coches de carreras o la aeronáutica y diseñó casas de montaña como la Casa del Sole en Cervino o la estación de invierno (Slittovia) del Lago Nero, en el Valle de Aosta, de 1948.

El predomino de la línea sinuosa, casi aerodinámica, y la reinterpretación moderna de las técnicas artesanales caracterizaron en gran medida un estilo alejado del racionalismo e influenciado por las arquitecturas de Alvar Aalto y Erich Mendelsohn. Su estilo se ha definido como neobarroco o neoliberty.

En 1952 diseñó el auditorio de la RAI en Turín, restaurado en 2006. También diseñó el coche de carreras «bisoluro», con el que participó en las 24 horas de Le Mans en 1954. En la década de los 60 dirigió al equipo de arquitectos encargados del diseño del distrito INA-Casa de Turín. También diseñará en esa época los dos edificios que le harían famoso: la Cámara de Comercio y el Teatro Regio; ambos en Turín.